Los mexicanos, jodidos pero felices

Las mentiras de José Ángel Gurría. 

1. México es uno de los países –junto a Israel y Turquía- de mayor riesgo de pobreza entre los miembros de la OCDE; prácticamente duplica el promedio de las naciones integrantes de ese bloque. Además, está entre los países de mayor pobreza laboral y con más alta tasa de empleo informal. Más aún, tener un empleo en México no significa escapar de la pobreza; más del 18.5% de la fuerza laboral no cuenta con el ingreso suficiente para cubrir sus necesidades básicas. ¿Es una falsedad mas, inventada por el diablo o por los anarquistas que protestan por todo? Nada de eso: lo ha declarado la OCDE, organismo que agrupa a 34 de las mayores economías.

2. Pero la víbora sigue echando su veneno: “ni el desempleo ni el bajo nivel educativo y tampoco los escasos ingresos “pegan” en el ánimo de los mexicanos. Al contrario, ocho de cada 10 dijeron estar más satisfechos, tener sentimientos de gozo y paz, y además sentirse orgullosos de sus logros, según la misma OCDE presidida por Ángel Gurría (un alto magnate y político mexicano) quien además declaró que “el 82% de los mexicanos dice tener más experiencias positivas que negativas, como dolor, preocupación, tristeza y aburrimiento; que esta cifra es mayor que el promedio de los 36 países integrantes de la OCDE, que es equivalente a 76%.” Puta madre, los mexicanos son masoquistas, sufridores, pronto estarán con dios.

3. Los ricos, llenos de felicidad, han acaparado abrumadoramente los beneficios del crecimiento. El ingreso promedio de los más potentados en los países de la OCDE fue 10 veces superior al de los pobres en 2010, provocando que la brecha entre ricos y pobres se haya hecho más ancha o más grande. Este renglón no puede ser desmentido por nadie porque es una realidad evidente de la que hablan todas las estadísticas, aunque sean conservadoras. Un puñado de familias que no llegan a cinco mil, concentran riquezas, capitales y ganancias muy superiores al 70% de la población (de 115 millones de habitantes) que viven en la pobreza, miseria y desempleo. Por ello los informes de la OCDE, aunque se quieran tergiversar, prestan buena ayuda.

4. La OCDE nace en 1960 y México ingresa a ella en 1994 cuando el gobierno de Salinas anuncia con bombo y platillo que México ya pertenece al primer mundo. Los antecedentes de la OCDE son nefastos puesto que es el resultado de la transformación de la OECE, que fue creada en 1946 para administrar el famoso e inolvidable Plan Marshall, que sirvió de “vehículo de ayuda” yanqui para endeudar a los países que habían sido destruidos en la segunda guerra mundial. Elabora estudios e investigaciones con el fin de tener atrapados a todos los países y hace unos años los imperios yanquis y nipón escogieron al mexicano Ángel Gurría –el funesto ángel de la dependencia- como el guardián de sus intereses en la OCDE.

5. A pesar de que ese funesto personaje del PRI (Gurría) continuamente hace declaraciones desde su cargo adornando la situación del país y halagando a los gobiernos, todos los informes de la OCDE reconocen que México ocupa siempre los últimos lugares en servicios de salud, de educación, de vivienda, en inversiones y en todos los campos, frente a los más de 30 países de esa organización. Antes de 1994 conocíamos mucho menos acerca de la situación económica y política de México, pero a raíz de que ingresamos a la OCDE sabemos que México –a pesar de ser unas de las 10 economías más poderosas del mundo por su extensión geográfica, número de habitantes y riquezas- tiene una pésima y corrupta administración.

6. Un articulista coahuilense escribe: “De acuerdo con el estudio, los mexicanos trabajan demasiadas horas a lo güey, pues pasan mucho tiempo en la chamba, pero no producen lo que deberían. ¿Y eso ya fue lo peor? No. La investigación de la OCDE, organismo internacional, reveló que en términos generales, los mexicanos tienen pocos ingresos, tienen muy bajo nivel escolar y, por si fuera poco, ¡viven menos!  Pese a todo lo anterior, los mexicanos se dicen satisfechos y felices con su vida”. Y ahora el columnista y yo coincidimos en expresión: ¡No me jodan! Una de dos: o somos un país de agachones, conformistas y dejados… o somos muy buenos para mentir en las encuestas. Pero decir que los mexicanos estamos felices es un engaño.