La colonia más peligrosa del DF

Héctor de Mauleón.

La colonia que aporta el mayor número de internos a los reclusorios del Distrito Federal se encuentra en Iztapalapa y se llama Desarrollo Urbano Quetzalcóatl. La colonia fue fundada hará cosa de 20 años por organizaciones sociales que demandaban vivienda y se instalaron en asentamientos irregulares. Datos de la Subsecretaría de Prevención y Participación Ciudadana de la Secretaría de Gobernación señalan que 82% de los delitos que se cometen ahí son el robo, el secuestro y el homicidio.

Colonia Desarrollo Urbano Quetzalcóatl o El Infierno de Dante. No se ve para cuándo cambie la situación de sus habitantes.
Colonia Desarrollo Urbano Quetzalcóatl o El Infierno de Dante. No se ve para cuándo cambie la situación de sus habitantes.

De una población formada por 35 mil reclusos, 18% vivía en Iztapalapa antes de estar en prisión. Los reclusos iztapalapenses provienen de “colonias expulsoras” como Ejército de Oriente, Ejército Constitucionalista, Vicente Guerrero y Santa Cruz Meyehualco. Pero tal vez en ninguna de ellas convergen con tal intensidad los factores de riesgo que suelen arrojar a la gente a la delincuencia, el vínculo entre la falta de oportunidades y un esquema social regido íntimamente por la violencia.

Desarrollo Urbano Quetzalcóatl saltó a las páginas de la prensa hace una década, cuando se documentó la existencia de una pandilla integrada por más de un centenar de miembros, los Rappers, quienes se dedicaban sobre todo a la venta de droga, el robo a transeúntes y el robo de autos por encargo.

En esa colonia viven ahora, hacinadas en 567 manzanas, más de 66 mil personas. 39% de las casas cuenta sólo con un dormitorio. A lo largo de calles irregulares es posible encontrar dos mercados, dos hospitales, cinco iglesias, 48 escuelas y 453 establecimientos con venta de bebidas alcohólicas.

En los reclusorios de la ciudad de México la segunda población más numerosa procede de la delegación Cuauhtémoc (4 mil 328 reos). Otra buena parte de la población penitenciaria se halla compuesta por habitantes de las delegaciones Gustavo A. Madero (4 mil 256), Venustiano Carranza (2 mil 999) y Álvaro Obregón (2 mil 521). En esas demarcaciones hay colonias duras que escupen sangre. Desarrollo Urbano Quetzalcóatl, sin embargo, se encuentra en una zona a la que históricamente nadie ha volteado a mirar.

Un estudio de la Subsecretaría de Prevención y Participación Ciudadana indica que a excepción de los niveles de ingreso, que son extremadamente bajos -del orden de 2 salarios mínimos para el 22.4% de la población-, en Desarrollo Urbano Quetzalcóatl el resto de los índices son altos: los índices de embarazo adolescente, de consumo de drogas, de maltrato infantil y de padres con antecedentes delictivos.

También los índices de desocupación y deserción escolar, y los índices de informalidad, violencia intrafamiliar y falta de oportunidades laborales.

El estudio de Gobernación afirma que en ese rumbo de la ciudad hay ambientes familiares deteriorados o problemáticos, entornos de ilegalidad, presencia de pandillas, capital social debilitado y participación ciudadana incipiente. El nivel de marginación y exclusión social es calificado como “muy alto”.

Todo está dado para que Desarrollo Urbano Quetzalcóatl funcione como una escuela del crimen.

¿Por qué sucedió todo esto?, le pregunté a una funcionaria de la Subsecretaría de Prevención, la directora de coordinación intersecretarial, Eunice Rendón.

La respuesta está, como siempre, en el abandono institucional, en las políticas clientelares, en un sistema para el que los ciudadanos no son más que votos y luego olvido.

Rendón me dijo que no es posible disuadir la violencia únicamente mediante el uso de esquemas punitivos y la evaluación de indicadores de incidencia delictiva: la colonia requeriría de una intervención quirúrgica que apenas se está dando.

Según ella, uno de los hechos más decisivos en la historia de Desarrollo Urbano Quetzalcóatl ocurrió acaso el pasado 16 de enero, y fue algo tan simple como la inauguración de un parque, el Parque Cuauhtémoc, algo que nunca había existido en esa zona: el único lugar del rumbo que cuenta con espacios de convivencia: canchas de futbol, palapas para convivios, juegos infantiles, baños y servicio de vigilancia.

Resultado de un convenio entre Gobernación y la delegación Iztapalapa, ese parque forma parte de un proyecto que pretende modificar las variables asociadas con los “factores de riesgo” -el parque es sólo una parte del programa- y generar mayores niveles de cohesión y participación colectiva. Según Rendón, proyectos como éste se han llevado a cabo con cierto éxito en Aguascalientes, Juárez y Tijuana.

Probablemente, implantar variables en Desarrollo Urbano Quetzalcóatl haría que se modificaran los índices asociados al robo, al secuestro y al homicidio. Pero sobre todo, cambiaría por primera vez la vida de una población que hoy está destinada a convertirse en carne de presidio.

(El Universal).