Antonieta Rivas Mercado

De la redacción de razacero.

¿Quién era Antonieta?

María Antonieta Valeria Rivas Mercado Castellanos era la segunda hija del arquitecto Antonio Rivas Mercado, quien diseñó la columna del Ángel de la Independencia. Una mujer inquieta desde joven, muy perseverante y decidida para la época en que vivió. Su personalidad fuerte le permitió desafiar a las “buenas conciencias” de su tiempo. Quizás la relación cariñosa y de respeto con su padre le facilitó asumir que lo importante en su vida eran sus deseos, sus pasiones y sus amores. La libertad de ser la llevó incluso a “decidir” cuándo y cómo morir.

monaFue el miércoles 11 de febrero de 1931, caminó 200 metros por la ribera del río Sena, en París, distancia que la separaba del inmenso atrio de la catedral de Notre Dame… Antonieta entró, avanzó hacia el altar mayor, se sentó en el extremo izquierdo de la primera banca, abrió su bolsa para sacar la pistola que llevaba dispuesta, maniobró el arma hasta que encontró la posición adecuada… luego la levantó lentamente apuntando el cañón contra la curva izquierda del seno, se le dificultaba sostenerla en las manos. Había inclinado la cabeza y había vuelto a levantarla. La detonación tronó en el silencio mortecino del mediodía… los sonidos se multiplicaron en las bóvedas de Notre Dame. Su cuerpo se deslizó ante los ojos de Dios. Yacía Antonieta con su corazón hecho pedazos… pero libre al fin.

Habían transcurrido 31 años de una vida intensa, brillante y fugaz. Ella pudo ser la primera escritora moderna de nuestro país pues dominaba excepcionalmente el arte de la literatura. Acaso fueron los recurrentes episodios depresivos, provocados por su azarosa e interesante vida, los que la llevaron a esta decisión final que truncó su vida.

A sus 13 años, debido a la separación de sus padres, Antonieta se encargó de la administración de la casa; ante esta nueva situación de responsabilidades, obtuvo, como contraparte, la libertad; tenía entonces 14 o 15 años, iba y venía por la ciudad sin “rendir cuentas” a nadie, viajaba en un centelleante Chrysler a sus clases, a sus conferencias y a sus visitas. Tomaba lecciones de literatura, filosofía, piano y yoga. Su búsqueda fue intensa y versátil, algo fuera de lo común para su tiempo y para el ambiente cultural de México.

Alberto Blair era un ingeniero inglés con quien contrajo matrimonio al cumplir los 18 años, él tenía 28. Al poco tiempo resuelve separarse pero Blair no acepta su decisión y, entre discusiones y violencia, sobrevino el primer episodio depresivo que sufriría.

En 1919 nació el hijo de ambos, Donald Antonio. Finalmente, ella se separa e intenta conseguir el divorcio y una pensión, empresa fallida que le provoca fuertes tensiones.

En el agitado año de 1929, conoció al candidato opositor al régimen revolucionario representado por el general Obregón: José Vasconcelos, ex rector de la Universidad Nacional y ex secretario de Educación, quien entre una de sus acciones más relevantes promovió la cultura con ediciones masivas de algunas de las más grandes obras del pensamiento europeo y occidental en nuestro país. Antonieta apoyó con decisión y entusiasmo su campaña e inevitablemente se enamoró de él; este amor le fue correspondido pero no tenía futuro, él estaba casado. El 17 de noviembre de 1929, día de la elección, Antonieta recibió con sorpresa los resultados en Nueva York; apenas eran las once de la mañana y “ya había candidato vencedor”: Pascual Ortiz Rubio, el general michoacano escogido por Plutarco Elías Calles. El Maximato continuaba en México y la persecución feroz en contra del vasconcelismo iniciaba, por lo que Antonieta viaja a París para esperar allá al amor de su vida, José Vasconcelos, quien, sin embargo, no se muestra tan decidido a formalizar su relación amorosa con ella.

En ese momento, Antonieta ya había gastado la totalidad de la fortuna heredada de su padre patrocinando a escritores y artistas de la época, y apoyando la campaña electoral de Vasconcelos; también, para colmo, había perdido la patria potestad de su hijo.

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Hace más de ocho décadas Antonieta decidió huir de una sociedad que la acosaba y no le permitía ser ni transformar los prejuicios, los lastres, las injusticias y la inequidad genérica en un mundo más habitable para todos, para mujeres y hombres, para ricos y desheredados.

Antonieta, desilusionada social y sentimentalmente, prefirió partir de este mundo al que intentó modificar con su labor artística y con su activismo político que ensuciarse las manos.

Así les refutó a los traidores al vasconcelismo la valiente Antonieta: “‘¡Tan chulo nuestro México!’. ¡Tan puerco, les dije, tan puerco como todos los que ven con indiferencia aquella situación! ¿Qué no les da asco? ¿Qué ya se acabaron los hombres? ¡Por mi parte a mí me dan náuseas al pensar que he de volver a mirar las caras de todos aquellos rufianes sin ponerles el puño en el rostro…!”.

Una mujer que, a decir de José Vasconcelos, “le puso condiciones al destino”. Actriz, mecenas, escritora, promotora cultural, defensora de los derechos de la mujer y activista política, Antonieta Rivas Mercado es un ícono en la cultura universal del siglo XX.