REPRESORES ¿Por qué nos gobiernan los mafiosos?

Desde antaño, los mexicanos hemos sabido los nexos directos que muchos de nuestros gobernantes tienen con el crimen organizado, pero aún así no dejan de sorprendernos las revelaciones hechas recientemente por el ex directivo del Departamento de Administración de Leyes sobre las Drogas (DEA), Héctor Berrellez, a la revista Proceso, señalando al ex presidente Carlos Salinas de Gortari y a su hermano Raúl como autores intelectuales de al menos dos asesinatos de políticos perredistas de Monterrey, así como del homicidio del ex cuñado de estos, José Francisco Ruiz Massieu.

Héctor Berrellez también ha dejado al descubierto las operaciones de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en nuestro territorio durante el sexenio de Miguel de la Madrid, facilitando al cartel de Guadalajara, dirigido por Rafael Caro Quintero, el tráfico de cocaína hacia los Estados Unidos para obtener recursos millonarios para financiar a la Contra, un ejército de mercenarios que pretendía derrocar al Frente Sandinista de Liberación Nacional, que había obtenido la presidencia de Nicaragua de manera libre y democrática.

Estas declaraciones nos dan una idea de cómo se han comportado nuestros gobernantes durante los últimos sexenios: delinquiendo, violando las leyes y engañando al pueblo de México.

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Y la degradación ha sido tal, que hoy muchos de nuestros gobernantes ya no tienen nexos directos con el crimen organizado ya que forman parte de este. Llegan al poder patrocinados tanto por la oligarquía corrupta como por los poderosos gremios delictivos que dominan las transacciones financieras ilegales, la trata de personas y el narcotráfico.

Así, presidentes de la República, gobernadores, diputados, senadores, presidentes municipales, jefes delegacionales y magistrados hacen y deshacen las leyes a su antojo para permanecer intocables por los atropellos y saqueos que cometen cotidianamente, apoyados por los partidos políticos a los que pertenecen.

¿Qué defensa puede tener la ciudadanía cuando las principales instituciones impartidoras de justicia están en manos de verdaderos carteles delictivos?

¿Qué garantías tiene el pueblo de México cuando sus gobernantes, que deberían velar por sus intereses y seguridad, son los principales capos de temibles grupos mafiosos y son los que están vendiendo nuestro patrimonio nacional al mejor postor? ¿Qué confianza podemos tener en quienes de manera ilegal retuercen las leyes para meternos las manos en los bolsillos y robarnos con fraudes, saqueos al erario, “gasolinazos” y aumentos de impuestos?

Al hartazgo de la población, que se sabe traicionada y que ha solicitado ya miles de averiguaciones previas y ha hecho acusaciones a infinidad de funcionarios corruptos de todos los niveles y de todas las filiaciones políticas sin obtener resultados positivos, le han seguido ya las protestas radicales. Las protestas porque nuestros gobernantes se han dedicado más a hacer grandes negocios personales y a enriquecerse ilícitamente con los recursos públicos en vez de sacar de la pobreza al 80% de la población. Las protestas porque las reformas constitucionales que esta mafiocracia ha impuesto agreden severamente la economía y el porvenir de las familias mexicanas y benefician solamente a la cúpula empresarial y política del país. Las protestas porque hoy tanto los gobiernos de “izquierda” como de derecha se han coludido para golpear tácita y literalmente a la ciudadanía con sus actos de corrupción extremos, exigencia de tributos abusivos y violenta represión policíaca.

Y ahora, presintiendo el no lejano estallido social, estos gobiernos transgresores de la ley (porque sus integrantes sustraen el erario de manera ilegal para hacer enormes fortunas personales, defraudan, asesinan y se protegen unos a otros para no sancionarse) criminalizan los actos de protesta cada vez más enérgicos que realiza la ciudadanía.

Y así, sin previo aviso, el gobierno servil perredista de “izquierda”, que encabeza el ex policía Miguel Ángel Mancera Espinosa, ha publicado en la Gaceta Oficial del D.F., un reglamento arbitrario que ni siquiera fue discutido en la Asamblea Legislativa y autoriza a la policía a utilizar la fuerza letal en contra de quienes se manifiesten “de manera agresiva” en las marchas o mítines que se lleven a cabo en el D.F., dejando al criterio de nuestros mal preparados policías cuándo aplicar esta fuerza letal.

A esto se suman una serie de acciones represoras y fascistas que el gobierno de “izquierda” perredista de Miguel Ángel Mancera está llevando a cabo en contubernio con el gobierno federal, como son el espionaje telefónico en contra de activistas sociales, defensores de derechos humanos y periodistas, arrestos ilegales y acoso a manifestaciones pacíficas con ataques brutales de policías y “halcones”, al mismo tiempo que el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, ha propuesto reformar el artículo 29 Constitucional  proponiendo al Congreso la suspensión de derechos y garantías en caso de registrarse acciones como la invasión y perturbación grave de la paz pública o cualquier otra que ponga en grave peligro o conflicto a la sociedad.

Así, de esta manera, estos gobiernos oprobiosos de “izquierda” y de derecha pretenden justificar y legalizar las posibles masacres que cometan en contra del pueblo de México enviando el mensaje claro a la ciudadanía de que no protesten de ninguna manera por los actos de corrupción que cometen y por las omisiones graves en las que incurren al no proporcionarle a la nación seguridad y bienestar social; que es mejor que se queden en sus casas, que no hablen, porque si lesionan o matan a alguien por hacerlo no habrá culpables porque están actuando “dentro de la ley”.

Por eso, hoy al pueblo de México le corresponde deshacerse de una vez por todas de estas mafias delincuenciales partidistas que nos han resultado mucho más peligrosas que los mismos carteles de las drogas. ¿De qué manera? Saliendo a las calles, interrumpiéndolos en sus actos públicos amañados, demostrándoles nuestro rechazo absoluto a sus pillerías… y no votando por ellos nunca jamás en las próximas elecciones. No votar por ellos y votar por candidatos independientes, ciudadanos comunes, valiosos, que demuestren cabalmente no haber pertenecido a ninguna de estas mafias peligrosas llamadas partidos políticos. Solo así podríamos cambiar el negro futuro que les espera a nuestros hijos si seguimos permitiendo que estos sátrapas, que representan lo peor de nuestra sociedad, nos sigan gobernando.