Gobernantes hampones e inútiles

A lo largo de nuestra historia, siempre hemos sabido que la mayoría de los políticos que nos han gobernado han sido corruptos, pero a pesar de ello durante mucho tiempo lograron mantener al país en un aparente clima de paz social, si acaso roto por los reclamos justos de ciertos sectores sociales abandonados que derivaron en luchas sociales violentas, como los movimientos guerrilleros de las décadas de los años sesenta y setenta del siglo pasado.

Enrique Peña Nieto, su gobierno sigue descalificando los señalamientos que le hacen organismos internacionales por sus graves omisiones en la defensa de derechos humanos.
Enrique Peña Nieto, su gobierno sigue descalificando los señalamientos que le hacen organismos internacionales por sus graves omisiones en la defensa de derechos humanos.

Fue con la intensificación del trasiego de drogas hacia el imperio enfermo de los Estados Unidos que esa paz se esfumó volviéndose buena parte de la clase política mexicana parte de esos grupos de la delincuencia organizada que se enriquecen, tanto con el tráfico de estupefacientes como con otras actividades criminales, como el contrabando, extorsiones y trata de personas. Así, muchos de nuestros gobernantes han dejado de ser servidores públicos para transformarse en engranajes de estos clanes hamponeriles altamente peligrosos. Y el vértigo que les ha provocado el obtener enormes cantidades de dinero mal habido y fácil disfrutando de total impunidad ha traído como consecuencia el Estado fallido que padecemos.

Hoy, los integrantes de la clase gobernante mexicana, casi en su totalidad, no se dedican a gobernar, a dirigir un país y a cuidar los intereses y el patrimonio de sus habitantes, se dedican a hacer negocios particulares con recursos públicos, a enriquecerse ilícitamente, a vender nuestras riquezas naturales al mejor postor, a obtener casas blancas a cambio de contratos leoninos otorgados a empresarios voraces, a recibir bolsas repletas de dinero por proteger el tráfico y la venta de drogas y a encubrirse unos a otros retorciendo las leyes a su antojo.

De esta manera nos hemos convertido en la antítesis de lo que debe ser un auténtico país: aquí se encarcela a quienes defienden a la ciudadanía porque el Estado fue incapaz de hacerlo (Dr. Mireles y Nestora Salgado) y se deja en libertad e inclusive se protege a las bandas de delincuentes; aquí se despide de sus trabajos y se asesina a los periodistas que denuncian los actos delictivos de los gobernantes, mientras a estos se les mantiene en sus cargos; aquí las víctimas de graves violaciones a sus derechos humanos de la noche a la mañana se convierten en culpables por culposos; aquí se pretende despedir a los profesores que no aprueben sus evaluaciones y se les encarcela por protestar mientras un ignorante e inculto ocupa la presidencia de la República. Y ante nuestra propia indiferencia nos hemos convertido vergonzosamente en uno de los países más corruptos e impunes del mundo.

Miguel Ángel Osorio Chong y Luis Videgaray, secretarios de Gobernación y Hacienda, respectivamente. Funcionarios que mantienen al país en vilo por su incompetencia.
Miguel Ángel Osorio Chong y Luis Videgaray, secretarios de Gobernación y Hacienda, respectivamente. Funcionarios que mantienen al país en vilo por su incompetencia.

Podemos enterarnos de las atrocidades que cometen nuestros gobernantes pero ninguna de ellas nos conmueve. Ahora sabemos que la reforma energética solo está sirviendo para enriquecer brutalmente a unos cuantos, y recién nos enteramos que las gasolineras que PEMEX está instalando en los Estados Unidos están vendiendo el litro de gasolina Magna en 7 pesos mientras en México nos lo venden a casi el doble. ¿Las gasolineras que los gringos instalarán en nuestro país nos venderán el litro de gasolina al mismo precio que ellos lo venden en su país? Lo dudamos mucho.

Este desdén que tienen nuestros gobernantes por nosotros, sus mandantes, ya es simplemente insoportable. Y a las mil y una maneras que tienen para sacarnos nuestro dinero de los bolsillos se suma también la asignación arbitraria de salarios y aguinaldos insultantes que superan a los que reciben los mandatarios de países del llamado Primer mundo. Salarios que por supuesto no devengan ya que nuestro país está inmerso en una de las peores crisis de su historia, con más de la mitad de su territorio dominado por los grupos de la delincuencia organizada, y la otra mitad en poder de gobernantes sátrapas y ladrones; con una economía que pende de un hilo, a merced de factores externos, porque las mafias que ostentan el poder no son capaces de fortalecerla a pesar de que somos un país petrolero, simple y sencillamente porque son mafiosos y los mafiosos no saben cómo se gobierna verdaderamente un país. No son estadistas, son mequetrefes que hacen todo lo que les ordena el imperio norteamericano y las oligarquías nacional y extranjera.

¿Qué debemos hacer los mexicanos para terminar con este panorama sombrío si desde antes de que se lleven a cabo los procesos electorales estos vivales ya saben a quiénes nos van a imponer como gobernantes?

Una de las opciones más viables que podríamos tener los ciudadanos es la de integrarnos en un movimiento de masas ajeno a cualquier partido político e impulsar el Nuevo Constituyente, propuesto por el obispo Raúl Vera, para reestructurar nuestra nación. Esta lucha puede ser larga y difícil, pero no inalcanzable.

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