Cultura chatarra, programas chatarra

Éstos son los tiempos del nadie sabe, nadie supo…

Bueno, ya tenemos un primer lugar a nivel mundial: México es el primer consumidor de refrescos en el mundo con un consumo de 163 litros por persona al año, y esta es una cifra superior en un 40% a la del segundo consumidor, que es Estados Unidos, que consume 118 litros por persona al año. Y para que lo valoremos, las bebidas azucaradas provocan la muerte de 24 mil mexicanos al año; pero eso sí, combatimos otros consumos y dejamos a los delincuentes legales que sigan envenenando al pueblo, provocando enfermedades que los servicios de salud deben atender, y los grandes fabricantes pues embolsándose millones y millones de pesos que reparten no solamente en nuevas inversiones de este tipo, sino también para costear campañas políticas y sostener a sus políticos que les resuelven conflictos a nivel nacional. Y así, pues nadie sabe y nadie supo, pero nos siguen chingando…

La industria refresquera ya ha causado graves daños a la salud de los mexicanos.

Según Florence L. Theodore, del Instituto de Salud Pública, el consumo de tantos litros de refresco al año producen: “obesidad, diabetes tipo 2, derrames cerebrales, gota, asma, cáncer, artritis reumatoide, enfermedades arteriales, coronarias y óseas, problemas dentales y de conducta, trastornos psicológicos, envejecimiento prematuro y adicción”, y lo que nadie sabe y nadie supo es que en este gobierno de transformación, de aparentes rompimientos (que no hay en la realidad) con los grandes capitalistas, pues se sigue alentando y protegiendo este inmenso negocio que provoca muertes y daños en la salud de los mexicanos, con el cuento de que sus dirigentes de Monterrey se han comprometido a realizar nuevas inversiones para apoyar la economía de la 4T, sin decirnos que esas inversiones van dirigidas a nuevos productos de este tipo, y todo para continuar ellos ganando y a nosotros jodíéndonos la salud y saqueando los bolsillos de los mexicanos. De tal suerte, debemos entender que normalmente una familia destina el 10% de sus ingresos totales para la compra de refrescos, y que en las comunidades rurales siete de cada diez niños desayunan con esa bebida; y bueno, con el nuevo gobierno pues creímos que se rompería con la economía neoliberal destinada a proteger a los grandes inversionistas y capitales, pero no, solamente hablamos de pico porque en la realidad siguen los mismos pasos para que todo siga igual.

Y esto no lo puede ignorar el presidente López Obrador, ya que recorre los caminos de las zonas más jodidas y ha dicho que es increíble que en todos lados se pueda encontrar refrescos y comida chatarra, pero no medicamentos. Algunos de sus asesores le decían o recomendaban usar la infraestructura de esas empresas tan productivas y dañinas para el país para repartir medicamentos y presionarlas para que inviertan más sus ganancias y dejen de joderlo cuando se lleguen las negociaciones para inversiones protegidas, como ya lo hicieron, y que sigan con sus enormes negocios aunque sigan jodiendo a los pobres, los más pobres del país que son los que consumen más refrescos, sobre todo ahora que pueden hacerlo más por los apoyos que les dan, que se los gastan en esos consumos: refrescos y comida chatarra… pero al parecer todo cambia para continuar igual: jodiendo al pueblo de México.

Ya me puedo imaginar los enormes beneficios que tendrán esos consorcios refresqueros que protegen la política de Vicente Fox y de AMLO, cuando ingresen al negocio de la marihuana, pues ellos sí podrán recolectar y distribuir en todo el país ese producto, con mayores ganancias que cualquier otra agrupación, porque no será el gobierno el que ponga la empresa para generar la producción, procesamiento, distribución y compra de la marihuana, pues esos negocios lucrativos que generan adicción se los dan a las grandes sociedades particulares. Y a pesar de que nos han dicho que no se permitirá aumentar la economía neoliberal, pues tendrá otro nombre, pero es lo mismo, es como si nos dieran atole con el dedo o el dedo con atole.

Creo que el presidente es un hombre de buena fe y de buenas intenciones, que no le gustan los conflictos, y menos que esos inversionistas le pongan cuatros y usen los recursos para combatirlo, y prefiere llegar a las negociaciones como lo ha hecho con el consorcio refresquero y de comida chatarra de mayor penetración y negocios en el país: FEMSA. Por esa razón, las negociaciones se dan a alto nivel y solamente se conocen los compromisos, pero no lo que se da a cambio de los mismos.

Seguramente hay enormes cochineros dejados por todo el país, pero hay prioridades para atenderlos y no perdernos en posturas demagógicas. Que bueno que hoy en día las acciones retornarán a proteger y apoyar a las comunidades indígenas más pobres del país, y seguramente AMLO recuerda aquellos tiempos en los que con Nacho Ovalle trabajaba en las comunidades indígenas de Tabasco, de ahí su cariño y emoción por su atención; y eso es bueno, pero no podrá aplicar la misma política de Echeverría en este campo pues tiene que establecer los cambios necesarios y ver lo que falló en su momento. Por ejemplo, en ese tiempo trabajando con organizaciones políticas se decía que no quedaría ningún sitio sin sembrar, y el caso es que no se sembró en todo el país y tuvimos una enorme crisis de producción; se habló de que se generaría mano de obra construyendo caminos para conectar a toda la nación, y nos quedamos sin palas y sin picos, ni ganas para continuar en ese proyecto, solamente porque eran declaraciones políticas y no acciones pensadas y planeadas, como las industrias rurales que al poco tiempo fracasaron por falta de recursos y de buena administración. Hoy, a lo mejor, tenemos más hombres y mujeres comprometidos con este tipo de acciones, y sería bueno aplicar los proyectos para ver si en verdad sirven y dan resultados como pensamos algunos que los pueden dar… quitando los refrescos y los productos chatarra en el consumo de las comunidades indígenas, así como también eliminando los programas chatarras.