José Antonio Meade, el peor
Que las familias tengan comida en la mesa, seguridad y educación de calidad, fueron las primeras promesas que hizo el ex secretario de Hacienda, José Antonio Meade Kuribreña, quien fue el elegido, o mejor dicho “ungido” del presidente Peña Nieto para ser el ya virtual candidato del PRI a la presidencia de la República, en ese grotesco “dedazo” que sin pudor alguno todavía se sigue practicando en este partido por demás decadente.
Pero esas promesas de Meade rayan en el cinismo pues, como ya se sabe, el historial de este político es más que nefasto y no tiene nada que ver con su apariencia bonachona (y quizá por lo mismo este personaje es muchísimo más peligroso de lo que nos pudiéramos imaginar).
José Antonio Meade trae consigo el negro historial de ser uno de los más grandes depredadores del erario. Sus deplorables antecedentes se remontan al sexenio de Ernesto Zedillo (1994-2000), en el que fue titular del Instituto de Protección al Ahorro Bancario, creado en 1998 para legalizar el monstruoso fraude bancario del FOBAPROA, que representó un desfalco a las arcas nacionales que ascendió a más de 60 mil millones de dólares, destinados a salvar a los banqueros con cargo a los bolsillos de los ciudadanos.
En el sexenio de Vicente Fox (2000-2006), como director general de BANRURAL, José Antonio Meade se encargó de liquidar este banco que proporcionaba financiamiento a los trabajadores del campo (¿se acordará de esto el actual dirigente de la CNC, el senador y ex gobernador de Durango, Ismael Hernández Deras, que recientemente de manera muy efusiva levantó la mano de Meade ofreciéndole el apoyo de todos los campesinos del país?).
De 2006 a 2012, Meade ocupa en el sexenio de Felipe Calderón la titularidad de la secretaría de Hacienda, desde la cual llevó a cabo el enorme saqueo que acabó con PEMEX.
En el actual sexenio de Enrique Peña Nieto, este personaje sui géneris ocupó las secretarías de Relaciones Exteriores, Desarrollo Social y nuevamente la secretaría de Hacienda, su puesto favorito desde el que precisamente ha provocado que millones de familias mexicanas cada día tengan menos comida en sus mesas, menos empleos, menos educación, menos salud, más esclavitud y más inseguridad, pues José Antonio Meade Kuribreña ha servido más a los intereses de las oligarquías nacional y extranjeras que a los intereses del pueblo de México.
Por esto mismo José Antonio Meade ha participado por igual en los gobiernos panistas y priístas, pues para él cualquier trinchera es buena para perjudicar al pueblo de México.
Hoy, Meade Kuribreña, el amigo íntimo de la adolescencia del entreguista secretario de Relaciones Exteriores Luis Videgaray, llega como candidato “externo” del PRI, y los analistas oficiales dicen que es un hombre sin partido, cuando en realidad, comentan muchos otros, es un tipo sin principios.
Pero menos principios tiene la militancia priista, a la que, agachonamente, no le queda más que aceptar esta designación, pues aunque a muchos les sorprendió, otros manifiestan que desde hace mucho tiempo ya se estaba preparando el camino para la llegada de este rufián de cuello blanco a la candidatura presidencial del PRI.
Como estrategia de lo anterior, supuestamente, la mafia en el poder pensó en su perfil pues José Antonio Meade podría juntar votos tanto del PAN como del PRI, y aparentemente sería el único que pudiera darle batalla al eterno candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, el santón “izquierdista” hipócrita que también ya lleva muchísimos años engañando a la ciudadanía con su falso papel de político “honesto”.
Así las cosas, la ciudadanía mexicana está a la espera de lo que suceda en el llamado Frente Ciudadano por México, integrado por los partidos PAN, PRD y Movimiento Ciudadano, que hasta el momento libran una lucha por tratar de imponer a sus candidatos, entre los que destacan el jefe de gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, el presidente del CEN del PAN, Ricardo Anaya y el ex gobernador poblano Rafael Moreno Valle.
Mientras esto sucede y la clase política nacional se reparte nuestro país como pastel o botín, la clase trabajadora, preocupada por llevar el sustento a sus hogares y sacar adelante a sus hijos (sin pensar en acceder a servicios de salud y educación de calidad y eventos recreativos), no espera nada de la partidocracia ni del sistema político que la gobierna, y mucho menos cuando la Comisión Nacional de Salarios Mínimos festejó con bombo y platillo el aumento de 8 pesos al salario mínimo, un aumento determinado por un sujeto llamado Basilio González Núñez (¿usted, amable lector, ha oído de él?), que desde hace 26 años ocupa la presidencia de dicha comisión cobrando 173 mil 620 pesos mensuales como sueldo.
Estos son los contrastes insultantes que padecemos, como el que actualmente sucede en el gobierno estatal de Durango que acaba de anunciar la supuesta creación de 9 mil empleos en el último año por parte del sector empresarial, pero calla los miles de despidos injustificados que ha realizado desde el primer día en que entró en vigor su administración.
Son muchas las cuentas pendientes que la partidocracia tiene con el pueblo de México, que desafortunadamente tiene muy pocas opciones para escoger en las elecciones de 2018, pues entre la pléyade de “candidatos independientes” solo unos cuantos son auténticos, por lo que se sigue pronosticando largo, pero no imposible, el camino hacia una verdadera democracia.