Entender el 68, algo de Lecumberri

Sin duda hay muchas preguntas y demasiadas lagunas a lo largo de la vida. Algunos me preguntan constantemente cómo era la vida en la cárcel de Lecumberri en esos dos años ocho meses que estuve en prisión acusado de muchos delitos, soportando las agresiones del régimen y de algunos cuates que no entendieron ni entienden que los enemigos no éramos nosotros, sino el sistema y los representantes del mismo.

Siempre me viene a la mente la seriedad y la hombría del maestro José Revueltas, y cómo no la podría tener si antes de ser mayor de edad (18 años) ya había sido encarcelado por sus pensamientos e ideales en las Islas Marías, donde escribió “Muros de Agua”. Él vivía con ese orgullo de los que caen a la cárcel, o a la tumba, o andan errando en la huida, como los que tienen firmes sus convicciones e ideales, como siempre lo manifestó y demostró.

En el 68 algunos maestros solamente estaban porque no querían verse viejos, dominados por el sistema y reaccionarios, pero lo eran en realidad, solamente buscaban salir en las fotos y en las declaraciones, había noches en que se les escuchaba lamentarse en la soledad de sus celdas y arrepentirse de sus acciones; en fin, algunos otros lo veían como una forma de aventura, de nuevas experiencias, les encantaba ser el centro de atención de las chicas que llegaban a la cárcel a “convivir con los presos políticos” llevando viandas o medicamentos, o el simple acompañamiento que rompe la soledad; otros muchos tuvieron que sobrevivir con mentadas, resentimientos, angustias, miedos, y no sabían cómo sobrellevar la soledad en las noches de insomnio ni entendían bien a bien lo que sucedía cuando pasaban los meses y nos sentenciaban a 20 años, y faltaban otros más por delitos del fuero común, que jamás cometimos.

PÁG. 3 (1). El Palacio Negro de Lecumberri, la cárcel en donde el régimen opresor mexicano quiso callar las voces de importantes líderes estudiantiles, sindicales y activistas polí
El Palacio Negro de Lecumberri, la cárcel en donde el régimen opresor mexicano quiso callar las voces de importantes líderes estudiantiles, sindicales y activistas políticos y sociales.
PÁG. 3 (2). Sócrates Campos Lemus, ex dirigente de la Escuela Superior de Economía del IPN, y uno de los líderes históricos del movimiento estudiantil, al momento de su detención el 2 de oc
Sócrates Campos Lemus, ex dirigente de la Escuela Superior de Economía del IPN, y uno de los líderes históricos del movimiento estudiantil, al momento de su detención el 2 de octubre de 1968, en el edificio Chihuahua de Tlatelolco.

Es curioso, pero cada vez que se festejaba algo en el calendario, como el día de la guadalupana, navidad, el informe presidencial, el año nuevo o la visita de un personaje político del extranjero, se corría el rumor de que: ¡ahora sí!, seguramente se ablandaría el corazón de Díaz Ordaz y de Echeverría, y saldríamos libres sin saber cómo. No entendíamos eso de la amnistía, ni que el sistema nos había derrotado y daba un ejemplo para los demás con nuestro encarcelamiento, sobre todo cuando el movimiento en las calles se había paralizado… fue ahí cuando empezó la enorme tragedia dentro de Lecumberri. Se comenzaron a dividir en grupos, por intereses, por complicidades, por resentimientos, por odios… y todo esto lo canalizaron hacia otros presos que sufrían por el mismo conflicto y por el mismo régimen.

En ese entonces el sistema y los politicos no entendieron que nosotros ideábamos un movimiento popular y democrático, eso era porque ellos fueron el resultado de un movimiento armado, donde los conflictos les llevaron a implementar un partido único, con organizaciones y movilización política por medio de controles en el sector obrero, popular y campesino; además, contaban con la formación del gobierno y su administración, con el apoyo de los burócratas y el control de los sindicatos del magisterio, petrolero, electricistas, aunado al entonces importante sindicato de telefonistas; y contra esto no luchamos, solamente planteamos la necesidad de un cambio, sin entender que el gobierno no dialogaba: IMPONÍA. No tenían capacidad ni necesidad de conversar, y menos con manifestantes que no controlaban ningún sector que pudiera serle productivo.

Ya habíamos visto las represiones en contra del magisterio, de los ferrocarrileros y de los médicos; el aplastamiento del movimiento en contra del aumento al precio del pasaje en los camiones; las opresiones brutales en el sector campesino y en muchos de los movimientos del sector popular; pero la juventud, la inexperiencia y el ego de sentirnos importantes no nos dejó ver lo que venía. El sistema se infiltró en el movimiento, utilizaron a grupos de maestros y a algunos “dirigentes” estudiantiles que se consideraban de importancia (pero que no plantearon mayor cosa mas que los movimientos que les ordenaban hacer sus entrenadores en la política), y así se notó, sin que se diera algún rompimiento, el interés de algunos en sostener al margen de la mayoría las famosas “platicas discretas con funcionarios y políticos del sistema y del gobierno”, y a ellos les dieron las esperanzas de empleos (y les cumplieron) y de participación política (como hasta la actualidad tienen), por ello, se promovió la confrontación entre Poli-Normal y la UNAM, y no es que en las bases se dieran esos conflictos, no; en el caso de Chapingo, el entonces secretario de Agricultura, con amplias relaciones con el presidente, sostenía una buena relación con los “líderes” y por ello Chapingo aparecía distante en su dirigencia mas no en la participación de sus bases.

También se usaron las amplias relaciones que mantenían los dirigentes del Partido Comunista Mexicano con muchos políticos, en especial con Echeverría, que era su pastor y gestor ante el sistema, por esa misma razón se les empleaba para dar el golpe final al movimiento en su desenlace complejo y terrible ante la represión en Tlatelolco, así como también se utilizó a la prensa nacional, la radio y a la televisión, que realizaron una intervención de manipulación muy importante y nunca antes vista, por lo que el famoso movimiento estudiantil se quedó muerto en la Plaza de Tlatelolco. Se silenciaron las voces por el temor y el terror. Las movilizaciones estudiantiles se frenaron y se apagaron desde el día tres de octubre, y para el día 12 del mismo mes (al inicio de las Olimpiadas) empezaban las negociaciones con los sobrevivientes y estudiantes a través de varios sectores, incluyendo a Díaz Ordaz, Echeverría, Corona del Rosal y Martínez Manautou, así como también rectores, directores de escuelas y maestros miembros de la alta burocracia política que daban clases y servían al sistema; y al interior de Lecumberri todo era confusión, divisiones, odios y resentimientos. El no entender absolutamente nada de lo que estaba sucediendo hizo que se llegara al grado de acusar a algunos presos (tanto entre los mismos reos como entre los que se encontraban libres) de traidores y provocadores, sin ver que los traidores estaban en el sistema y los provocadores también. En fin, el tiempo es madre de la verdad.