González Casanova y los “intelectuales autistas”
1.- El ex rector de la UNAM, Pablo González Casanova, declaró ayer: “Hay autismo colectivo en la mayoría de los intelectuales” (¿querrá decir que están enfermos, no entienden, son cobardes y oportunistas?). También señaló: “Tenemos una crisis terminal en este momento del capitalismo”, al que describió como un sistema de dominación y acumulación que busca como valor principal maximizar el poder, las riquezas y las utilidades. Y para finalizar agregó: “están enfermos, véanlos; buscando más millones y millones. Una de las consecuencias del capitalismo es el cambio climático. Y son pocos los científicos e intelectuales que se atreven a decirlo”.
2.- El sociólogo González Casanova y el filósofo Luis Villoro, más otros dos o tres intelectuales, desde los noventa apoyaron al EZLN y al movimiento zapatista, aislándose por ese hecho de “las mafias de intelectuales” que se habían agrupado alrededor de Benítez, Paz, Aguilar Camín, Krauze y otros que hacían buenos negocios alrededor de la empresa Televisa, el gobierno del PRI, TV Azteca, radios, y otros centros de poder. Por ello todo mundo se pregunta: ¿Cuánto dinero ha fluido alrededor de la llamada “cultura”, en subsidios, becas y negocios, para hacer que los autollamados “intelectuales” se acostumbren a guardar silencio ante los mil y un problemas de miseria, hambre y represión que sufre el pueblo?
3.- Algunos intelectuales mexicanos que siendo jóvenes fueron izquierdistas, de pronto pasaron a ser de centro/izquierda, para luego estacionarse en la derecha del PRI y del PAN. Si en algún momento de su juventud apoyaron un movimiento de trabajadores, hoy, los intelectuales en sus comentarios o mesas televisivas, se dedican a despotricar (con cualquier pretexto) contra todo aquel movimiento que se parezca a la izquierda o centro/izquierda. Por ello nuestro ex rector de la UNAM ha dicho: “Hay autismo colectivo en la mayoría de los intelectuales”. Pareciera que las únicas cabezas independientes que se atreven a salir son las de la periodista Carmen Aristegui y los intelectuales Meyer, Taibo, Noroña, Hernández y Villamil.
4.- Lo que sucede es que, intelectuales, aquellos que trabajan de manera permanente desarrollando sus ideas, pensando acerca del mundo y las cosas, haciéndose preguntas acerca del origen y el por qué de cada fenómeno, hay poquísimos. Lo que existe por millones son campesinos, obreros, empleados, profesionistas, burócratas y titulados universitarios. Se piensa muchas veces que el intelectual es el que no hace trabajo manual o material, no usa las piernas o los brazos, sólo usa la memoria y cierto razonamiento como trabajo práctico. Lo que debe quedar claro es que para ser intelectual no se necesita ningún título universitario o politécnico. No es un asunto de escuela.
5.- Del 95 por ciento de médicos, administradores, sociólogos, profesores, abogados, ingenieros, químicos, arquitectos -incluso con postgrados-, casi todos son buenos profesionistas que desempeñan bien su trabajo; mes tras mes o año tras año siguen cumpliendo con su profesión sin necesidad de pensar y con una magnífica memoria para repetir. Algunos me han respondido: “No me interesa el origen, el desarrollo o las perspectivas de mi profesión, para mí lo importante es curar, ganar un pleito, que no se caiga el edificio y, sobre todo, ganar dinero… pensar es tarea de filósofos, escritores, poetas, intelectuales”.
6.- Pienso que en México ha habido muy poco trabajo político e ideológico de parte de la izquierda; se ha enfocado y dirigido mal, o de plano los medios de información -en especial la Televisión- han trabajado maravillosamente para beneficio de la burguesía. México es un país de pensamiento derechista, por ello los partidos y los llamados intelectuales han preferido colocarse en esa posición porque es la que les rinde más dividendos. González Casanova tiene razón al dar realce a lo que durante muchos años hemos apuntado contra los señoritos “intelectuales” que usan su nombre, no para ayudar al pueblo explotado y oprimido, sino para hacerse de riquezas.