El entrenamiento intenso disminuye el deseo sexual

Amanda Jot.

Me hice aficionada a los perfiles de grandes fotógrafos que publican imágenes de los ejemplares masculinos más despampanantes del momento. Desde Mario Testino hasta nuestro Gabriel Machado, pasando por actores y modelos locales y celebridades internacionales, parece no haber hombre más o menos “en forma” que no aproveche el morbo de las redes sociales para promocionar sus gracias. Imperdibles los comentarios que les dejan las fans al pie de cada curva untada en aceite. Nótese que algo semejante sucede fuera de la virtualidad.

Con la discreción que permiten mis gafas polarizadas, observo que últimamente hasta los de 60 van por la calle vestidos con ropas dos talles menos, me refiero a los pantalones apretados tipo mallas de ballet. Intenten poner en Instagram el hashtag #Legday para encontrar millones de publicaciones en las que muchos aparecen enfundados en skinnys que cortan la circulación.

Esa ostentación de testosterona (inaugurada por Ronaldo y antes por Beckham) podría interpretarse como parte del fenómeno del “sportsexual”, sin embargo el último neologismo inventado por el periodista Mark Simpson para describir al individuo fanatizado por el entrenamiento deportivo está siendo superado por una realidad mayor, pues lisa y llanamente estas criaturas se han asumido como objetos sexuales. Entrenan con rigor militar, se llenan de tatuajes, usan ropa XXS y pasan horas frente al espejo para verse deseables. Lo consiguen, claro. El asunto es que llevar los genitales oprimidos es un bumerán para lo fines prácticos.

El chupín estilo “segunda piel” es pésimo para la salud de hombres y mujeres. El 10% de los hombres que los usa habitualmente padece algún problema en los genitales, dicen los resultados de un sondeo realizado por TENA Men, portal británico dedicado a investigar la incontinencia. Según los expertos, la ropa interior o los pantalones muy ajustados pueden provocar infecciones urinarias y desembocar en incontinencia, infecciones de hongos o, peor, disminuir la producción de espermas debido a una torcedura en los testículos. Todo se agrava si pasan muchas horas sentados.

Y nada es eso. Investigadores de la Universidad de Carolina del Norte encontraron que existe una relación directa entre la disminución del deseo sexual y el exceso de deporte. En el experimento participaron más de un millar de hombres físicamente activos, y aquellos que habían entrenado con menos intensidad dijeron tener un deseo sexual normal, siete veces más que quienes habían entrenado duro. La sobredosis de planchas, running, pesas o lo que sea puede provocar una baja de la testosterona y la hormona luteinizante, así como un incremento en el volumen de entrenamiento intenso es capaz de causar fatiga mental y física, afectando el deseo y la motivación a la hora de tener sexo, dicen los expertos.

Según el estudio, el 15% de los hombres que aseguraron hacer más de 10 horas de ejercicio a la semana manifestaron tener poco deseo sexual. Por otro lado, sólo el 2% de aquellos que realizaron ejercicio entre cuatro a seis horas a la semana reportaron la baja de deseo. En fin, no se puede tener todo en esta vida, ni en ninguna otra. ¡O se bajan de la cinta o se aflojan el chupin!

(lanacion.com.ar).