¿Quiere López Obrador ser buen presidente en un México capitalista de explotadores y miserables?

1Maravilloso, al fin se ha cumplido uno de mis deseos: que López Obrador (AMLO) sea reconocido como el próximo presidente de México. Este es el primer paso, el segundo será gobernar bien, sirviendo a los intereses del 95% de la población trabajadora. El triunfo de AMLO fue abrumador (con más del 50 por ciento de los votos) porque durante 18 años -como nunca nadie en la historia- se mantuvo en campaña política activa, y sus competidores apenas seis meses. Si no le reconocían el triunfo, después de ser defraudado electoralmente en 2006 y 2012, muchas cosas pudieron ocurrir. Hoy todos parecen contentos, tanto amigos como enemigos.

El General Lázaro Cárdenas ha sido el único presidente auténticamente izquierdista que ha tenido México, por lo que Andrés Manuel López Obrador deberá estar a la altura de las circunstancias y gobernar para la mayoría de los mexicanos, tal y como lo hizo el inolvidable político michoacano.

2Tiene cinco largos meses López Obrador para realizar entrevistas, reuniones y planes de gobierno, para que al tomar posesión el 1 de diciembre no exista pretexto alguno para no realizar las cosas en beneficio de los trabajadores mexicanos. ¿Puede olvidarse que en una sociedad desigual de 10 mil ricos y 120 millones de pobres no se puede gobernar “igual para todos” sin ser injustos? La tarea más importante e inmediata de AMLO es crear millones de empleos productivos con salarios adecuados con los que se evite el hambre y la desesperación de millones de pobres en el país, que buscan migrar, que se ven obligados a robar, asaltar y a matar. ¿Qué hacer?

3En primer lugar destinar miles de millones de pesos a crear fuentes de trabajo. Este dinero debería salir de las inversiones bancarias de cientos de empresarios y de recortes salariales de altos políticos. Estar llorando o lamentando que “no hay dinero” cuando hay mil empresarios multimillonarios en México y altos políticos que tienen a montones, es vergonzoso y condenable. Y, por ese camino de crear millones de empleos y atender al campo creando planes productivos para evitar la importación de decenas de alimentos que pueden producirse en el país, puede generarse una gran ocupación e ingresos económicos, que es lo más urgente a resolver.

4La ocupación y los ingresos son el quid, la esencia del problema, pero además están las inversiones, salarios, justicia y la seguridad. ¿Cuántos millones de jóvenes “ninis”, que no estudian ni trabajan se incorporarán al empleo remediando esa fuerte presión? El mercado laboral demanda cada año 1.2 millones de empleos, esos todavía no se están dando, hay mucho trabajo por hacer. La informalidad en el empleo es mayor; hoy tenemos que el 57% de la población económicamente activa tiene un empleo, pero es informal, ahí están 30 millones de trabajadores que tienen empleo, pero sin prestaciones, así que México es informal en materia laboral.

5Obvio, hay medidas muy urgentes a tomar para evitar que el desastre (como las inversiones en el Nuevo Aeropuerto y la privatización petrolera) siga avanzando, pero el problema de la seguridad, el empleo y los ingresos, es determinante. El presidente de EEUU, quien al parecer guarda aún su cara guerrerista, sigue confrontándose con el gobierno mexicano. Este asunto es de urgente solución por la relación comercial en la que Trump reclama a México porque paga salarios de hambre con los que no puede competir. Si AMLO atendiera los problemas del campo, donde vive el 25 por ciento de la población, éste crecería si se atiende adecuadamente.

6La derecha, tanto empresarios como el PRI y el PAN, salió jodida y muy molesta de las elecciones, por ello se va a reorganizar para confrontar y arrebatar el poder a AMLO.

Si la izquierda radical –muy debilitada o casi inexistente- no hace lo propio para salir a la calle y exigir a AMLO que cumpla con la población pobre y miserable, ya la veremos en pocos años reclamando lo que no pudo defender en el momento adecuado. Mientras tanto, comenzarán a difundirse pleitos, chismes, confrontaciones en las organizaciones derechistas para recuperar poder, negocios e ingresos. Aparecerán como la oposición antiAMLO, pero será todo un engaño, un disfraz para recuperar el poder.