Discriminación genocida, corrupción e impunidad al 100%
Víctor Flores Morales, líder de los ferrocarrileros, modelo de impunidad en el sistema político mexicano.
“El gobierno no apoyará a las familias indígenas que tengan más de tres hijos, ya que la procreación se está viendo como forma de que ingrese más dinero al hogar…”, fue la declaración que hizo el pasado 1 de mayo la secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles Berlanga, e inmediatamente se hizo acreedora a infinidad de críticas bien merecidas, un tanto por la marcada discriminación en sus palabras y otro tanto por dejar ver descaradamente el trasfondo de exterminio que oculta la política de “control de población” que ejerce el actual gobierno peñanietista en contra de las comunidades indígenas del país. Y es que, como en esta edición bien lo apunta nuestro compañero Sócrates Campos Lemus, los indígenas son dueños de muy buena parte del territorio nacional en donde coincidentemente existen riquezas naturales de gran valor para la oligarquía depredadora, que es realmente la que domina todo el espectro político a través de sus personeros, que son los gobernantes y sus partidos.
Así, toma sentido la eliminación gradual de las comunidades indígenas para apoderarse de estas riquezas: minas, bosques y recursos acuíferos, principalmente.
Y lo peor de todo es que la negación de recursos públicos para estas comunidades indígenas que hace la secretaria Rosario Robles, no la hace con el consentimiento de los contribuyentes, que al fin de cuentas son los que aportan el dinero que conforma el erario, la hace atendiendo políticas genocidas implementadas por las grandes potencias y organismos financieros internacionales, especializados en el exterminio de millones de seres humanos del planeta para apoderarse de sus países y patrimonios, y extender sus dominios.
En la mayoría de los casos, estas potencias y organizaciones invaden naciones y asesinan a sus habitantes para despojarlos de sus riquezas naturales, mientras aquí en nuestro país son nuestros mismos gobernantes quienes legislan para entregar a las oligarquías nacional y extranjera esos recursos de manera pacíficamente infame, e implementan políticas de exterminio para dejar el terreno libre a estos depredadores.
Y al mismo tiempo que esto sucede, aumenta la corrupción e impunidad de la partidocracia, que sigue actuando sin límite alguno, protegiendo a sus integrantes y manteniéndolos intocables.
Así, no hay culpables de los millonarios fraudes a PEMEX por el emporio mafioso Oceanografía, favorecido en los gobiernos presidenciales panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón, como tampoco hay responsables de la pérdida de miles de millones de pesos del erario en la fallida construcción de la Línea 12 del Metro del D.F., durante el anterior sexenio perredista de Marcelo Ebrard.
El proxeneta ex dirigente del PRI capitalino, Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, millonario líder de los pepenadores, sigue gozando de libertad a pesar de existir pruebas contundentes en su contra como responsable del delito de trata de personas, y “dirigentes obreros”, como el ferrocarrilero Víctor Flores Morales, continúan disfrutando las fortunas mal habidas que obtuvieron sirviendo a los gobiernos mezquinos que desmantelaron la mayoría de las empresas paraestatales que daban fuerza al Estado mexicano.
El mismo presidente de la República, Enrique Peña Nieto, continúa en su cargo a pesar de haberse demostrado que llegó a la presidencia de manera ilegal, superando una docena de veces el gasto de campaña, establecido por las leyes electorales de nuestro país.
Corrupción e impunidad al 100%: este es el verdadero panorama que presenta la nación, y solo nosotros los ciudadanos podemos detener el libertinaje decadente que practican nuestros gobernantes.
Solo nosotros, los contribuyentes, podemos y debemos marcar un alto a los abusos de la partidocracia negándoles nuestro voto en los próximos comicios y eligiendo otras alternativas ajenas a estos institutos mafiosos.
Por eso, las candidaturas ciudadanas, hoy más que nunca, son ya necesarias, imprescindibles e inaplazables.