Solidaridad con Mónica Peyro: Durango debe colocarse del lado correcto, con las víctimas
José Narro Céspedes.
La dolorosa realidad de corrupción heredada como parte de un hábito de los gobiernos neoliberales hoy maltrata y hace sufrir a quienes mayor aporte a México han realizado: las madres.
En Durango, prácticamente una víctima de cualquier funcionario del Gobierno Estatal o municipales corre riesgo de persecución. El asunto es más delicado cuando se trata de una persona cercana a la Fiscalía, es decir, al mismísimo Gobernador.
La obligación constitucional de respetar la división de poderes obliga a los ejecutivos locales a no intervenir en las resoluciones judiciales, sin embargo, para la madre Mónica Peyro, quien rompió el silencio desde abril de 2020 al interponer una denuncia contra el padre de sus hijas por abuso sexual y violación, no hay justicia. No sólo vive con miedo de ser detenida y encarcelada por tipos penales inexistentes, sino que hoy mismo enfrenta el acoso judicial de un hombre con bastante poder en Durango.
Mónica Peyro es una sobreviviente de violencia vicaria, ha tratado de proteger a su hija y ha denunciado en sus redes sociales que:
“Incluso teniendo el dictamen de una médica legista que revisó a mi hija menor y determinó que la niña había sufrido penetración anal, el juez resolvió sobreseer el caso y el no ejercicio de la acción penal, porque según él la médica se había equivocado y los actos de molestia que referían las niñas respecto a su padre eran actos de amor”, algo inadmisible.
El Gobernador de Durango, José Rosas Aispuro, tiene en frente la opción de romper aquello que las mujeres denominan el “pacto patriarcal” recibiendo y atendiendo a la víctima, o la opción de continuar sin pronunciarse, un lugar en el que ciertamente, no viola la ley pero tampoco protege a quien lo requiere: las niñas que han vivido abusos.
Dice Mónica Peyro que el delito que se le imputa es el de salir a medios y redes sociales denunciando el abuso sexual y la violación, pidiendo justicia para sus hijas y que supuestamente, ello le causó a al padre “daño psicológico”. Es prácticamente inaudito que por publicar en redes sociales sea perseguida una mujer, solo por ser madre y luchar por sus hijas.