¿Por qué Cabeza de Vaca sí y José Rosas Aispuro no?
Fernando Miranda Servín.
Los ciudadanos mexicanos seguimos siendo testigos de esa forma tan peculiar de impartir justicia que tiene nuestro “sistema político”, que no es otra cosa más que un mecanismo de persecución e impunidad selectivas.
Recientemente, varios mandatarios estatales dejaron el poder, de entre estos destacan dos nombres por sus marcadísimos actos de corrupción e ineptitud: Francisco García Cabeza de Vaca, ex gobernador de Tamaulipas, y José Rosas Aispuro Torres, exgobernante de Durango.
Como se sabe, ambos cometieron delitos graves en el ejercicio de sus funciones, principalmente saqueos descomunales del erario y enriquecimientos ilícitos, tanto de ellos como de los integrantes de las camarillas delincuenciales que los rodearon.
Sin embargo, el primero, Francisco García Cabeza de Vaca, indiciado desde el año 2018 por diversos delitos, ya cuenta con varias órdenes de aprehensión en su contra, por lo que desde dos días antes de dejar el poder salió huyendo del país con destino incierto; mientras el segundo, José Rosas Aispuro Torres, tampoco se presentó a la ceremonia de cambio de poder en la entidad que gobernaba, pero hasta el momento goza de total impunidad a pesar de existir evidencias de sus saqueos más que suficientes para ser encarcelado de inmediato.
En el caso de Francisco García Cabeza de Vaca bastaron las pruebas por los delitos de delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita para que la Fiscalía General de la República solicitara a la Organización Internacional de Policía Criminal (INTERPOL) que emitiera una ficha roja para localizar al exmandatario tamaulipeco. Por el contrario, en el caso de “El Hombrecito de Tamazula”, José Rosas Aispuro, al gobierno federal del presidente Andrés Manuel López Obrador parece no importarle que este personaje se haya robado más de mil 500 millones de pesos de las participaciones federales de los 39 municipios de esta entidad, correspondientes al trienio 2019-2022; tampoco el gobierno lopezobradorista está tomando acciones legales contra este exmandatario ladrón por los 304 millones de pesos que la federación envió a la UJED, pero olímpicamente “El Hombrecito de Tamazula” y su secretario de Finanzas, Arturo Díaz, hurtaron para acrecentar sus fortunas mal habidas.
Hay muchos más robos y responsabilidades penales y administrativas cometidas por Aispuro Torres, como por ejemplo haberle robado a miles de maestros retenciones salariales para pagos de seguros de vida y créditos de vivienda (más de 500 millones), dejándolos en la lista negra del Buró de Crédito, y haber dejado las finanzas del gobierno duranguense en la bancarrota total y con una deuda pública de más de 25 mil millones de pesos.
Aispuro Torres ejerció un gobierno depredador y sátrapa en el que cientos de mujeres, niñas, niños, adolescentes e integrantes de la comunidad LGBTQ+ fueron ultrajados sexualmente y cientos de ciudadanos fueron despojados de sus propiedades sin que este mandatario interviniera para cumplir y hacer cumplir las leyes a favor de los afectados.
En términos reales, las rapacerías de Aispuro Torres superan en mucho a las de Francisco García Cabeza de Vaca, con la única diferencia de que el tamaulipeco tuvo la mala idea de contrapuntearse con el personaje político menos indicado: el presidente de la República.
Si la justicia en nuestro país fuera lisa y llana, no estaríamos viendo el penoso espectáculo de un Francisco García Cabeza de Vaca prófugo y un José Rosas Aispuro alegre e impune, sino el ejemplo severo de dos peligrosos transgresores de la ley procesados y encarcelados por los delitos de lesa humanidad que cometieron.
Las denuncias contra Cabeza de Vaca por los delitos de carácter federal que cometió podrían ser un buen referente para el gobierno del presidente izquierdista Andrés Manuel López Obrador y para la Fiscalía General de la República, pero desgraciadamente ese logro se ve opacado por la abierta protección e impunidad que ambas instituciones están brindando al exgobernador José Rosas Aispuro Torres, quien también está siendo cobijado por el flamante gobernador priista duranguense Esteban Villegas Villarreal.
En un Estado de derecho pleno, en el que dominara el imperio de la ley, no tendríamos que ocuparnos de estos temas ni tendríamos que preguntarnos: “¿Por qué Cabeza de Vaca sí y José Rosas Aispuro no?