El narcogobernador Esteban Villegas, peor que Aispuro | Comienza el minimato de López Obrador

  • El narcogobernador Esteban Villegas, peor que Aispuro.
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Sin duda alguna, el panista José Rosas Aispuro Torres ha sido el mandatario más nefasto que ha tenido Durango en toda su historia y al término de su sexenio fue difícil imaginar que alguien remontara su récord de corrupción e ineptitudes. Sin embargo, a su sucesor, el narcogobernador priista Esteban Villegas Villarreal, solo le bastaron dos años para superar de manera alarmante las limitaciones y latrocinios del “Hombrecito de Tamazula”.

Con el exporro estudiantil Esteban Villegas los feminicidios han ido a la alza, con 18 sucesos fatales en lo que va de su sexenio e ignorando abiertamente los duros reclamos que le ha hecho la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, por no implementar la Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres, decretada por la secretaría de Gobernación en 16 municipios de Durango desde el 5 de noviembre de 2018.

Esta petición legal ha sido olímpicamente desechada por este narcomandatario y su inútil titular de la secretaría General de Gobierno, Héctor Vela Valenzuela, funcionario corrupto, represor e incapaz que también ha fracasado en la aplicación del programa “Vive”, supuestamente creado desde junio de 2023 por el gobierno estatal duranguense para prevenir el suicidio, la violencia intrafamiliar y las adicciones.

José Rosas Aispuro y Elvira Barrantes, ya están siendo superados en corrupción e ineptitud por el narcogobernador Esteban Villegas y su séquito de bribones.

Hoy, durante el sexenio del narcogobernador Villegas, los suicidios también van a la alza con 166 casos en 2023 y 121 decesos hasta septiembre de 2024, hechos lamentables que colocan a Durango entre los primeros diez estados del país con mayor tasa de suicidios por 100 mil habitantes: 9.1, por encima del promedio nacional, que es de 6.8.

En Durango, con el narcogobernador Villegas y su florero, el titular de la secretaría General de Gobierno, Héctor Vela Valenzuela, no se combate la violencia intrafamiliar ni mucho menos las adicciones.

En cuanto a la corrupción el pronóstico es reservado, pues mientras Aispuro saqueó el erario a diestra y siniestra apoyado por su esposa y brazo derecho, Elvira Barrantes, el narcogobernador priista Esteban Villegas utiliza a su principal operador financiero, Erick Gómez, y al ya famoso primer facturero de Durango, “El Pibe Aguirre”, quienes ya han saqueado millonarias cantidades del erario duranguense a través de empresas formadas al vapor y de otras razones sociales que son propiedad de empresarios inescrupulosos que se están prestando para estos fines.

En lo que respecta a la inseguridad, los principales grupos empresariales duranguenses ya se han quejado del cobro de derecho de piso que les exigen grupos de la delincuencia organizada. Por lo demás, ya es conocido el libre tránsito de contingentes de civiles armados por la mayoría de los municipios de Durango; esto, con el beneplácito y autorización del narcogobernador priista Esteban Villegas, impuesto en la gubernatura de esta entidad en 2022 a través de un pacto político-mafioso entre el capo Ismael “El Mayo” Zambada y el presidente “izquierdista” Andrés Manuel López Obrador.

Ahora, la violencia que se vive en Culiacán, Sinaloa, ya está invadiendo territorio duranguense, afectando gravemente las actividades socioeconómicas de este estado.

José Rosas Aispuro y Elvira Barrantes, ya están siendo superados en corrupción e ineptitud por el narcogobernador Esteban Villegas y su séquito de bribones.

En general, estas son algunas de las razones más notorias por las cuales el narcogobernador Villegas ha resultado mucho peor que su antecesor, el panista José Rosas Aispuro Torres, sin contar con el muy bajo nivel intelectual y cultural que posee el exporro estudiantil sanjuanero.

Y hoy 30 de septiembre es el último día del sexenio del jerarca “izquierdista” Andrés Manuel López Obrador, un sexenio muy diferente a lo que se esperaba, con corrupción e ineptitud sin precedentes en la historia contemporánea de nuestro país y, por más que lo haya repetido el sátrapa de Macuspana, no fuimos Dinamarca ni Suecia ni Finlandia, ni en Salud, ni en Educación, ni en Desarrollo Social ni en nada.

Por el contrario, miles de ciudadanos murieron y siguen muriendo en los hospitales del sector salud por negligencias médicas, por falta de equipos y por carencia de medicinas.

Con López Obrador más de la mitad del país quedó en manos del crimen organizado, tanto en lo territorial como en lo político (Durango no es la excepción con todas sus corporaciones policíacas, estatales y municipales; fiscalías; Poder Judicial y Congreso local bajo el control absoluto de la delincuencia organizada).

El jerarca morenista cierra su administración con más de 200 mil homicidios dolosos, superando a los peores presidentes que hemos tenido.

Con Claudia Sheinbaum comienza el minimato de López Obrador, a reserva de que quiera ejercer el poder presidencial absoluto.

López Obrador, el gran estafador de la esperanza, no quiso resolver el genocidio de los 43 estudiantes de Ayotzinapa porque prefirió proteger al Ejército mexicano y a los principales autores intelectuales y materiales de esta atrocidad. Este hecho lo convirtió en cómplice y lo deja marcado para siempre como uno de los grandes farsantes de la historia de México.

Si bien es cierto que repartió parte del erario entre amplios sectores vulnerables de la ciudadanía, también es cierto que permitió a sus colaboradores cercanos perpetrar fraudes y saqueos millonarios del erario. Con López Obrador los cinco magnates más acaudalados del país triplicaron sus fortunas con un manto de opacidad jamás visto.

Se va López Obrador con más pena que gloria, con las manos enlodadas, ensangrentadas y llenas de materia fecal como la mayoría de sus antecesores. No fue, ni por asomo, como el general Lázaro Cárdenas ni mucho menos como Benito Juárez. Fue como siempre fue, un manipulador promiscuo que, por desgracia, seguirá influyendo y entrometiéndose en el futuro político de nuestro país, pues hoy termina su sexenio, pero mañana inicia su minimato, a reserva de que su sucesora, Claudia Sheinbaum, decida lo contrario, cosa que se ve muy difícil por los amarres políticos que hizo el sátrapa de Macuspana, tanto en el gabinete presidencial como en el partido hegemónico, en el que incrustó a su hijo Andy en uno de los cargos más relevantes.

Y hasta aquí nuestra Tarde de perros con narcogobernadores que no valen ni un cacahuate y presidentes de la República mesiánicos, criminales y decepcionantes.