José Vasconcelos
“De las lunas, las de octubre son hermosas…” y es verdad, el día siete y ocho se logró apreciar la luna de sangre al igual que seguramente la ven todos los días los padres, madres, amigos y compañeros de los jóvenes secuestrados y asesinados en Iguala, Guerrero, por instrucciones del crimen organizado y por la ineficiencia de los políticos que gozan de su complicidad y de su sociedad. Hace unos días Brozo, en uno de sus programas en la televisión, contaba que José Vasconcelos, durante uno de sus viajes, acompañado por Andrés Henestrosa, en su campaña por la presidencia de México, preguntaba a los jóvenes a qué olía el campo mexicano. Muchos comenzaron a decir que olía a pulque, a tortilla, a tamal, a tlayuda, a quesillo, a tequila, a mezcal, a mole negro o coloradito, a dulces caseros, a nieves, a mamey, mango, chico zapote… en fin, las respuestas eran muchas. Y Vasconcelos les dijo: “el país huele a sangre…”, y hoy también, desde hace varios años, el país, nuestro país, huele a sangre, y los matanceros andan sueltos.
Ayotzinapa marcará una nueva etapa en la conciencia de muchos, será el dolor de las madres que no saben de sus hijos, será el encabronamiento de sus padres que quieren justicia más que venganzas, será la solidaridad de sus compañeros que saben lo que sucedió y sucede ante los reclamos justos de los jóvenes y de los normalistas, será la misma demagogia escuchada por parte de los funcionarios que eluden el tema y tratan de aplacar la indignación y la sed de justicia; será, sin duda alguna, una distinción para un partido y un gobernador, para la ineficiencia de los secretarios de Estado que son sumisos y omisos ante los reclamos populares, será el cinismo de los políticos de “izquierda” que solamente buscan el puesto y el presupuesto y andar con el hueso en el hocico, porque perro con hueso ni ladra ni muerde. Será la tristeza de miles de personas que saben que todo el escándalo quedará enterrado en la impunidad que gozarán los verdaderos responsables, como lo hemos visto en muchas matanzas, a lo largo de la vida, en este país. Será el silencio de los mexicanos acobardados y negligentes, sumisos e indiferentes, que no quieren o no saben luchar por sus valores y sus derechos… en fin, será la noche de los asesinos y el olor a sangre y la luna de sangre, roja, como la derramada por los jóvenes a los que quieren destruir su vida, su presente y futuro al pretender cerrarles sus escuelas con el fin de privatizar la educación y volverla privada y confesional, como lo buscó la Yoloxóchitl en el IPN, bajo la consigna de su militancia en la democracia cristiana, para encontrar más esclavos que sirvan a los inversionistas del extranjero a los que se les vendió el país ante la indiferencia de todos y el silencio de millones que sufren de olvido y de miedo…
Sí, muchos sabemos que la “democracia” en el país es dejarnos protestar a todos y no escucharnos ni resolver los problemas, para morir por cansancio y olvido. Mientras esto sucede, los hombres del poder, junto con los empresarios, banqueros, sicarios, delincuentes y comerciantes de aquí y de fuera, siguen utilizando los bienes y fondos públicos para hacer enormes negocios privados; así lo buscan en la privatización de la educación, y así vemos cómo desde la SEP, donde Vasconcelos denunciaba el olor a sangre que se respiraba en el territorio nacional, hoy se respira la demagogia, la ineptitud y la indiferencia ante los reclamos y los grititos que sumen a los diputados en el silencio y en la complicidad. No hay duda que no solamente respiramos el olor a sangre, también respiramos el olor de la represión y la indiferencia, y el silencio que nos hace cómplices ante esas masacres de los matanceros que hay en el país. Ahí está el cinismo de un gobernador, de un partido de “izquierda” domesticada e indiferente que solamente busca el puesto y el presupuesto para que sus mafiosos y sumisos sigan en el poder, compartiendo y recibiendo las migajas que les lanzan los que todo lo pueden y los que les compraron la conciencia y el silencio.
No hay duda de que este genocidio puede quedar en la impunidad si los mexicanos nos quedamos callados y no marchamos en las protestas para demandar justicia y libertad, freno a la privatización de la educación y recursos para que el pueblo pueda educarse y no mantenerse sumido en la manipulación de los grandes medios de comunicación y bajo las garras de los mafiosos que manejan y operan los partidos sumisos y traidores a las causas populares… ya basta, no queremos el olor a sangre ni la impunidad de los matanceros. Exigimos justicia y libertad, y que paren las agresiones a las normales y a los normalistas.