Manuel Maples Aarce y el estridentismo
Imelda Vélez Sánchez
Manuel Maples Arce nace el 30 de mayo de 1900 en Papantla, Ver.
Poeta, abogado y político, el 31 de diciembre de 1921 lanza en el Distrito Federal el manifiesto Actual Núm. 1 en el que critica ácidamente los parámetros establecidos por el arte académico de aquella época, como el modernismo, el tradicionalismo y el costumbrismo, e invita a los jóvenes creadores a unirse a él para iniciar una nueva etapa. Con este texto, Manuel Maples Arce daría inicio a uno de los movimientos vanguardistas más importantes del país y que trascendería nuestras fronteras: el estridentismo, corriente literaria radical comprometida con el realismo social que influiría no solamente en la poesía y la literatura sino también en la plástica postrevolucionaria.
Pronto, se unirían a este movimiento jóvenes poetas, escritores y artistas plásticos que alcanzarían talla internacional, como Germán Lizt Arzubide, Arqueles Vela, Fermín Revueltas, Ramón Alva de la Canal, Leopoldo Méndez, Salvador Gallardo, Germán Cueto y Fernando Leal.
De tendencias abiertamente izquierdistas e irreverentes, Maples Arce y sus seguidores se ganan la antipatía de los regímenes militares surgidos de la Revolución, a los que criticaban acremente apoyando las manifestaciones obreras en contra de Álvaro Obregón.
En 1925, el gobernador de Veracruz, el general Heriberto Jara, simpatiza con las ideas de Maples Arce y le ofrece apoyo invitándolo a colaborar en su administración como secretario general de Gobierno. Es en este momento cuando Maples Arce y los integrantes del movimiento estridentista alcanzan la cúspide ya que fundan la revista Horizonte y sus trabajos literarios son publicados por el periódico El Universal Ilustrado y por la editorial Biblioteca Popular, célebre por haber publicado el libro Los de Abajo, de Mariano Azuela. En el terreno educativo Maples Arce y su grupo de estridentistas participan activamente en la fundación de la Universidad Veracruzana.
En 1927, Heriberto Jara fue depuesto por el presidente Plutarco Elías Calles, ya que el general Jara apoyaba las protestas de los obreros explotados por las compañías petroleras estadounidenses y británicas.
Sin el apoyo de su principal protector, los estridentistas y su líder, Manuel Maples, se disgregan y trabajan por separado, publicando sus obras en algunos estados de la República y países europeos.
Años más tarde, Maples Arce expresaría: “Los pocos intelectuales que fueron a la Revolución estaban podridos. La tiranía intelectual siguió subsistiendo y la Revolución perdió toda su significación y todo su interés. Las inquietudes post-revolucionarias, las explosiones sindicalistas y las manifestaciones tumultuosas fueron un estímulo para nuestros deseos iconoclastas y una revelación para nuestras agitaciones interiores. Nosotros también podíamos sublevarnos. Nosotros también podíamos rebelarnos”.
Rechazados por el intelectualismo oficial cobijado por los regímenes de la revolución institucionalizada, el estridentismo, aparte de vanguardista, se convierte en marginal, no sin dejar una huella imborrable en la historia contemporánea de nuestro país con obras como Andamios interiores, de Manuel Maples Arce; Esquina, de Germán Lizt Arzubide y La señorita etcétera y El café de nadie, de Arqueles Vela.
Manuel Maples Arce muere en la ciudad de México, D.F., el 26 de junio de 1981.
Prisma.
Soy un punto muerto en medio de la hora,
equidistante al grito náufrago de una estrella.
Un parque de manubrio se engarrota en la sombra,
y la luna sin cuerda me oprime en las vidrieras.
Margaritas de oro deshojadas al viento.
La ciudad insurrecta de anuncios luminosos
flota en los almanaques,
y allá de tarde en tarde,
por la calle planchada se desangra un eléctrico.
El insomnio, lo mismo que una enredadera,
se abraza a los andamios sinoples del telégrafo,
y mientras que los ruidos descerrajan las puertas,
la noche ha enflaquecido lamiendo su recuerdo.
El silencio amarillo suena sobre mis ojos.
¡Prismal, diáfana mía, para sentirlo todo!
Yo departí sus manos,
pero en aquella hora
gris de las estaciones,
sus palabras mojadas se me echaron al cuello,
y una locomotora
sedienta de kilómetros la arrancó de mis brazos.
Hoy suenan sus palabras más heladas que nunca.
¡Y la locura de Edison a manos de la lluvia!
El cielo es un obstáculo para el hotel inverso
refractado en las lunas sombrías de los espejos;
los violines se suben como la champaña,
y mientras las ojeras sondean la madrugada,
el invierno huesoso tirita en los percheros.
Mis nervios se derraman.
La estrella del recuerdo
naufragada en el agua del silencio.
Tú y yo coincidimos en la noche terrible,
meditación temática
deshojada en jardines.
Locomotoras, gritos,
arsenales, telégrafos.
El amor y la vida son hoy sindicalistas,
y todo se dilata en círculos concéntricos.
Manuel Maples Arce.
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