Negado el derecho ciudadano a opinar
Luis Leija.
Singular democracia es la que dice el gobierno que disfrutamos los mexicanos, en la que los ciudadanos somos los “soberanos” de la República, y como tales tendríamos no solo el derecho de opinar sino también decidir sobre el destino de nuestro país, lo que quiere y conviene a la mayoría de la población; pero en los hechos somos despreciados tajantemente por los poderes Judicial, Legislativo y Ejecutivo.
Nos niega la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la posibilidad de ser consultados sobre asuntos tan trascendentes como lo son las reformas puestas en marcha por un gobierno que no es representativo de la voluntad general, un gobierno que arrebata el poder al pueblo desde siempre y que considera inferiores a los ciudadanos.
No podemos opinar de ninguna materia trascendente para nuestro país, únicamente nos convocan a emitir un miserable voto cada período electoral con el objetivo de “legitimar” la dictadura oligárquica que padecemos, que es entreguista y lacaya de intereses trasnacionales; solo podemos elegir entre opciones corruptas todas, no tenemos voz, pero si voto. Esto es estúpido y absurdo.
Mejor no hablemos de democracia, nombremos a las cosas y a los sistemas como lo que son y descartemos lo que deberían ser: esto no es democrático.
El negarnos el derecho a ser consultados es el peor descaro de la insolencia de los ministros de la SCJN. Este jurado se escuda en la Constitución que interpretan a su capricho, pisoteando el espíritu democrático que inspiró al Constituyente (Art. 39).
Con el rechazo a que seamos tomados en cuenta, los “ministros” muestran su absoluto desdén por el pueblo, al que supuestamente deberían servir.
¿Qué es el pueblo para el gobierno en su conjunto? Parece que no es otra cosa que un rebaño de siervos ignorantes sin derecho a juzgar, nos considera incapaces de deliberar, de opinar y de decidir sobre el destino de nuestra nación.
Pero además, en el hipotético caso que nos consultaran, harían lo mismo que en las elecciones: fraude. Tergiversarían los resultados y gritarían a voz en cuello que la ciudadanía apoya la reforma energética extranjerizadora.
Podrido está el Congreso, podrido el Ejecutivo y ahora vemos que el Judicial está peor. ¿Nos merecemos esta clase de gobiernos? ¿Hasta cuándo? Es metafóricamente como si el empleado, el mayordomo, el ama de llaves, el conserje o el sirviente no permitiera al dueño de la casa opinar ni le consultara sobre nada; puede rentar la casa, modificarla y derrumbarla sin la autorización del propietario, a quien además relega, menosprecia y roba.