2 de Octubre de 1968
De la redacción de razacero.
A 47 años de la matanza de Tlatelolco, quienes la vivieron aún derraman lágrimas por los amigos, hijos y familiares que murieron o desaparecieron sin dejar rastro aquél 2 de octubre de 1968.
El México de 1968 es recordado fundamentalmente por la peor masacre de que se tenga memoria en los tiempos modernos. El movimiento estudiantil de 1968 fue un movimiento social que se originó en la Ciudad de México, en el que además de estudiantes de la UNAM, del IPN y otras escuelas, participaron profesores, intelectuales, amas de casa, obreros y profesionistas que buscaban romper las ataduras, la censura y la represión política que predominaba en esa época.
En este contexto, el plano internacional estaba candente con la guerra de Vietnam, el asesinato del Che Guevara en Bolivia y La primavera de Praga, en Checoslovaquia, sucesos que inspiraban a las juventudes del mundo a luchar por sus ideales libertarios.
En México, todo comenzó con una trifulca entre estudiantes de las vocacionales 2 y 5, y de la preparatoria Isaac Ochoterena, de la UNAM, luego de un partido de futbol americano, el 22 de julio de 1968. El cuerpo de granaderos del Departamento del Distrito Federal intervino para poner orden, pero lo hizo de manera brutal lesionando a muchos estudiantes. Entre el 26 y 29 de julio, tanto policías como soldados del ejército invaden y atacan las instalaciones de varias escuelas del Instituto Politécnico Nacional y de la UNAM para aprehender a estudiantes que protestaban por el uso excesivo de la fuerza pública que les habían aplicado; estos actos de represión unificaron a los miles de estudiantes de ambas instituciones educativas, el IPN y la UNAM, y derivaron en manifestaciones multitudinarias en contra del régimen autoritario del presidente Gustavo Díaz Ordaz en las que cada vez subió de tono la violencia ejercida por la policía y el ejército que provoca cientos de heridos de gravedad.
El 28 de agosto, se abren las puertas del Palacio Nacional y salen tanques del ejército para dispersar a los miles de ciudadanos que ya exigían la renuncia de los principales jefes policíacos del gobierno diazordacista.
El 13 de septiembre tiene lugar “La Marcha del silencio”, en la que los manifestantes marcharon con pañuelos en la boca.
El 18 de septiembre el ejército invadió la Ciudad Universitaria de la UNAM (hay que recordar que las universidades, tanto la UNAM como el IPN, son autónomas y ninguna fuerza policíaca puede irrumpir).
El 24 de septiembre el ejército asalta a sangre y fuego el Casco de Santo Tomás, uno de los campus del Instituto Politécnico Nacional (IPN), matando a por lo menos 15 estudiantes. De esta fecha al 1 de octubre el grupo paramilitar denominado Batallón Olimpia y soldados del ejército realizan una persecución salvaje de estudiantes, que unos días antes habían exigido al gobierno la libertad de los presos políticos, la derogación del delito de disolución social, la destitución y castigo a los jefes policíacos e indemnizaciones a los familiares de los estudiantes muertos y heridos durante el conflicto.
El 1 de octubre el ejército se retira de la UNAM y del IPN, y el 2 de octubre miles de personas se reúnen en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, en donde fueron convocados por los líderes estudiantiles para darles a conocer los acuerdos a los que habían llegado con el gobierno para dar término a la confrontación. A la plaza, errónea o dolosamente, el gobierno de Díaz Ordaz había enviado policías y soldados para “evitar disturbios” cuando de pronto, a las 6:10 de la tarde, sucedió el caos. Las crónicas registran que francotiradores infiltrados por el mismo gobierno abrieron fuego en contra de soldados y policías, y estos creyeron que sus agresores eran los estudiantes por lo que comenzaron a disparar a los miles de asistentes al mitin, que no eran solo estudiantes sino pueblo en general. En medio de esta barbarie, policías y soldados emprendieron una cacería de estudiantes en varios de los edificios de la unidad Tlatelolco, para asesinarlos. Esta matanza terminaría hasta la madrugada del 3 de octubre.
La prensa de ese tiempo no publicó lo que realmente sucedió. El conductor del noticiero de mayor audiencia televisiva, Jacobo Zabludovsky, la noche del 2 de octubre, mientras se llevaba a cabo la masacre, pronunció al aire su famosa frase: “Hoy fue un día soleado”, que lo marcaría como uno de los comunicadores más infames del periodismo mexicano.
En su 5º informe de gobierno, en 1969, 11 meses después del genocidio, el presidente Gustavo Díaz Ordaz dijo: “Asumo íntegramente la responsabilidad personal, ética, social, jurídica, política e histórica por las decisiones del gobierno en relación con los sucesos del año pasado”. Él consideraba que había cumplido con su deber al “salvar a México del comunismo”, cuya implantación jamás fue uno de los objetivos del movimiento estudiantil.
Hasta la fecha aún se desconoce la cifra exacta de muertos y heridos; el gobierno mexicano minimizó los hechos diciendo que fueron 33, pero según datos de la prensa extranjera y de fuentes de inteligencia estadounidenses el número de asesinados fue superior a 200.