Independencia de los medios
Cuando los medios de comunicación se han utilizado para manipulación política, económica y social, llega un punto en que lo que se dice o cuenta en los medios de comunicación no responde a lo que la gente vive en la realidad, y es en ese preciso momento en que los medios pierden la credibilidad e incluso ponen en riesgo al mismo sistema al que se han entregado. Este ejemplo resultó muy claro en la época de Richard Nixon, cuando los medio de comunicación: radio, prensa y televisión, servían incondicionalmente a lo que les ordenaban decir y publicar desde el poder; y así, esos medios se dedicaron por años a decir que la Guerra de Viet Nam, la guerra contra “el comunismo”, la venían ganando, sin duda alguna, los norteamericanos, pero en la realidad las protestas internacionales y las demandas de paz permeaban y daban cuenta de otro panorama muy distinto, donde los norteamericanos solo se contemplaban como unos invasores y rapaces guerreros que liquidaban a pueblos enteros lastimando a miles de ciudadanos que no tenían nada que ver con la guerra, utilizando armas químicas y bombardeos espantosos que acumulaban las demandas internacionales en contra de los Estados Unidos por crímenes de lesa humanidad y, por el otro lado, las familias norteamericanas veían con terror y horror llegar miles de cuerpos de jóvenes soldados muertos en batallas y que no sabían ni siquiera el significado de esa guerra y de la zona en la que se encontraban, porque solamente se respondía a una economía de guerra donde los militares y las empresas de materiales de guerra eran las que ganaban, mientras las familias perdían a sus hijos.
Al estallar el escándalo Watergate, donde los mismos periodistas dan a conocer las grabaciones y la intervención de espionaje de Nixon en contra de los ciudadanos y partidos, se comienza, también, a descubrir la utilización y el manejo manipulado de los medios de comunicación, y a partir de ahí la gente empieza nuevamente a creer en los medios, y es por esa razón que el escándalo crece de tal manera que, ante las denuncias y pruebas aportadas por un grupo de periodistas, Richard Nixon se ve obligado a renunciar, porque de otra manera se habría perdido totalmente la confianza en la institución presidencial, en las leyes, en el Congreso norteamericano y en los medios de comunicación, que eran en aquel momento las bases en donde radicaba la libertad y la democracia en E.U.
Ante esa renuncia, alentada por las pruebas y denuncias de los periodistas, el mismo Congreso hace su labor: acepta la renuncia y le exige cuentas a Nixon, recobrando, también, la confianza de los electores, de ahí la importancia de que los medios de comunicación tengan independencia; que está bien vender espacios publicitarios pero no vender la conciencia o la línea editorial, cuando se tiene que optar entre servir a los patrocinadores o responder a los lectores o radio escuchas.
La empresa Parametría de México, especializada en encuestas, comenta: “Los medios de comunicación tradicionales como la radio, la televisión y los periódicos presentan niveles históricos de desconfianza”.
La encuesta establece que ocho de cada diez mexicanos desconfían de estas fuentes de información.
Al hacer un desglose de los datos, Parametría indica que, en enero de este año, sólo 19% de los encuestados afirmó tener mucha o algo de confianza en los periódicos, mientras que 18% dijo confiar en los noticieros de radio y 17% en los noticieros de televisión”.
“Esto representa una caída de más de 50 puntos porcentuales en la confianza que los mexicanos tenían en los medios tradicionales de comunicación en los últimos 15 años”.
“Hace 15 años, cuando Parametría hizo por primera ocasión esta pregunta, 70% de los mexicanos confiaba en los noticieros de televisión, 64% en los programas de noticias de la radio y 59% en los periódicos”.
Y ante esa realidad, es lógico pensar en el crecimiento de las redes sociales, donde son los mismos ciudadanos los que muestran los casos, o bien generan y amplían la comunicación de hechos concretos, que ni siquiera la prensa en su conjunto logra cubrir, y esto ha mostrado que esa dependencia con el poder o con los grupos de poder, como son los grandes patrocinadores que manipulan los anuncios o demandan determinada política “editorial” para proteger sus intereses, en vez de dar las noticias con verdad y oportunidad, ha generado esa pérdida de confianza en los medios y en los mismos comunicadores.
Anteriormente, algunos periodistas patrocinados por las empresas de radio o de televisión, o columnistas o reporteros, eran fortalecidos en sus medios y tenían una influencia, incluso en los niveles importantes de la política, la industria o las finanzas; hoy en día, como diría recientemente uno de los analistas de mente brillante en alguno de los medios: “Hoy, los reporteros o los comunicadores no tienen fuerza, de tal suerte que tiene más fuerza un Tehuacán destapado de hace quince días que ellos, no influyen en nada”; por esa razón, las mismas empresas están cambiando a los conductores de lujo y buscando nuevos segmentos y gente que puedan recuperar la confianza en las notas y en los medios.
No hacer la toma de distancia entre los medios y el poder es no entender la tendencia, y los gobernantes seguirán gastando un dinero que no les dará servicio alguno y, de parte de los anunciantes, también perderán los canales de comunicación, porque ahora los patrocinadores están intentando ocupar otros mecanismos que les son más baratos y les brindan mejores resultados… por ello, cuando los periodistas y comunicadores pensamos en esto, afirmamos más nuestra confianza en que mantener la independencia de los políticos no deja dinero, pero permite continuar en lo que nos gusta… manteniendo la credibilidad.