Peña Nieto debe renunciar

EL PUEBLO DE MÉXICO DEBE EXIGIR

LA RENUNCIA INMEDIATA DE PEÑA NIETO

Editorial razacero.

Ningún resultado positivo han dejado las privatizaciones para el pueblo mexicano, por el contrario, el Estado se ha debilitado y los ciudadanos nos hemos empobrecido aún más, no así la clase política.

Fue Miguel de la Madrid Hurtado, presidente de la República de 1982 a 1988, quien atendiendo instrucciones de los máximos saqueadores del planeta que conforman el gangsteril Fondo Monetario Internacional, comenzó la privatización de la mayoría de las paraestatales que le daban cierta fortaleza a nuestro país, como Ferrocarriles Nacionales de México, Altos Hornos de México, Fertilizantes Mexicanos, Sosa Texcoco y la industria azucarera, entre otras de igual importancia.

En aquellos tiempos se dijo que estas privatizaciones eran “por el bien del país” y “para no tener un Estado obeso”; sin embargo, luego se supo que en los consejos directivos de las paraestatales privatizadas cobraban jugosos sueldos ex presidentes de la República y familiares y amigos de estos, mientras la mayoría de los ciudadanos seguíamos perdiendo nuestros empleos y nuestro poder adquisitivo.

Hoy, con una campaña insultante en los medios de comunicación masivos que nos está costando a los contribuyentes miles de millones de pesos, el gobierno federal que encabeza Enrique Peña Nieto pretende hacernos creer que la iniciativa de reforma energética que da apertura total a los capitales privados para invertir en las industrias petrolera y eléctrica, que recientemente acaba de entregar al Congreso de la Unión, beneficiará al pueblo de México.

Más aún, en el colmo del cinismo, Peña Nieto se atrevió a decir que dichas reformas dejarán las leyes sobre la materia en el mismo estado que guardaban durante el cardenismo.

No sabemos quiénes sean los asesores políticos e históricos de Peña Nieto, pero lo que sí sabemos por esta declaración es que son totalmente ignorantes ya que lo que planteó el cardenismo fue precisamente el control absoluto de los recursos naturales por el Estado mexicano.

Y dentro de este contexto, Peña Nieto olvidó decir en su mensaje a la nación que desde que comenzó su gobierno, en septiembre de 2012, se formalizó la venta de la planta petroquímica de Pajaritos, ubicada en Coatzacoalcos, Ver., al consorcio privado llamado Mexichem, con quien PEMEX se asoció de manera ilegal cediendo el 52% de sus acciones a esta empresa extranjera.

El argumento que los gobernantes depredadores “neoliberales” o saqueadores del patrimonio nacional han presentado para entregar PEMEX a la iniciativa privada (o sea a ellos mismos y a sus socios superiores extranjeros y nacionales) es que desde hace tiempo opera con resultados negativos en sus ingresos, cuando son estos mismos gobernantes los que premeditadamente se han encargado de llevar a la principal empresa del país al caos en algunas áreas de producción.

Así las cosas, en lugar de sanear PEMEX y extirpar la corrupción extrema que se practica en sus entrañas, Peña Nieto ha optado por ofrecer la máxima empresa del país a un puñado de voraces especuladores nacionales y extranjeros con el garlito de que “nos va a ir mejor a los mexicanos”.

En los preparativos de este enorme atraco a la nación, los medios masivos de comunicación, en su mayoría comprados por el gobierno federal, desde hace tiempo han venido manejando la especie de que PEMEX está en quiebra, cosa que ya han refutado infinidad de expertos en la materia que han demostrado que PEMEX en si mismo es autosuficiente para allegarse todos esos recursos y tecnología que “solamente la iniciativa privada le puede dar”. Ahora, los integrantes de la élite cercana a Peña Nieto, al verse descubiertos en sus mentiras, amagan con la caída de la Bolsa Mexicana de Valores si no se lleva a cabo la tramposa reforma energética que pretenden imponer para enriquecerse ilícitamente y enriquecer aún más a la galopante oligarquía petrolera internacional.

PEMEX, lejos de estar agonizante, está más vivo que nunca con una de las mayores producciones de petróleo del mundo, a pesar de estar siendo desangrado todos los días por las mafias de cuello blanco que operan dentro de su administración y su sindicato, en contubernio con el crimen organizado. Cuando PEMEX no es objeto de un millonario fraude con contratos amañados, es víctima de saqueo en la infinidad de tomas clandestinas de combustible instaladas a lo largo y ancho del país por no pocos de sus mismos trabajadores corruptos que actúan protegidos por directivos, dirigentes sindicales y capos de poderosos carteles delincuenciales. Saqueos brutales que arrojan pérdidas de miles de millones de pesos mensuales.

PEMEX es el cuerno de la abundancia para unos cuantos, menos para la mayoría de los mexicanos.

Hoy, la clase política dominante, en complicidad con una “izquierda” sumisa y corrompida que ha perdido por completo su poder de convocatoria, se apresta a despojar al pueblo de México no solo del petróleo que tanto trabajo le costó a nuestros antecesores nacionalizar, sino también de su electricidad, bienes que en manos de la iniciativa privada indudablemente se encarecerán y serán más difíciles de obtener.

Miente Peña Nieto cuando dice que estas reformas que modifican los artículos 25, 27 y 28 de la Constitución beneficiarán al pueblo cuando en los hechos le está dando entrada a capitales depredadores y altamente corruptos como la empresa española Repsol y las petroleras norteamericanas más voraces del planeta.

Bajo presión o sin ella, Peña Nieto está atendiendo los intereses de estos vándalos internacionales saqueadores del petróleo en varios países del mundo. Y será él y su séquito de cercanos colaboradores los que realmente se beneficien con este atropello que pretenden cometer en agravio del pueblo de México, como se beneficiaron Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón con sus familiares y cortes de vasallos con las empresas que privatizaron y de las cuales son socios y cabilderos, porque la mayoría de los ciudadanos seguiremos luchando cotidianamente en la búsqueda de un empleo o una forma honesta de sobrevivir, y los más débiles seguirán sucumbiendo al hambre, a la miseria, a la ignorancia y a la desesperación.

Por estas razones, los mexicanos debemos exigir la renuncia inmediata de Enrique Peña Nieto a la presidencia de la República, porque nunca antes un presidente de la República había pretendido traicionar tan abierta y arteramente al pueblo de México ofertando al mejor postor la única empresa nacional que bien o mal inyecta fortaleza económica a nuestra patria, y más la beneficiaría si se erradicara por completo la corrupción que en ella existe en lugar de tomar el camino fácil de la venta oprobiosa.

Si los mexicanos somos congruentes con nuestra historia, debemos salir a las calles y decirle adiós a Enrique Peña Nieto.

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