México, de la democracia fingida a la “democracia” militar

Diversas organizaciones defensoras de los derechos civiles, asociaciones sociales, activistas, intelectuales, académicos, comunicadores, actores, organismos nacionales e internacionales como la ONU y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, han advertido los riesgos que se corren al ser aprobada por el Congreso de la Unión la Ley de Seguridad Interior, o “Ley Golpiza”, que otorga facultades amplias a las fuerzas armadas del país, como el Ejército y la Marina, para ejercer funciones policíacas y de ministerio público, pero esto poco parece importarle al gobierno federal, a los diputados y a los senadores, pues insisten en que se trata de regular precisamente esa actuación, cuando las medidas correctas serían profesionalizar a los cuerpos policíacos civiles, limpiar de corrupción las instituciones de procuración de justicia y regresar a los militares a los cuarteles, ya que muchos de ellos se han contaminado en esa infructífera “guerra contra el narcotráfico” iniciada por el funesto ex presidente panista Felipe Calderón.

Aunque Peña Nieto realizó un exhorto para que el Senado pudiera dialogar y escuchar a la sociedad civil, se sabe que fue una jugada para ganar tiempo e intentar bajar los ánimos caldeados de las protestas sociales que al respecto ha habido a nivel nacional e internacional.

Esta ley, que sería aprobada el pasado 11 de diciembre, permite que las fuerzas armadas puedan cometer abusos y violar derechos humanos con el pretexto de “velar por la seguridad nacional”, algo muy delicado ya que hay antecedentes de hechos cometidos por el Ejército mexicano que han sido considerados como crímenes de lesa humanidad.

PÁG. 2 (1). De aprobarse la Ley de Seguridad Interior las botas militares podrán reprimir legalmente las manifestaciones sociales y a activistas políticos.
De aprobarse la Ley de Seguridad Interior las botas militares podrán reprimir legalmente las manifestaciones sociales y a activistas políticos.

Hoy, en cualquier momento esta ley será aprobada por los senadores y entrará en vigor esta imposición ignominiosa “con algunos cambios”, como han declarado estos legisladores, pero con la misma esencia, ya que siguen haciendo oídos sordos a los argumentos que explican por qué no debe ser aprobada, la mayoría de los cuales coinciden en que la verdadera función de las fuerzas armadas no es la de ejercer labores policíacas, de investigación de delitos y represión de manifestaciones ciudadanas, sino más bien proteger al pueblo de amenazas externas y asistirlo en casos de desastres naturales.

Mientras esto sucede con la “Ley Golpiza”, otro tema importante es el de la selección del Auditor Superior de la Federación, que deberá hacerse el 31 de diciembre. En los últimos ocho años este cargo lo ha desempeñado Juan Manuel Portal Martínez, quien si bien ha hecho observaciones graves a un buen número de ex gobernadores y servidores públicos federales, la mayoría de estos han logrado evadir la acción de la justicia.

Como se sabe, la Auditoría Superior de la Federación tiene como función primordial combatir o inhibir el mal manejo de recursos públicos, así como prevenir e investigar ilícitos que lesionen el erario, situación que desde hace mucho tiempo se ha convertido en una verdadera problemática social que ha contaminado todos los niveles sociales, económicos, educativos y de salud, de ahí la relevancia de que el próximo Auditor Superior de la Federación sea totalmente autónomo, es decir, que no pertenezca a ningún círculo de poder.

Así las cosas, mientras unos están por irse y otros por llegar, el nefasto líder sindical y senador priísta parasitario Carlos Romero Deschamps se queda otros seis años más al frente del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana, organización obrera que “dirige” desde 1996, lo que significa que los contribuyentes seguiremos pagando su vida de lujos, para él, sus hijos y sus descendientes, por lo menos hasta el año 2024, sin que a ninguna instancia de impartición de justicia le importe que Romero Deschamps esté implicado en infinidad de delitos y componendas ilícitas con los directivos en turno que han saqueado brutalmente la paraestatal PEMEX.

Y otro vivales que quiere llegar, pero a la silla presidencial, es Ricardo Anaya, ex presidente nacional del PAN, quien ya encabeza la coalición Por México al Frente, conformada por el PAN, PRD y MC. Este nuevo aspirante presidencial, como se sabe, no tuvo empacho en ser dirigente nacional del PAN hasta el último minuto para prácticamente autodestaparse como candidato de este frente. Y así, con este antecedente nada democrático, Anaya promete “cambiar profundamente al país”.

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Ante la posibilidad de que el candidato menos peor, el santón izquierdista Andrés Manuel López Obrador, “pierda” las elecciones de 2018 y no pueda contener a las masas radicales, el prianismo se apresta a aprobar la Ley de Seguridad Interior para imponer a José Antonio Meade en la presidencia de la República con el apoyo de los militares.

Otro virtual candidato presidencial que sigue dando de qué hablar es el santón “izquierdista” Andrés Manuel López Obrador, quien hasta el momento cuenta con mayor preferencia electoral a su favor, a pesar de estar rodeado de infinidad de hampones de baja estofa y saqueadores de cuello blanco que fungen como sus colaboradores, y a pesar de haber anunciado su propuesta de amnistiar a los narcotraficantes.

El candidato priísta, José Antonio Meade, como se sabe, representa la continuidad de los regímenes corruptos de derecha, pues durante los últimos cuatro sexenios ha servido lo mismo a presidentes priístas que panistas, siempre ejecutando medidas que han perjudicado gravemente la economía de los mexicanos y solo han beneficiado a las oligarquías nacional y extranjeras.

En este panorama sombrío por la inminente aprobación de la Ley de Seguridad Interior, o “Ley Golpiza”, o “Ley Genocidio”, y las candidaturas “independientes” de Margarita Zavala y el regiomontano vulgar Jaime Rodríguez “El Bronco”, todo parece indicar que el candidato presidencial menos peor, Andrés Manuel López Obrador, nuevamente “perderá” las elecciones y, ante la posibilidad de que el santón “izquierdista” en esta ocasión no pueda contener a las masas radicalizadas (como siempre lo ha hecho emulando a su antecesor Cuauhtémoc Cárdenas), las botas militares serán las encargadas de imponer a José Antonio Meade en la presidencia de la República, de otra manera no se entiende la insistencia férrea de los gobernantes y legisladores priístas y panistas en aprobar esa Ley de Seguridad Interior.

Hoy, los ojos del mundo están puestos en nuestro país y lo deseable es que al final del proceso electoral de 2018 no se pase de la democracia fingida a la “democracia” militar a base de bayonetas, se respete la voluntad del pueblo de México y no se derrame ni una gota de sangre pues sería lo más absurdo y lamentable que como nación nos pudiera suceder.