Las “capillas” del 68
Lo normal, antes del desmadre total: aumenta el dólar a casi 21 pesos y los saca dólares en jauja han retirado del país en este sexenio más de cien mil millones de dólares, y bueno, la moda tomada del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) es: renuncia porque tengo un compromiso con un político para ocupar tu plaza, y si no, pues te chingo.
Hemos comentado que el movimiento estudiantil de 1968 no tuvo motivaciones políticas o ideológicas como en Europa o Estados Unidos, sino que fue el resultado de las agresiones y violencia orquestadas desde el poder central para generar las “guerras preventivas” y que las “ratas” salieran del agujero para eliminarlas. El asunto se les sale de control porque lo operan con los tradicionales grupos ligados al gobierno, como lo eran las organizaciones estudiantiles que agrupaban a líderes charros y porros.
En el caso del 26 de julio del 68 se juntan las marchas estudiantiles con el mitin desarrollado por “los rabanitos” en el Hemiciclo a Juárez. La marcha que encabezan los dirigentes de la Federación Nacional de Estudiantes Técnicos (FNET), manipulados por los hermanos García Reyes y otras personas ligadas a la Dirección Federal de Seguridad (DFS), por medio de su cuñado, lanzan la consigna de que vayan al Zócalo, sabiendo que tendrían una embestida más de los granaderos y que los botes de basura estaban llenos de piedras y varillas para que se propiciara la confrontación entre manifestantes y granaderos y así se justificara plenamente la provocación de los manifestantes, ocultando el inicio del conflicto operado desde el Departamento Central por el general y licenciado Corona del Rosal, el jefe de la policía y el cuerpo de granaderos, para ver la efectividad del “batallón Olimpia” y presenciar que ya estaba “entrenado” para infiltrar y enfrentar a los jóvenes que demandaban la solución a un pliego petitorio de seis puntos.
Por supuesto que algunos dirigentes, que no lo eran, porque solamente fueron representantes de sus respectivos Comités de Lucha y no podían comprometer a todos los miembros del Consejo Nacional de Huelga (CNH), operaban ya con la dirección de agentes del gobierno para romper el movimiento y permitir la represión brutal que se generó en Tlatelolco. Por eso estos “dirigentes” aceptaron con los representantes presidenciales, Jorge de la Vega Domínguez y Andrés Caso Lombardo, en casa del rector de la UNAM, que se pararía el movimiento, que se permitiría a los estudiantes y al CNH realizar el mitin en Tlatelolco para avisar a las bases los acuerdos, informar que se iniciaba la conformación de las seis comisiones que discutirían cada uno de los seis puntos del pliego petitorio y dejar claro que el CNH suspendía las acciones ante la represión brutal que se ejercía contra estudiantes del Politécnico y la Normal para no afectar los Juegos Olímpicos que iniciarían el 12 de octubre. Por eso asistimos todos los representantes que éramos identificados por todas las bases estudiantiles (ya que no andábamos embozados ni con máscaras ni paliacates) que nos conocían por nombre y escuela.
El CNH no fue un organismo clandestino, ni el movimiento estudiantil lo era. No se pretendía eliminar al gobierno en turno, solamente nos manifestábamos por los seis puntos del pliego petitorio, y así lo hicimos hasta el final.
Ahora hay muchos “dirigentes” que en su búsqueda de un cargo con presupuesto en la SEP dicen: “luchábamos por la democratización del país”, cuando ni siquiera nos planteamos eso. Existían posturas como las del maestro José Revueltas, un hombre admirado y brillante revolucionario que contradecía a los miembros del Partido Comunista Mexicano (PCM). Revueltas mostraba libremente, como el maestro Eli de Gortari, tío de Carlos Salinas de Gortari, sus propuestas, al igual que las que manifestaba Heberto Castillo, siguiendo la línea del Movimiento de Liberación Nacional (MLN) que encabezaba en esa época Cárdenas.
Así, con una amplia gama de tesis, lo que prevalecía era la postura pragmática de los grupos en el manifestarse, y en ese tiempo no se razonaban suficientemente las tesis y menos por ese grupo que hoy dice que eran los dirigentes. Solamente siguieron sus intereses e hicieron negociaciones propias, alejadas de la mayoría del CNH. Así se fueron conformando los grupos y las “capillitas” en las negociaciones desde Lecumberri, y cada agrupación jaló para su santo, por eso al final de cuentas la derrota del movimiento únicamente mostró la cara desagradable de cada grupo. Así se evitó que los movimientos políticos y sociales en este país se pudieran agrupar. Hoy en día tenemos como muestra la enorme cantidad de grupos de la “izquierda” y el brutal oportunismo en las acciones y negociaciones políticas, por ello la izquierda en este país se queda con las migajas, mientras la derecha y la ultraderecha se llenan de los puestos y presupuestos.
Al paso de los años se ven las consecuencias de esos movimientos; y así, un grupo aprovechó para su beneficio y partido las candidaturas arregladas y donadas por Echeverría, para mostrar buena fe y su “democratización”, y por ello se genera la “reforma política”, como una forma de control del mismo gobierno a los grupos de la oposición, no como conquista de un movimiento. Dentro de todo esto se perdió la excelencia académica y se perdieron los puestos en la administración pública para personas cultas y destacadas, dando paso a la tecno burocracia del país.