María Izquierdo
De la redacción de razacero.
María Cenobia Izquierdo Gutiérrez, conocida simplemente como María Izquierdo, la pintora, nació un 30 de octubre de 1902 en San Juan de los Lagos, Jalisco, México. Su padre murió cuando ella tenía cinco años de edad y estuvo bajo el cuidado de sus abuelos, que le brindaron una excelente educación hasta que su madre se volvió a casar. Desde su infancia, la pequeña María comenzó a desarrollar el amor por el arte, especialmente por la pintura. En su juventud se trasladó a la Ciudad de México, lo que marcó su vida inspirándole para sus obras posteriores.
Muy joven, fue persuadida por su familia de contraer matrimonio con un militar: Cándido Posadas, con quien procreó tres hijos.
En muchas de sus obras reinterpretó las tradiciones mexicanas y creó atmósferas sobre los objetos populares que más le gustaban. Muchas estudiosas de los procesos feministas han tomado la obra de María Izquierdo para entender la visión social sobre la mujer en esta época.
A mediados de la década de los años 20 del siglo pasado, en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México había una galería de arte atendida por Carlos Mérida y Carlos Orozco Romero. En esa galería se llevó a cabo la primera exposición de María Izquierdo, que fue muy comentada por las publicaciones de la época. La introducción al catálogo fue escrita por Diego Rivera, quien era ya director de la Escuela Nacional de Bellas Artes. En ese texto el muralista plasmó el gran desarrollo que había tenido la joven pintora, a la que definió como una de las personalidades más atrayentes del panorama artístico y uno de los mejores elementos de la academia, considerándola “un valor seguro; seguro y concreto”.
En 1927 ingresó a la Academia de San Carlos en donde estudió durante un año. En ella tuvo a algunos maestros como Germán Gedovius y Manuel Toussaint, aunque cabe mencionar que la influencia más profunda la recibió de Rufino Tamayo.
Izquierdo fue la primera pintora mexicana en exponer sus obras fuera de México, en 1930. Su primera exposición tuvo lugar en el Art Center, de la ciudad de Nueva York.
En la década de los treinta, María Izquierdo fue miembro de un grupo antifascista y dirigió la exposición itinerante Carteles Revolucionarios Femeninos, organizada por la Escuela Nacional de Bellas Artes y patrocinada por el Partido Nacional Revolucionario. En esa exhibición compartió espacio con otras artistas como Lola Álvarez Bravo, Regina Pardo y Celia Arredonde, entre otras, participando activamente con el gobierno izquierdista de Lázaro Cárdenas. En 1944 fue presidenta del comité organizador del Primer Congreso Internacional de Artistas y Escritoras Antifascistas.
En 1945, Izquierdo realizó un mural para el entonces Departamento del Distrito Federal, pero tiempo después de iniciado el trabajo se le envió una orden de cancelación. Se dice que esto fue obra de Siqueiros, Orozco y Rivera, que le pidieron al entonces regente Javier Rojo Gómez que cancelara el proyecto porque una mujer no tenía las cualidades necesarias para realizar un mural. Aunque Izquierdo denunció públicamente lo que había ocurrido con la intención de buscar apoyo, ocurrió todo lo contrario. María Izquierdo, mucho antes que el genio José Luis Cuevas, desafió a los tres grandes del muralismo acusándolos de ejercer un monopolio en la pintura mexicana, y exhortó a los pintores a no permitir que se impusiera un control en el pensamiento y el espíritu de los artistas.
María Izquierdo abrazó algunos de los principios del surrealismo. Su mundo es femenino, íntimo, secreto y mexicanista. Lo admirable de María Izquierdo es que logró compartir espacios en el Museo Metropolitano de Arte, de la ciudad de Nueva York, con importantes artistas como Rufino Tamayo y Diego Rivera en una época en que la mujer no tenía muchas posibilidades en relación a los hombres.
Lamentablemente, María Izquierdo sufrió una parálisis de la mitad de su cuerpo en 1948, y aunque esto impedía su movilidad del lado derecho, continuó su prolífica carrera usando sólo su brazo izquierdo.
María Izquierdo falleció el 2 de diciembre de 1955, en la Ciudad de México, dejando uno de los legados pictóricos más valiosos de nuestro país.