La Suprema Corte de Justicia contra los migrantes
Desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca las medidas contra los migrantes se han ido incrementando. El abanico de disposiciones no solo es amplio en el número, sino profundo en sus alcances. Cada día aumentan los escenarios cotidianos en los cuales las personas migrantes se miran acorraladas por las autoridades. La criminalización de un acto de supervivencia como lo es la migración continúa ampliando y fortaleciendo sus redes en contra de los “sin papeles”.
La política de persecución y criminalización ha tenido su último capítulo esta semana en el seno de la Suprema Corte de Justicia (SCJ) de Estados Unidos.
Veamos. La ley de migración norteamericana ordena que las personas migrantes que fueron condenadas por un delito y son puestas en libertad luego de haber cumplido con su castigo, sean detenidas inmediatamente para decidir si son o no deportadas. Hasta aquí la legislación.
Ahora bien, el fallo de 5 votos a favor y 4 en contra de la SCJ ordena que las personas migrantes que hayan cumplido una condena puedan ser detenidas no solo luego de su liberación, sino en cualquier momento a partir de obtener su libertad, incluso muchos años después (La Opinión, 19 de marzo de 2019).
Frente a ello, muchos residentes permanentes que poseen las conocidas green cards, argumentaron que a menos que sean retenidos en el plazo de un día a partir de la fecha de su puesta en libertad, deberían tener derecho a una audiencia en la que puedan alegar que no representan un peligro para la comunidad y que es poco probable que huyan. Sin embargo, el tribunal federal echó por tierra la decisión de un tribunal inferior que requería que los agentes del Departamento de Seguridad Nacional detuvieran a migrantes ex convictos al salir de la prisión, y no meses o años después.
Sin duda, el fallo de la Corte representa no solo un triunfo del conservadurismo de los jueces y una victoria para el gobierno de Donald Trump en el marco del enfrentamiento por obtener mayores recursos para continuar la construcción del muro fronterizo; sino también es la materialización de la espada de Damocles que pende permanentemente sobre los migrantes, recordándoles que nunca terminan por llegar; que su andar y huida es permanente; que aunque la sociedad estadunidense los necesita, son criminalizados y discriminados. Que no solo no acceden al derecho a no migrar, sino que se les niega el derecho a escapar. Que al final del día son utilizados como moneda de cambio en la mesa del póker político estadunidense.