Rincón azteca
No dejes para mañana lo
que puedes comerte hoy.
Así reza un famoso refrán mexicano que nos induce a seguir comiendo, pero recordemos que nuestro país tiene el primer lugar en obesidad infantil y el segundo en personas mayores, por lo tanto ¡¡cuidemos lo que comemos!!
Y pasando a la teoría y “Acá entre Nos”, déjame comentarte que bien dicen que cuando tienes una corazonada hay que tomarla en cuenta, pero en este caso no fue así: algo me decía “no entres”, “mejor ve al lugar que habías dicho”, “no te quedes aquí”, y como buen ser humano “contreras”, al fin, pues nada, no hice caso a esa corazonada y que me meto a la nueva sucursal del restaurante Rincón Azteca, ubicado en Plaza City Mall, local 10, a un costado del CBTIS 130.
De entrada, el lugar no es nada acogedor; su decoración, aún y a pesar de que tiene colores ocres y pasteles, no invita a entrar. Su mobiliario, tanto las mesas como sillas, son de madera cubiertas con mantel y su cubre mantel. La loza parecería que es la que ya no le dan uso en las otras dos sucursales (que a decir verdad, la que está ubicada en avenida 5 de Febrero, que es la matriz, es la mejor), ya que la tienen toda despostillada, tanto en platos como en tazas, al menos de eso pude percatarme, y más aun por la que me llevaron a mí.
Su musicalización es buena y a buen nivel de volumen, en su mayoría pop en español, rock en tu idioma de los años ochenta y noventa, Caifanes, Molotov, Enrique Bunburi, etc. Cuenta con un solo baño y este luce sucio, y la chapa de la puerta no atora para cerrar ni mucho menos poner seguro. Por lo tanto, las mujeres no creo que se vayan a sentir cómodas yendo solas al sanitario, a menos claro está, que vayan acompañadas como si estuvieran en un antro.
Un jovencito llamado Diego te atiende amablemente, y en verdad al escucharlo ¡¡tiene voz de locutor!! Y así se lo hice saber. A él lo traen de mandadero y de mesero, así que durante su ausencia no hay quien se acerque a la mesa a servir más café o a preguntar si se necesita algo. Y digo mandadero porque dentro de su menú ofrecen “huevos montados en nopal bañados en salsa poblana”, que inicialmente fue lo que pedí, ¿y qué creen? ¡No tenían nopal! Y eso que el lugar, según me lo hicieron saber, tiene aproximadamente 20 días de haber sido abierto, así que tuvieron que mandar a Diego a comprar el nopal, y pues el servicio “adiós que te vaya bien”.
Luego de esto, vuelo a pedir la carta y me decido ya sin tantas ganas por unos “huevos rancheros”, que son como todos sabemos: dos huevos montados en dos sincronizadas de queso y jamón (pero… ¿y el queso dónde está?, me pregunté) bañados con su clásica salsa de chile serrano poco picosa, tomate y especies. Otra cosa más, los frijoles se les ahumaron, así que ni qué decir del sabor. Y si todavía le agregamos que el café de olla que sirven ¡¡está tibio!! pues la verdad no dan ganas de volver ni mucho menos de recomendar. El personal de cocina lleva, como debe ser, cofia en el cabello y cubre bocas, pero no tiene uniforme que lo identifique como un equipo que trabaje ahí, solo el gerente lleva una camisa de manga larga con el logotipo del lugar. Así que si piensas ir al Rincón Azteca y no quieres salir con mal sabor de boca, mejor acude a la matriz.