La Parroquia

“Atáscate Matías, que de esto no hay todos los días”, dicho popular mexicano.

¿Sabías que el 16 de noviembre de 2010 la UNESCO declaró a la comida mexicana como Patrimonio de la Humanidad? No es de sorprenderse, pues la comida mexicana es de las mejores y con más variedad en el mundo; además, mantiene una continuidad histórica, es decir, las recetas han variado muy poco a lo largo de los siglos. Aparte de la comida, si algo nos define como mexicanos son nuestros dichos, que son expresiones que encajan a la perfección en diversas situaciones y, por si fuera poco, nos salen de forma natural en cualquier conversación.

Ubicado en una de las principales y más transitadas avenidas de nuestra ciudad de Durango, como es el boulevard Felipe Pescador, en el número 1500 “A”, un pequeño restaurante abre sus puertas, y digo pequeño porque tiene unas quince mesas y una pared decorada de manera muy mexicana con cruces de diferentes tipos de material. Se trata de La Parroquia.

Su musicalización Acá entre Nos está a un volumen muy cordial para poder escuchar lo que platicas con tus acompañantes sin tener que alzar la voz. La iluminación es muy buena ya que tiene grandes ventanales.

Sus baños, aunque acude bastante gente ya sea para desayunar o a comer, están bastante limpios, solo recomendaría tener cuidado con los botes de basura ya que imagino los vacían hasta que cierran; por lo tanto, están llenos de papeles. Su personal, que son dos meseros (poco desaliñados con su uniforme) y una mesera, es bastante amable y servicial, pues desde que llegas y te sientas te saludan, se presentan y te comentan sobre las opciones del platillo del día, o bien te dejan el menú por si gustas pedir algo a la carta.

Para “entretenerte” llevan a la mesa dos salsas, picantes pero muy sabrosas: una es de árbol y la otra molcajeteada con totopos que tienen mucho aceite y están preparados como de tres días atrás, por lo que están muy “correosos”. Ofrecen paquetes de “comida corrida”, como todos la conocemos en México, que es: sopa o crema o caldo, carne roja o blanca y postre, con su agua de frutas.

Me decidí por una crema de zanahoria, que es suficiente para una persona; sin embargo, no sabía a nada (aunque le puse un poco de sal), los crotones no eran tales, sino que solo adornaron la crema con cuadritos de pan sin haberlo tostado, ni rociado aceite de oliva para que tomaran un mejor sabor… y tibia, porque ni caliente estaba. Aparte dejan un plato cafetero con algo de arroz rojo muy bien cocido con chicharos.

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Pedí un agua de guayaba y me llevaron media jarra ¡¡sin hielo!! porque en ese momento se terminó y lo andaban comprando. Para retirar los “muertos” (como ya lo he mencionado antes, son los platos y loza sucios) se tardan un buen rato.

Como segundo plato ordené un pollo con champiñones y espagueti, el cual tuve que devolver porque me lo sirvieron frio, y me llevaron tortillas que no van con ese platillo. De sabor y de textura muy agradable al paladar, y como postre me llevaron una rebanada de panqué con nueces, mismo que disfruté con una taza de café.

Contrario a lo que puedas pensar, los costos son bastante accesibles y tiene la promoción del “dos por uno” en desayunos.

NOTA: Agradezco a la señora Helida Duarte que sin conocernos me realizó una llamada telefónica para felicitarme por estas reseñas a los diferentes lugares de alimentos y comentarme la osadía que pasaron ella y parte de su familia en un restaurante dentro de un hotel ubicado en pleno centro de la ciudad, caso del que hablaremos próximamente.

Te invito a que nos cuentes tu visita a cualquier restaurante y nos digas si te gustó o no, ¿te parece?