¿A quién carajos le importa el PRI?
Fernando Miranda Servín.
En el pasado proceso electoral duranguense, los priístas cavaron unos metros más de su propia fosa común que a nivel nacional han estado preparando para reposar sus dinosáuricos restos, pues en sus elecciones internas de todos es sabido que un bando en especial se dedicó a rellenar urnas en el municipio de Durango para favorecer a quien sería el candidato a alcalde de esta importante demarcación, Arturo Yáñez Cuellar, personaje cercano al ex gobernador Ismael Hernández Deras, sacando de la contienda a su contrincante Jesús Díez Flores.
A la postre, Arturo Yáñez obtuvo un resultado tan deplorable como el del candidato de Morena, el también priísta Otniel García Navarro, quedando en cuarto lugar, y el “morenista” en quinto.
A nivel estatal, los pocos municipios que ganó o conservó fue gracias a las acciones de los cuadros locales y no a las estrategias de la dirigencia estatal, razón por la que al fin de cuentas las estadísticas fueron desastrosas pues de 24 alcaldías que el PRI poseía en 2016 (en coalición con los partidos Verde, Duranguense y Nueva Alianza), en estas elecciones de 2018 se redujeron a 16.
Muy lejos han quedado los tiempos de bonanza del PRI, esos en los que por imponer presidentes de la República y gobernadores sus oficinas de Insurgentes Norte, en la Ciudad de México, eran auténticas agencias de empleo. Engolosinados con el poder, sus integrantes se atragantaron de corrupción, impunidad y avaricia, hasta que el electorado poco a poco los ha ido desechando en las casillas electorales hasta casi eliminarlos del panorama nacional. Muchos, como se sabe, comenzaron a emigrar al partido Morena y fueron generosamente cobijados por el ex dirigente nacional de este partido y actual presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador; otros permanecieron con el ánimo iluso de “democratizarlo”, y los avezados en la transa ahí siguen y seguirán, dispuestos a aliarse a cualquier tipo de fuerza económica y política para mantenerse y tomar las riendas de lo que queda del PRI.
Hoy, en su proceso de elección de dirigencia nacional, el espectáculo que este partido está ofreciendo es tristemente penoso, pues con la renuncia del Dr. José Narro a sus aspiraciones a la presidencia del PRI y a su militancia de más de 40 años, no solo han quedado evidenciadas las sucias maniobras de la actual dirigencia nacional encabezada por Claudia Ruiz Massieu para organizar las elecciones con un padrón inflado con 700 mil “nuevas” afiliaciones realizadas por grupos cercanos al ex gobernador de Campeche, Alejandro Moreno Cárdenas, alias “Alito”, quien aspira a la presidencia nacional del PRI, sino también la injerencia del presidente López Obrador para favorecer a este político campechano.
En medio de este escándalo, la otra aspirante a la máxima posición priísta, la ex gobernadora yucateca Ivonne Ortega Pacheco, a pesar de conocer estos detalles, declara que no se retira de la “contienda” por la dirigencia nacional del PRI, corriendo el riesgo de parecer comparsa y avalar una farsa cuyos resultados ya todo México conoce desde este momento. Más patética no puede ser la descomposición de este partido, que como pesada piedra nada ni nadie detiene ya su caída hasta el fondo del abismo.
¿A quién carajos le importa el PRI?, preguntó el pasado día 19 el prestigiado periodista Álvaro Delgado en la red social Twitter. Y en efecto, ¿a quién carajos le importa lo que hacen o no hacen los militantes de un partido cuyos gobernantes se dedicaron sistemáticamente a destruir nuestra nación y hoy se destruyen a sí mismos con sus procesos de elección podridos?