Los salarios mínimos en Suiza y México: ¿Por qué no fijan ingresos máximos?
Los trabajadores mexicanos reciben los peores salarios del continente mientras los políticos de este país obtienen los sueldos más altos del mundo.
1. En México el salario mínimo general es de 65 pesos, es decir, unos 5 dólares (de 13 pesos), por ocho horas de trabajo; a partir de el los empresarios suelen pagar a los trabajadores menos del mínimo, el mínimo, mínimo y medio, dos salarios o tres salarios mínimos. Sus ingresos no les alcanzan para comprar la alimentación, la salud, la educación o pagar servicios de electricidad. En conclusión: más del 80% de la población vive en la pobreza y la miseria desde hace muchas décadas, o desde siempre.
2. Contrario a lo anterior, en Suiza se ha propuesto un salario mínimo de 18 euros (25 dólares) la hora de trabajo; en 8 horas, un trabajador obtiene 200 dólares, o sea, 2,660 pesos diarios. Los suizos ganan diario lo que ganan los mexicanos en casi mes y medio. En Francia el salario mínimo es de 9.43 euros, en Alemania será de 8.50 euros a partir de 2015, y en España de 5.05 euros la hora. En EE.UU., ya muchas agrupaciones están exigiendo 25 dólares (sobre todo en los restaurantes) por hora de trabajo. Los migrantes mexicanos entre 2 y 6 dólares, haciéndole competencia a los obreros de EE.UU.
3. Pero lo que nunca se ha establecido –porque este es un sistema capitalista donde mandan los que tienen capital- es el ingreso máximo. En México, si el salario mínimo es de 65 pesos diarios (mil 950 pesos al mes o 150 dólares) se podría fijar el salario máximo en 78 mil pesos al mes, que serían 40 veces el salario mínimo (4,500 dólares al mes). Pero en México hoy el presidente, los de la Suprema Corte y los del INE cobran unos 500 mil pesos al mes, que son 300 o 400 veces el salario mínimo de un trabajador. ¿Qué hacer con los empresarios que se llevan 40 millones cada mes?
4. Basta ya de cifras que suelen dar dolor de cabeza. Aquí lo importante es ver que mientras nosotros estamos peleando un peso o una moneda en los pasajes de autobús o dos pesos con el tendero de la esquina, no nos damos cuenta que la estructura de la sociedad capitalista nos tiene siempre con “la soga en el cuello”; que mientras creemos que estas cosas las vamos a remediar votando por otro burgués capitalista para que asuma el mismo poder, existe toda una clase social que se burla, se carcajea de nosotros, porque a pesar de que pasan las décadas no nos damos cuenta ni de la evidencia.
5. Muchas veces, en mi enojo culpo al pueblo de tonto o sumiso por no rebelarse; pero el tonto soy yo por no darme cuenta de la pesada carga que tienen que soportar los trabajadores. ¿Cómo tener que trabajar muchas horas y luego cansado acudir a la casa y ver una TV propagando el mensaje de los explotadores? ¿Cómo tener libre el domingo para no ir a la Iglesia para escuchar el mensaje de sumisión del cura? ¿Cómo divertirse con los amigos sino es con alcohol en el bar para olvidar las penas o, en el caso de las organizadas mujeres, no ponerse los artículos de belleza de moda?
6. En tanto exista el capitalismo en el mundo jamás de los jamases podremos liberarnos de nuestros grandes problemas: económicos, políticos y sociales. En tanto los trabajadores no adquieran conciencia de que todo depende de sus batallas organizadas contra la acumulación de capital en pocas manos y a favor de la distribución igualitaria de la riqueza, las cosas seguirán igual. El capitalismo, hegemonizado por los gobiernos de EE.UU., y los más poderosos de Europa y Asia y su ideología, domina el mundo. Mientras esto sea así nuestras luchas pequeñas y muy puntuales casi de nada sirven.
7. Las luchas concretas por salarios, por trabajo, por los votos, sólo son defensitas. Buscan que no nos aplasten, que no nos maten de hambre, que nuestra esclavitud no sea más penosa, pero no cambian el sistema, incluso algunas lo adornan y lo hacen más fuerte y moderno. No es una batalla entre precios y salarios sino una lucha contra el sistema de explotación y de desigualdad. En México, EE.UU., Venezuela, Cuba, la única lucha consecuente es contra el capitalismo, la explotación y la desigualdad. Ese objetivo debe identificar a los trabajadores de todo el mundo.