El panismo nefasto

De la servidumbre al poder

Fernando Miranda Servín.

La actual generación de panistas que ostentan en este momento importantes espacios de poder en esta entidad norteña, por lo menos durante las dos últimas décadas fueron comparsas incondicionales del régimen priísta que gobernó este estado hasta el año 2016. Con la llegada a la gubernatura del ex priísta José Aispuro Torres, bajo la bandera del PAN, en el gobierno del ex mandatario Enrique Peña Nieto, esa pequeña élite de panistas acomodaticios abandonó la servidumbre que había practicado bajo el yugo priísta para ocupar altos cargos en el gobierno estatal “del cambio” y en el gobierno de la capital duranguense, al lado del ex alcalde saqueador emecista y senador de la República, José Ramón Enríquez Herrera.

Así, a partir de 2016 a la fecha, esta ala del panismo corrupto duranguense no solo se ha mantenido bien posicionada en estas dos instancias de poder (el estatal y el municipal de Durango), sino también sus integrantes (los más aviesos) han amasado pequeñas y grandes fortunas haciendo negocios pingües al amparo del poder que detentan, desde proporcionarse a sí mismos y a sus amigos empresarios millonarias adjudicaciones directas de contratos hasta pagar (de manera muy soterrada) costosas rentas de inmuebles a incondicionales para habilitarlos como oficinas de gobierno.

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La opacidad e ineptitud en el manejo de las finanzas y el encubrimiento que está garantizando la impunidad de quienes saquearon el erario el trienio pasado, ya son parte de las 90 mil acciones de gobierno que ha realizado el alcalde panista de Durango, Jorge Salum, y su séquito nefasto.

Todo lo imaginable que sea negocio y produzca beneficio para esta élite delincuencial blanquiazul se practica en Durango con total impunidad, dejando a un lado, por supuesto, las políticas sociales que deberían beneficiar de inmediato a la ciudadanía y a los sectores más vulnerables de esta.

En este panorama carente de pulcritud, una de las cofradías del panismo duranguense más recalcitrante, y por lo mismo de las más voraces y contaminadas, ganó la presidencia municipal de Durango en las pasadas elecciones de junio de 2019, con su máximo representante, Jorge Salum del Palacio, un político de bajo perfil y definido como grisáceo por la misma militancia de su partido y por buena parte de la clase política duranguense.

De la mano del alcalde Jorge Salum, repitieron en sus cargos personajes muy cuestionables por el papel que desempeñaron en la pasada administración corrupta encabezada por el ex alcalde emecista José Ramón Enríquez Herrera, como la síndico Luz María Garibay Avitia y el regidor Fernando Rocha Amaro, presidente de la comisión de Actividades Económicas, una de las comisiones más redituables en cuanto a ingresos ilícitos se refiere. Esto quizá sea la razón por la que la síndico, que convenientemente fue la representante del equipo de entrega-recepción del alcalde entrante Jorge Salum, ha estado ocultando a la ciudadanía duranguense los resultados de éste proceso, que indudablemente debe arrojar responsabilidades penales para quienes ocuparon altos cargos en la administración del actual senador José Ramón Enríquez. Hoy, tanto este pendiente como la ausencia de resultados de las “auditorías forenses” que supuestamente está realizando un despacho externo a la administración municipal pasada, siguen siendo las evidencias más fuertes de la existencia de un pacto de impunidad entre el panismo corrupto, representado por el alcalde Jorge Salum, y el grupo de saqueadores profesionales que dirigió el conflictivo ex edil emecista.

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La síndico Luz María Garibay Avitia, pieza clave en la corrupción que se ha dado en el municipio de Durango, tanto en el trienio pasado como en el actual. Como representante del gobierno de Jorge Salum, a más de seis meses de iniciada la entrega-recepción sigue ocultando a la ciudadanía los resultados de este proceso.

Así las cosas, a medio año de gobierno son más las razones que la ciudadanía tiene para repudiar las acciones y omisiones de este clan panista nocivo, que los motivos para reconocerlo: la imposición a la fuerza de proyectos personales y de grupo, tendenciosos y mal planeados, como los de la calle Paseo del Mármol, del Fracc. Loma Dorada, y la ciclovía de la Av. Laureano Roncal, para favorecer a empresarios y salvarle el pellejo al primo del primo, que ocupa la dirección de Obras Públicas; las pésimas actuaciones de un director de Seguridad Pública más ocupado en evidenciar públicamente las pifias de una diputada local que en salvaguardar la seguridad y tranquilidad de la ciudadanía; la ciudad llena de baches; el abandono de las áreas verdes y espacios deportivos; los contratos millonarios de “capacitaciones”; los arrendamientos amañados de inmuebles; las cuentas públicas aprobadas apenas por la diferencia de un voto, el voto de “calidad” del alcalde Salum; la deuda a proveedores de más de 150 millones de pesos, heredada por la sucia administración del ex alcalde saqueador Enríquez Herrera, y que será pagada por los contribuyentes, y la protección y permanencia en la nómina municipal de “servidores públicos” extremadamente corruptos, pertenecientes al círculo del senador emecista son solo algunos de los señalamientos que la ciudadanía hace al gobierno panista de la capital de Durango en las calles, en los medios de comunicación y en las redes sociales, apenas en el inicio de este año que es la antesala de las elecciones de 2021, con el marcado antecedente de que en los últimos procesos electorales la ciudadanía de esta entidad norteña ha despedido con cajas destempladas a los partidos políticos cuyos representantes han desempeñado de manera pésima sus encomiendas, traicionando la confianza que en ellos depositaron. El PAN, en la capital duranguense, no será la excepción.