Clamor popular: ¡Qué renuncien! Peña Nieto, Mancera y otros más

Mancera y Peña Nieto, gobernantes repudiados por amplios sectores de la población.

Por más que el gobierno de Enrique Peña Nieto pretende hacer creer al pueblo que todo va viento en popa, las cifras de las estadísticas demuestran lo contrario. Y es que tanto la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) como el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) coinciden en señalar que en lo que va de la administración peñanietista el número de pobres ha aumentado en por lo menos un millón y medio.

Los ingresos familiares, lejos de mejorar, cada día pierden más su poder adquisitivo, al grado de que ya más de la mitad de la población no es capaz de solventar sus necesidades más apremiantes para poder subsistir de manera desahogada por los salarios miserables que recibe y que la obligan a buscar otras fuentes de ingreso informales e, inclusive, ilegales.

Esta explotación nunca antes vista ha provocado que se agrande más la brecha entre ricos y pobres. Así, somos un país con más de sesenta millones de pobres y unos cuantos millonarios, entre los que destacan los personajes más adinerados del planeta.

Las estrategias rapaces del neoliberalismo, implementadas desde hace ya más de cinco sexenios, han rendido frutos muy jugosos a las oligarquías extranjera y nacional. Hoy, estos depredadores no se conforman con lo ilegalmente obtenido sino que pretenden apoderarse absolutamente de todos los recursos naturales y financieros que como nación poseemos.

Por lo que se ve, se oye y se calla en el Congreso de la Unión, nuestro país ya está en pleno remate, y son nuestros gobernantes: los diputados, senadores y el Poder Ejecutivo, quienes están dirigiendo la subasta para entregar lo poco que nos queda al mejor postor.

La pésima televisión (excelente para la oligarquía), la manipulación de los medios de comunicación (con nuestros impuestos) y el deterioro premeditado de la educación han logrado el objetivo de hacer de nuestra patria una fábrica de autómatas pobres, de trabajadores miserables y ciudadanos indiferentes a quienes poco o nada les interesa el futuro de nuestro país. Esta es una de las razones por las cuales nos gobiernan los peores elementos de nuestra sociedad. A menor educación, mayor expoliación y corrupción.

Desde hace mucho tiempo nuestros representantes han buscado el poder no para sacar adelante al pueblo de México sino para convertirse en eficaces empresarios, haciendo negocios particulares con recursos públicos  y desmantelando las instituciones. De nada sirve denunciar pues los gremios de la partidocracia, aunque de diferentes colores, son una sola mafia y, a través de sus “reformas” y “leyes secundarias”, ponen en venta prácticamente todo: minas, bosques, ríos, playas, calles y paraestatales sin tomarle parecer al pueblo de México.

Son mentirosos, ladinos y farsantes. Ninguno de estos “representantes” cuando nos pidió el voto nos dijo que quería ser gobernante para traicionarnos, para votar a favor de las “reformas” que nos despojan de nuestros bienes nacionales, nos sacan el dinero de nuestros bolsillos y nos quitan las conquistas laborales que costaron muchas vidas para obtenerlas. Ninguno nos dijo que si protestábamos por no estar conformes con sus actuaciones nos echaría encima a un centenar de granaderos para golpearnos con sus garrotes. Por el contrario, en sus campañas electorales todos dicen que defenderán nuestros intereses, y protestan: “si así no lo hiciere que la nación me lo demande”.

Lo que esta farsa ha ocasionado es que ahora ya nadie crea en ellos, sean del PRI, del PAN, del PRD o cualquier otro partido, porque todos se comportan de manera idéntica. Por eso no es gratuito que varios sectores del país, esos que se han liberado de la aberrante televisión y de la mala educación, estén exigiendo ya la renuncia inmediata de varios gobernantes, entre los que destacan el mismo presidente de la República, de derecha, y el falso “izquierdista” Miguel Ángel Mancera, jefe de gobierno del D.F., quienes no dudan ni un segundo en agredir a los ciudadanos con la fuerza pública en lugar de dialogar políticamente.

Pero, ¿cómo pedirle a un gobernante impreparado que actúe políticamente si no tiene ni la más remota idea de lo que significa el concepto pues está lejos, a años luz, de ser político y mucho menos estadista?

Ojalá y esos gritos que exigen la renuncia de estos dos gobernantes y otros virreycitos coludidos con el crimen organizado que gobiernan en algunos estados, cunda en todo el país para abrirle paso a una generación nueva de gobernantes que nada tengan que ver con las mafias de la partidocracia.