Gorditas Gabino

Una gordita al día es la llave de la alegría

Recuerdo cuando éste negocio empezó a finales de los años setenta e inicio de los ochenta en un pequeño localito en la calle de Aquiles Serdán, entre Constitución y Juárez, que la verdad no te invitaba a comer ya que lucía con poca luz y sus mesas se veían sucias (recuerdo que eran de una refresquera), por lo que más bien ibas a comprar y lo pedías para llevar. Yo iba seguido ya que vivía por la calle Victoria.

En ese entonces su mayor éxito fue el tamaño, el sabor de sus salsas y guisos, y el costo de las gorditas.

A más de 40 años de su instalación hoy cuenta con su tradicional ubicación, que es en el famoso y concurrido Corredor Constitución; sus instalaciones son muy buenas, aunque no así la atención de su personal. Al pasar de los años cambió también el sabor de sus alimentos.

Acá entre Nos te diré que ya no recordaba el motivo por el cual tenía tanto tiempo que no entraba a Gorditas Gabino, solo me acordaba que ya no me gustaba, y esta vez que fui a visitar el lugar supe de nuevo la razón por la que dejé de ir.

Te reciben muy amablemente, pero a pesar de que tienen a una hostess la tienen haciendo otras cosas, por lo que la bienvenida te la da el personal de meseros, todos perfectamente uniformados de color negro, con el nombre de la empresa en la playera tipo polo, no así los garroteros, que solo traen una camisa blanca con diferentes logos de negocios ajenos a este establecimiento.

Si no hay mucha gente te indican que puedes elegir la mesa que más te agrade, y después de escoger un lugar y acomodarte, van y te dejan el menú, que a decir verdad lo de su nombre de Gorditas pasó a segundo plano, ya que la carta de platillos es muy basta, desde snacks hasta comida de vigilia; bebidas alcohólicas, pescados, aves,  carnes, y claro, las tradicionales gorditas de distintos guisos.

El lugar es bastante espacioso, con una iluminación muy buena y de fondo una música cristiana… así es, cristiana, que no tengo nada en contra pero mi punto de vista muy personal es que es un establecimiento abierto a todo tipo de público; por lo tanto, la religión que profesen y el tipo de música que les guste escuchar a los propietarios debería ser muy personal.

Recuerdo que como aperitivo dejaban totopos y salsa molcajeteada antes de que te tomaran la orden, ahora solo dejan la salsa, misma que le hace falta sabor, está algo picosa, pero agradable al gusto.

Los baños están muy limpios, con lo necesario para el servicio y muy independientes de las distintas áreas de comida. Su mobiliario es de colores ocres, muy cómodo y moderno.

En esta ocasión pedí para desayunar unos huevos montados en sopes con asientos de chicharrón, bañados en una salsa verde con tiras de chile poblano y frijoles, sin olvidar mi clásico café, que en éste lugar te lo vuelven a llenar solo una vez más.

¡Comenzaré diciéndote que el sexo como el café debe ser caliente! Pero no fue así, la temperatura del café no estaba tibia sino lo que le sigue, estaba fría; aparte era demasiado cargado, por lo que ni agregándole agua o más crema pude balancear el sabor. Tuve que dejar la taza casi completa, y mira que para que yo deje un café es porque en verdad no se puede beber.

Aunque el lugar lucía casi lleno no se tardaron mucho en llevarme el platillo, que como puedes ver en la imagen no tuvieron el cuidado de limpiar la orilla del plato, puesto que luce sucio, pero eso no es lo malo, lo que realmente lo fue es que al momento de probar la miseria de frijoles que te sirven (en la foto se ve que son bastantes, pero no, como son licuados se esparcen en el plato y parecen muchos) ¡también están fríos! La salsa verde muy en su punto, los huevos muy bien guisados y con su yema bien cocida, mas no así el chicharrón.

Si recuerdas, comenté al principio que había olvidado la causa por la que no había regresado a éste lugar, y es por la sencilla razón de que sus salsas están demasiado condimentadas, por lo que durante todo el día mi estómago estuvo a punto de reventar, y leyendo algunos comentarios en redes no soy el único que ha pasado por eso al momento de ir a comer a esas gorditas.

Los costos no son muy accesibles. Su atención es deficiente. Al momento de pedir la cuenta le comenté al mesero que a su vez le dijera al chef o cocinero que tuviera más cuidado con los platillos que saca, ya que están muy fríos y la loza está sucia.

Por todo ello le doy nada más dos tenedores.