Sueños guajiros
- “Esta segunda campaña de recolección de firmas va muy bien en todo el país, señaló Cuauhtémoc Cárdenas -personaje con enorme influencia en México-, ya que llevamos arriba del millón, además del millón 700 que ya se tenían”. Y cuando un reportero le preguntó si no es un sueño guajiro pensar que se puede echar atrás la reforma energética recolectando firmas, Cárdenas respondió que lo guajiro es pensar que no funcionen la ley ni la Constitución (La Jornada). El calificativo de Guajiro en este contexto es sinónimo de fantasioso, de imbécil, que el periodista achacó a Cárdenas y a los firmantes, y que éste reviró contra los críticos del poder.
- Guajiro es la persona, aunque también la música, del campo caribeño. Este término es muy utilizado en la zona costera del Golfo; desde Veracruz hasta Venezuela, pasando por Cuba y Colombia. Puede entenderse que es muy distinta la forma de ver la vida de la zona costera a la del campo. Se desconoce cómo se desarrolló la expresión sueños guajiros, pero significa que se está expresando algo fantasioso, difícil o casi imposible de realizar; es un sueño irreal. No sé el tono que haya usado el periodista al preguntarle a Cárdenas, pero lo que éste respondió fue muy autoritario y provocador.
- No sé si Cárdenas o alguien podría poner un ejemplo de que en los últimos 100 años haya funcionado en México una petición y entrega de firmas, sean 100 o un millón. En México -como es bien sabido- todo ha sido arrojado al sesto de la basura con el argumento de que dos millones de firmas son nada frente a 115 millones de habitantes, además que hay muchas firmas repetidas, inventadas e ilegibles. No sé en que países del mundo civilizado funcionen las firmas, pero en México se ha demostrado hasta la saciedad que sólo dan risa entregarlas al gobierno opresor o a la instancia judicial.
- No sé si Cárdenas tenga un ejemplo de funcionamiento efectivo de la ley y la Constitución en México. Lo que es bien sabido es que las leyes y la Constitución fueron hechas por las clases dominantes desde que éstas se hicieron del poder en la revolución burguesa de 1910-1917, así como que los tres poderes interpretan esas leyes de acuerdo a sus intereses particulares o de clase. Para volver a creer en las leyes es necesario hacer otra Constitución y cambiar al gobierno por uno menos malo o en un autogobierno. Pensar o creer en que funcionan las actuales leyes es el más vil oportunismo.
- Obviamente, así como nunca he votado también nunca he firmado petición alguna, porque sólo me hacen sonreír; sin embargo, cuando se trata de salir a la calle en cualquier ciudad o país a protestar y manifestarse, lo he hecho con enorme entusiasmo; mucho más cuando se trata de plantarse o bloquear porque ese es el único idioma que entiende la clase dominante. Aunque también debe reconocerse que los gobiernos han aprendido que son protestas de unas cuantas horas y que son fáciles de acordonarse o encapsularse, tal como han hecho los últimos dos años. Así que urge encontrar otras medidas de lucha que sean efectivas.
- En México, el gobierno de Peña Nieto lleva más de año y medio aprobando leyes constitucionales en el legislativo (trabajo, educación, comunicaciones, privatización de la electricidad, del petróleo, etcétera) dando lugar a que se realicen por lo menos 10 o 20 grandes concentraciones de protestas en la ciudad de México, más las que se sumen de los estados. ¿De estas concentraciones saben cuántas ha hecho la socialdemocracia? Una pequeña del PRD y los cardenistas y otra de los amloístas. Los únicos que se han manifestado diariamente -o cada segundo día por sus problemas concretos- son los de la Coordinadora (CNTE).
- Los líderes del PRI (el tal Penchyna, Beltrones y Gamboa), así como los del PAN, ya se carcajean de las “presiones” del PRD y toda la socialdemocracia (SD) (que se retira del Congreso y vuelve al otro día con la cola entre la patas) que habla y amenaza con reunir firmas, pero no puede movilizar a las masas en las calles. La SD pareciera que tiene miedo, terror, a que las manifestaciones los sobrepasen, se les salgan de control, que la juventud anarquista los rebase. En meses anteriores he escuchado en el DF que organizadores socialdemócratas prohíben marchar a los encapuchados o del bloque negro porque son provocadores.
- La opinión de algunos amigos me hace pensar que la SD es un distractor o puede ser un freno a las luchas sociales. ¿Pero qué hacemos las izquierdistas además de analizar, hacer crítica y discutir? Nosotros estamos peor porque no movilizamos a nadie, o a muy pocos, en esta coyuntura en que las derechas internacionales -encabezadas por los yanquis-, van recuperando el poder en todos los países que hace cinco años demostraban avances. Parece el cuento de nunca acabar: flujos y reflujos, altas y bajas, luchas en las calles y captura de cargos políticos. ¿Cuántos años más debemos seguir en las calles para cambiar estos países en beneficio de los explotados?