Dámaso Pérez Prado, “El rey del mambo”

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De la redacción de razacero.

El mambo fue creado a finales de los años treinta del siglo pasado por los hermanos Israel López “Cachao” y Orestes López, cuando integraban la orquesta Arcaño y sus Maravillas, en La Habana, Cuba.

El mambo es una aceleración del danzón con percusiones sincopadas. La palabra mambo es de origen africano, de la región del Congo, y algunos lingüistas la han traducido como “conversación con los dioses”, instrucción, conocimiento.

Fue Dámaso Pérez Prado quien le dio un nuevo giro a este ritmo convirtiéndolo en universal.

Dámaso Pérez Prado nace en Matanzas, Cuba, el 11 de diciembre de 1916. Músico, compositor y arreglista, Pérez Prado trabaja en la década de los años cuarenta como pianista en dos de las mayores instituciones musicales de Cuba: la Sonora Matancera y la Orquesta Casino de la Playa.

En 1947 graba su primer éxito, Qué rico el mambo, pero hacia 1948 Pérez Prado es rechazado por las disqueras cubanas por considerar su música muy sofisticada, con influencias de jazz, y es el cantante Kiko Mendive quien lo invita a México, donde funda su orquesta, la orquesta de Pérez Prado, integrada solamente por músicos mexicanos, y Benny Moré como su intérprete. A la sazón, Pérez Prado jamás aceptaría en su orquesta a ningún músico extranjero.

Así, con creaciones magistrales como El mambo Núm. 5 y El mambo Núm. 8, grabadas por la disquera RCA Víctor, Pérez Prado se catapulta hacia la fama mundial ya que además de sus grabaciones es invitado a actuar en las películas de la Época de Oro del cine mexicano y en la naciente industria de la televisión. En pantalla, los movimientos de las rumberas cubanas Ninón Sevilla, María Antonieta Pons, Amalia Aguilar y Rosa Carmina, y la mexicana Meche Barba, eran la delicia de los cinéfilos y televidentes con el fondo musical único de Pérez Prado, sin faltar en algunos de esos filmes el inolvidable cómico y bailarín Adalberto Martínez “Resortes”.

 

Amalia Aguilar
Amalia Aguilar

Años después, en 1960, el cineasta Federico Fellini utilizaría el tema musical compuesto por Pérez Prado, titulado Patricia, en una de las escenas de La Dolce Vita, considerada una de las máximas obras maestras de la cinematografía mundial.

Pérez Prado, también, fue reconocido por componer los mambos del Politécnico y Universitario (de la UNAM) que lo hicieron popular entre los estudiantes de estas instituciones educativas.

Se llegó a decir que Pérez Prado fue expulsado del país en los años cincuenta por pretender tocar a ritmo de mambo el Himno Nacional Mexicano, y otros comentan que tuvo algún desencuentro con un político poderoso.

Pérez Prado, hasta la fecha, sigue siendo un ícono de la música internacional, formado en nuestro país, que lo cobijó en los momentos más difíciles de su vida. En 1980, Pérez Prado adquiere la nacionalidad mexicana y radica en la ciudad de México hasta el día de su muerte, acaecida el 14 de septiembre de 1989, a causa de un paro cardíaco.

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“Tú me la Pérez Prado”, fue y sigue siendo una frase muy sonada entre la vox populi nacional, que demuestra superioridad ante el adversario.

Dámaso Pérez Prado, con su muy especial estilo de componer e interpretar el mambo, enriqueció la vida cultural y musical de México. Con él nació el mambo como lo conocemos y, luego de su muerte, jamás nadie ha vuelto a componer ningún éxito dentro de este género musical. Dámaso Pérez Prado es, por siempre, “El rey del mambo”.