Ya se va “El Sátrapa de Tamazula”
Fernando Miranda Servín.
Desde que llegó al poder engañando a la ciudadanía con la promesa del cambio, él y su despótica esposa, Elvira Barrantes, se dedicaron a atropellar los derechos laborales de los trabajadores estatales, a quienes despidieron injustificadamente; fueron cientos de ellos los que recibieron miserables liquidaciones y sus plazas fueron fusionadas para dárselas a la nueva élite burocrática compuesta por familiares y amigos. Dos de los principales artífices y cómplices de las atrocidades laborales cometidas por la pareja virreinal fueron el “consejero jurídico” del gobierno estatal, Galdino Torrecillas, y la ex directora de Comunicación Social y actual regidora del municipio de Durango, Verónica Terrones.
Con José Rosas Aispuro Torres Durango se hundió en la ingobernabilidad total, pues las instituciones impartidoras de justicia quedaron en manos de personajes con perfiles ineficientes y delincuenciales. Así, amplias zonas del estado quedaron en manos de grupos delictivos y el secuestro, extorsiones, despojos de tierras, violaciones y feminicidios fueron delitos poco perseguidos y hasta protegidos desde la alta cúpula del gobierno estatal.
“El Sátrapa de Tamazula”, José Rosas Aispuro Torres, gobernó a sus anchas violando a su antojo la división de poderes y manejando los recursos públicos como si fueran propios. Para ello contó con la complicidad de su esposa, Elvira Barrantes, y un depredador especializado en el atraco y el saqueo: Arturo Díaz Medina, su nefasto secretario de Finanzas. Es increíble, pero estos tres sujetos, Aispuro, Elvira Barrantes y Arturo Díaz Medina, fueron los principales responsables de que el gobierno de Durango en este momento se encuentre en la bancarrota total y señalado por la secretaría de Hacienda como el único estado de la República mexicana que se encuentra en Semáforo Rojo, es decir, sin capacidad para solicitar créditos bancarios. Y es que este trío voraz y la pequeña élite que los acompañó no solo no cumplieron con pagar los adeudos a corto plazo que tenía el gobierno estatal sino también robaron por todos lados, lo mismo a los maestros que a los trabajadores estatales, a los municipios y a los proveedores de servicios; a los universitarios, al Congreso y al Poder Judicial.
Aispuro Torres ha sido el mandatario más ladrón de todos los ladrones que lo han antecedido.
Ignorante de las leyes a pesar de tener un supuesto doctorado en Derecho otorgado por la UNAM, Aispuro Torres mandó a amenazar a periodistas con integrantes del crimen organizado y bajo los efectos de algunas sustancias inclusive se atrevió a llamarles telefónicamente para intimidarlos, inventándoles delitos, como el caso del comunicador local Iván Soto.
Aispuro no solo atacó a periodistas y condicionó los convenios publicitarios a cambio de silencio a través de su corrupta directora de Comunicación Social, Verónica Terrones, sino también protegió a secuestradores, despojadores de tierras y agresores sexuales. Con su pequeño séquito de déspotas, fue soberbio, permisivo y facilitador del enriquecimiento ilícito de familiares, hermanos putativos y amigos.
Dueño de una personalidad sociópata, Aispuro Torres manifiesta a gritos en sus arengas públicas que hizo un buen gobierno y que no se robó ni un centavo. Cosas que por supuesto solamente él cree.
¿Cuántos miles de millones se robó “El Sátrapa de Tamazula” y su pequeña banda de saqueadores? Tan solo la cifra de participaciones federales robadas a los 39 municipios de Durango durante el trienio 2019-2022 asciende a más de mil millones de pesos; más los 500 millones que despojaron a los maestros de la sección 44 del SNTE; 304 millones a la UJED y los montos desconocidos hasta el momento de adeudos a proveedores y prestadores de servicios forman parte del enorme rosario de atracos que perpetró el depredador nato José Aispuro Torres.
Con “El Sátrapa de Tamazula” solo se enriquecieron sus familiares y amigos cercanos que hicieron empresas al vapor para saquear el erario duranguense y su ignominia criminal llegó a la cúspide en el caso de la Dra. Azucena Calvillo, vilmente secuestrada y torturada por órdenes de la exfiscal Ruth Medina, caso en el que el gobernador de marras prefirió proteger a los delincuentes dándole la espalda al pueblo de Durango.
Su total apatía y carencia de profesionalismo para gobernar fueron las causas de que instituciones como la Fiscalía General y el Tribunal Superior de Justicia cayeran en la anarquía total, provocando que secuestradores, despojadores de tierras, agresores sexuales, feminicidas y delincuentes en general negociaran su impunidad de manera descarada.
Para “El Sátrapa de Tamazula” los negocios ilícitos de la mano de su esposa voraz, Elvira Barrantes, fueron su prioridad e inclusive y vergonzosamente dependencias como la secretaría de Bienestar, a cargo de su corrupto hermano putativo Jaime Rivas, que debieron combatir la pobreza solo sirvieron para enriquecer a unos cuantos “empresarios” selectos a los que les otorgaron extraños contratos millonarios. Como se sabe, con Aispuro la pobreza extrema en Durango se triplicó pasando de 35 mil habitantes en esa condición a más de 100 mil.
A menos de una semana de dejar el poder, “El Sátrapa de Tamazula” deja una entidad destrozada financieramente y con un Estado fallido, pues las principales instituciones impartidoras de justicia (Fiscalía General, Fiscalía Anticorrupción y Poder Judicial) fueron moldeadas por este pillo para que le sirvieran solo a él y a su séquito de bribones, no al pueblo de Durango.
Ojalá que el gobierno federal izquierdista de Andrés Manuel López Obrador actúe de manera congruente e investigue y encarcele a este pez gordo, calificado por las principales empresas encuestadoras nacionales como el gobernador más inepto y corrupto de México.
Con todos estos antecedentes sería inaudito que un gobierno como el de López Obrador, que se jacta de combatir la corrupción, no actuara de manera contundente.
Los atropellos a la ciudadanía, ultrajes al erario y transgresiones a la gobernabilidad cometidos por “El Sátrapa de Tamazula” han sido más que notorios pues por todos lados dejó un lodazal de evidencias que lo responsabilizan y señalan como lo que es: un peligroso criminal sociópata camuflajeado con la engañosa apariencia de un hombrecillo inofensivo.