
Más peligroso que el cigarro: el incienso y su silenciosa amenaza para la salud
¿Pensabas que encender incienso era un ritual inofensivo para alcanzar la paz interior? Pues parece que la tranquilidad se paga con un extra en riesgos para la salud. Múltiples estudios han señalado que el dulce humo del incienso puede ser más tóxico que el del cigarro, afectando desde los pulmones hasta el sistema cardiovascular. Así que si alguna vez te burlaste de un fumador mientras meditabas en una nube de incienso, es hora de replantearlo.
Un ritual milenario con efectos modernos (y no precisamente buenos)
El incienso ha sido protagonista en templos, sesiones de yoga y tardes de relajación desde hace siglos. Pero mientras tú disfrutas de su fragancia, tus pulmones reciben un cóctel de partículas ultrafinas, compuestos químicos y toxinas que pueden ser más letales de lo que imaginas. Un estudio publicado en Environmental Health Perspectives siguió la vida de más de 63,000 adultos en Singapur durante 15 años y encontró cifras poco meditativas:
- Un 12% más de riesgo de morir por enfermedades cardiovasculares en quienes lo usan regularmente.
- Un 19% más de probabilidades de sufrir un derrame cerebral.
- Un 10% más de riesgo de morir por enfermedades del corazón.
Lo más curioso es que quienes nunca han fumado parecen ser los más afectados, lo que pone en entredicho la idea de que el tabaco es el villano exclusivo del aire que respiramos.
Peor que el cigarro (sí, lo leíste bien)
Si ya estabas impactado, aquí va otro dato: según un estudio publicado en Environmental Chemistry Letters, el humo del incienso no solo comparte con el cigarro la habilidad de llenar los pulmones de partículas tóxicas, sino que es aún más dañino. Su citotoxicidad y genotoxicidad, es decir, su capacidad para destruir células y alterar el ADN, superan a las del tabaco convencional.
Las partículas liberadas por el incienso son más pequeñas que las del cigarro, lo que les permite infiltrarse en los pulmones con mayor profundidad, provocando inflamación y aumentando el riesgo de enfermedades respiratorias y hasta cáncer. Para quienes gustan de crear un ambiente “zen” en casa, esta información podría ser el golpe de realidad que nadie pidió.
Un aire tan puro como el de una autopista
El problema no es solo el incienso. Velas perfumadas, aceites aromáticos y otros ambientadores tienen su propia lista de daños. Según estudios de la Universidad de Purdue, estos productos contribuyen a la contaminación del aire en interiores a niveles comparables con los escapes de los automóviles. Es decir, mientras crees estar purificando el ambiente con una varita de sándalo, en realidad podrías estar generando un aire digno de una avenida congestionada.
La combustión del incienso libera monóxido de carbono, dióxido de nitrógeno y partículas nanométricas que pueden atravesar el sistema respiratorio y llegar hasta el torrente sanguíneo e incluso el cerebro. ¿Todavía sigues prendiendo esa varita de lavanda?
¿Alternativas para no llenar tu casa de toxinas?
Si la idea de abandonar el incienso te parece un atentado contra tu bienestar espiritual, al menos hay maneras de reducir el impacto:
- Ventilar bien los espacios. Porque sí, el aire estancado solo empeora las cosas.
- Reducir su uso. No, no necesitas incienso a diario para alcanzar la iluminación.
- Optar por difusores de aceites esenciales. Al menos estos no llenan el aire de partículas ultrafinas.
- Usar incienso sin químicos añadidos. Aunque, seamos sinceros, sigue siendo humo.
Relájate, pero con precaución
Tal vez sea momento de reconsiderar el incienso como ese elemento de bienestar absoluto. Si bien su fragancia puede ser placentera y su presencia reconfortante, la ciencia nos dice que su impacto en la salud no es precisamente el de un “producto natural e inofensivo”. Así que, la próxima vez que enciendas una varita para relajarte, recuerda que tal vez tus pulmones no lo disfruten tanto como tu mente.
(TERCERAVIA)