Sueños
El otro día recordaba una hermosa historia. Resulta que hace algunos años, un profesor amargado, fastidiado con su labor cotidiana y falto de valores y de entusiasmo por la vida, les solicitó a sus alumnos que escribieran un sueño que quisieran realizar para cuando fueran mayores, y con eso calificaría la materia.
Uno de los niños escribió que él quería tener un rancho de reproducción de hermosos caballos pura sangre: describió la forma de las caballerizas, los paisajes del rancho, la casa donde se albergaría, la zona de visitas, el lago que tendría, junto al cual pudieran reposar turistas y animales, los árboles que deseaba y las flores que adornarían los senderos; en fin, describió incluso los detalles de cada uno de los sementales y su valor, así como el color y el manejo que tendrían, la forma de reproducción y, lo más importante para él, la forma en que educaría a esos caballos para que dieran un gran servicio.
El niño era de una familia de la periferia, pobre, sus ropas no eran buenas y estaban destrozadas, pocas veces se le podía ver consumiendo alguna golosina, y el maestro sabía de su desesperada condición. Pero el trabajo que él le había entregado era el gran sueño del niño, y se aferraba al mismo. El maestro, en su aburrimiento y cansancio, se las daba de realista, y siendo así, reprobó al niño. El niño se enfrentó con su maestro para reclamarle la razón por la que lo reprobaba, si él había realizado un gran y brillante esfuerzo con el trabajo del sueño.
El maestro le contestó que ese era un sueño imposible, que no era realista, que él debería de entender que era pobre y que no tenía recursos para cumplir su sueño.
El chico lo consultó con su padre y este le recomendó que hiciera lo que él creyera mejor, así que el chico llegó ante el maestro, le solicitó su trabajo y le dijo: “usted se puede quedar con la calificación de reprobado que me puso, pero yo me quedo con mi sueño porque lo voy a realizar”.
Años después, el chico realizó su sueño y tenía una hermosa estancia llena de caballos, tal como lo había escrito, y pudo ser un gran hombre de éxito. A los pocos años, el maestro llegó a ese lugar acompañando a un grupo de niños de la escuela, y al ver que este chico había logrado hacer realidad su sueño, independientemente de que lo hubiera reprobado, se reunió con él y le dijo: “Durante muchos años, mi frustración, amargura y resentimiento no me permitieron ver que muchos chicos, al igual que tú, tenían hermosos sueños, y yo, torpemente, en vez de alentarlos me convertí en un ladrón de sueños. Te pido que me perdones”.
Podríamos pensar en muchos maestros, amigos y padres que se roban los sueños de millones de niños. Son verdaderos ladrones de sueños. Pero al ver esto, me he puesto a reflexionar sobre el robo de sueños que hacen los burócratas, los políticos y los funcionarios cada vez que en el país, en vez de alentar a la construcción, con sus robos, corruptelas e ineficiencias nos roban el mejor sueño de todos: tener un país más humano, feliz, sin conflictos, con una justicia social real, con salud y educación, con casas agradables y cómodas para todos, con alimentos seguros y con empleos para el presente y el futuro.
No hay duda de que en el país tenemos nuestros ladrones de sueños, y estos tienen mucha responsabilidad en la frustración y el desencanto que provocan en todos para evitar que busquemos una vida mejor. Por eso, cuando me cuentan o hablan de los candidatos y sus promesas no les tengo confianza ni les creo lo que dicen porque no tienen sueños ni de gloria ni de justicia, no saben lo que es la verdadera justicia social, la soberanía, el patriotismo, las lealtades y la palabra; ellos son los ladrones de sueños de la época actual, y tienen mucho o todo que ver con la destrucción que existe en nuestro país.
Ya puedo imaginar los miles y miles de sueños que han robado cuando en vez de atender y aumentar la calidad de nuestras escuelas, solamente alientan a los grupos que hacen de la educación un negocio, de la salud otro negocio y de la política uno más. Son ladrones de sueños y embaucadores de inocentes e incautos… pero hay que hacer los sueños posibles, es cuestión de querer… de tener valor, de amar lo que soñamos.