Jalisco, ¿controlado?

“Ya está bajo control Jalisco”, dice el gobierno federal. Y la pregunta es: ¿quién lo controla? ¿el gobernador, el comisionado, los delincuentes, los socios del papá del gobernador o los miembros de la verdadera delincuencia organizada? Pues sabe…

El gobernador Aristóteles Sandoval explica que desde hace un año el Cártel de Jalisco Nueva Generación estaba firmemente incrustado en la entidad y mantenía el control, y que él entregó la información a la PGR, y el procurador, Murillo Karam, “solo cambió tres veces a sus delegados en el estado”, como diciendo que le escucharon, le dieron la “suave” y lo tiraron de a loco.

Se tenía o se tiene información del poder de este cártel, sabemos que en Jalisco han protegido a los más importantes jefes mafiosos y que los organismos internacionales como la DEA, FBI y la CIA siempre tienen grupos de operación y de control, no solo operando en la entidad sino también incrustados en los niveles de la política, seguridad, de la administración pública y del sector empresarial; por esa razón, no nos podemos explicar las razones por las que el gobernador solamente hablaba de dar la información y no actuaba, a menos que muchos de sus colaboradores estén metiditos en el ajo, cuestión que no extrañaría a nadie, sabiendo que desde el inicio de su gestión a sus funcionarios los pusieron en la mira y les dispararon a algunos… Muchos nos hablan de que las vendettas entre narcos y políticos de la administración se deben a que “no les cumplieron” después de aceptar los recursos para las campañas políticas y para los lujos de los funcionarios. Si bien decía mi abuelito: “los pleitos solamente son por las mujeres, el poder o el dinero…

Muchos investigadores andan tras la pista del famoso Rafael Caro Quintero, a quién en forma sorpresiva y con el conocimiento de mexicanos y norteamericanos, soltaron de forma nada clara para después comenzar a filtrar los sucesos reales en el asunto de las muertes de Camarena y Salazar, que revelaron las relaciones y los permisos que tenía ese grupo mafioso, en esos años, para cosechar miles de hectáreas de mariguana y llevarlas a Estados Unidos con el visto bueno de los agentes de la CIA, al mando del coronel Oliver North, quién también aprobó el trasiego de cocaína, en el que ellos eran socios de los narcos mexicanos y colombianos, y de ambas actividades obtuvieron los inmensos recursos financieros que generaron las guerras en Centroamérica y derivaron en el escándalo Irán-Contras; desde ese tiempo, las drogas no solo se comercializaron con los apoyos de los cuerpos de seguridad mexicanos, como la Dirección Federal de Seguridad y la Policía Judicial Federal, sino se contrabandearon los equipos bélicos necesarios para armar a grupos de mercenarios, en forma especial a los que operaron con Edén Pastora, el Comandante Cero, en Nicaragua… en fin, la guerra de las drogas está íntimamente ligada a las guerras “controladas”, operadas por los norteamericanos y los militares locales para evitar el estallido de protestas y guerras civiles en muchos países de Centro y Sur América. Por esa misma razón existe una gran preocupación sobre el destino y los involucrados en el tráfico de armas en los programas Rápido y Furioso y Receptor Abierto, que se operaron en los tiempos de Felipe Calderón, y de donde se genera esa confrontación, operada artificialmente, entre los grupos delictivos, para generar en el país más de cien mil asesinados, más de 32 mil desaparecidos, miles de encarcelados y más de medio millón de desplazados en varios estados, que trajeron, entre muchas consecuencias, la creación de las llamadas “fuerzas civiles” en Michoacán, con la dirección y guía del General Naranjo, donde se les permite a los delincuentes ser los policías para controlar a otros delincuentes y así continuar con esa serie de matanzas y vendettas que se ven diariamente en Michoacán y otros estados como Guerrero y Sinaloa, por hablar de algunos.

Nadie se asombra al conocer que desde la Dirección Federal de Seguridad se operaron y controlaron a los grupos de narcotraficantes, y que también otros más los controlaban los miembros de la Policía Judicial Federal; unos, ligados con la DEA, y los otros con la CIA. Así, en esos tiempos se operó la famosa guerra sucia, ligada a ese proyecto para eliminar a los luchadores sociales en el país y hacer una limpia política que garantizara que no se generaran movimientos sociales como los de 1968, 1971 y las guerrillas de Chihuahua, Guerrero, Veracruz, Puebla, Michoacán, Jalisco y otras partes. La lógica es clara, y por esa razón los gobernantes de la época, ligados con los norteamericanos en aquellos años en que se peleaba la Guerra Fría, operaron esos movimientos, como desde el tiempo de Felipe Calderón y Peña Nieto vemos las “nuevas estrategias”, donde los que perdemos somos los mexicanos… ¿Dónde está mi lanza cohetes apá?… pregunta Aristóteles.