Pablo Picasso

De la redacción de razacero.

Pablo Diego José Francisco de Paula Juan Nepomuceno Cipriano de la Santísima Trinidad Ruiz Picasso, según su certificado de nacimiento o Pablo Diego José Francisco de Paula Juan Nepomuceno María de los Remedios Crispiniano de la Santísima Trinidad Ruiz Picasso, según su partida de bautismo, fue el primer hijo de José Ruiz y Blasco y María Picasso López. Nació el 25 de octubre de 1881 en Málaga, España, en el seno de una familia burguesa, y falleció en Francia el 8 de abril de 1973. Picasso tuvo dos hermanas, Dolores y Concepción.

Fue un pintor y escultor español, creador, junto con Georges Braque y Juan Gris, del cubismo.

La trascendencia de Picasso no se agota en la fundación del cubismo, revolucionaria tendencia que rompió definitivamente con la representación tradicional al liquidar la perspectiva y el punto de vista único. A lo largo de su dilatada trayectoria, Pablo Picasso exploró incesantemente nuevos caminos e influyó en todas la facetas del arte del siglo XX, encarnando como ningún otro la inquietud y receptividad del artista contemporáneo. Su total entrega a la labor creadora y su personalidad vitalista, por otra parte, nunca lo alejarían de los problemas de su tiempo; una de sus obras maestras, el Guernica, en la que retrata los horrores de la Guerra Civil Española, en 1937, es la mejor ilustración de su condición de artista comprometido.

Este pintor, escultor, ceramista, pintor de escenografía teatral y creador del Cubismo, no sólo fue un gran artista reconocido mundialmente como uno de los mejores, sino también un excéntrico, según una reciente biografía realizada por la autora griega de 38 años, Arianna Stassinopoulos, en la que muestra todas las bajezas y servidumbres que la historia no contó del pintor malagueño.

Sádico, bisexual, ególatra, psicótico, manipulador, oportunista y cínico, Pablo Picasso fue la síntesis de las dudas, la angustia y la desintegración que dominaron el siglo XX.

La principal fuente informativa de Arianna Stassinopoulos fue Francoise Gilot, una de las maltratadas mujeres de Picasso, quien, vencida la resistencia inicial a volver al pasado, confió a la escritora los secretos de su tortuosa intimidad con “el gran destructor”. Francoise visitó a Arianna en Los Angeles. Viajaron juntas a París. Allí hablaron con Maya, la primera hija de Picasso; con el surrealista Matta, hasta ahora impenetrable con su abogado; un sobrino; el chofer del pintor y el servicio doméstico que aún vive y lo recuerda. De la combinación de estos colores salió el retrato tenebroso del enano primitivo y miserable que vivía oculto detrás del artista gigante.

El Sueño
El Sueño

Según la investigadora y autora de esta biografía, Picasso era una droga. El síndrome de abstinencia que produjo en quienes él mismo habituó a su adicción fue terrible: costó la vida o la salud mental a los que se dejaron arrastrar por el torbellino enajenante de su personalidad, sus exigencias patológicas y sus excéntricos caprichos. Para salvarse él en su propia creación, destruyó a los demás. Su última esposa se pegó un tiro en la sien debajo de las sábanas. Una de sus amantes se ahorcó. Otra se volvió loca. Un hijo se drogó hasta inmolarse.

Un nieto, desesperado al sentirse rechazado por el patriarca, se bebió una botella de lejía y, al no lograr morir, acabó con su vida por inanición.

Las mujeres empezaron a sucederse en la vida de Picasso con una intermitencia regular. Marcelle Humbert suplantaría a Fernande. Era la amiga del pintor polaco Marcoussis. Para demostrar cuánto la amaba, Picasso le cambió el nombre y la bautizó con el de Eva. Pero la tuberculosis se apoderó de Eva, quien, temerosa de que Picasso la abandonara si descubría la enfermedad, se la ocultó hasta que tuvo que ser internada en un hospital.

Picasso la visitó todos los días, pero no soportaba el sufrimiento e inmediatamente buscó una sustituta que le alegrara las noches. Llevó al estudio a su vecina Gaby Lespinasse, quien posaba entre cópula y cópula para quedar inmortalizada a la luz de la luna en un par de acuarelas. Y, entre tanto, Eva murió.

Pero surgió Olga, la bailarina rusa tocada de narcisismo, una especie de complemento ideal para Picasso, fascinado por la nobleza de los zares. Se casó con ella y ésta le dio un hijo, Pablo, al que durante los primeros meses Picasso, rodeado ya de criados, cocinero, enfermera y chofer, le dedicó toda la atención de su paleta.

Luego se olvidaría de él, como de otros.

En esta biografía intensa que hace la griega, habla de una relación homosexual con su incondicional amigo, Max Jacob, al que también le negó ayuda luego de ser capturado por los nazis: “no vale la pena, es un pobre diablo”, dijo.

Mientras Picasso interpretaba en el Guernica los horrores y la muerte de la destrucción bélica hecha por el ejército del sanguinario general Francisco Franco, en su mismo estudio podía presenciar complacido las brutales peleas entre sus amantes Dora y Marie Therese. La violencia sexual de Picasso con Dora llegaba a extremos alarmantes: “En muchas ocasiones la dejaba inconsciente en el suelo después de golpearla”, relata Stassionopoulos.

Dora Maar con gato.
Dora Maar con gato.

La vida del “Minotauro ciego”, símbolo de sí mismo, estuvo plagada de sexo sin control, manipulación y egoísmo hasta el final.

Independientemente de este contraste de su vida, la obra de Pablo Picasso actualmente se exhibe en los mejores museos del mundo y está valuada en 260 millones de dólares, siendo esta una de las más caras en la historia del arte.

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