Voluntariosos gobiernos de Alexis Tsipras, Castro, Maduro, la Kirchner, nada o muy poco lograrán en sus países mientras exista el imperio de los EE.UU., y sus poderosos aliados. Lo mismo pienso del mexicano López Obrador que promete un gobierno anticorrupto, y hasta del iluso “Bronco independiente” de Nuevo León, que dice que se alejará de los partidos políticos.
Como dicen por aquí: “está cabrón (o es tonto) vivir ilusionado”, pero se complementa la frase diciendo que si no hay ilusiones o esperanzas te mueres más rápido.
¿Es -por tanto- una herencia cultural ser siempre optimista, autoengañarse, para estar siempre contento, ser feliz y prolongar la vida?
En el nuevo gobierno de Grecia, del izquierdista Tsipras, el pueblo cifró muchas ilusiones por sus discursos, en los que repetía que no daría un paso atrás, que preferiría salirse de la Unión Europea antes de lesionar los intereses del pueblo griego imponiéndoles mayores cargas. Pero el pasado 23 de junio llegó la aplanadora imperial encabezada por Alemania, el FMI más otros poderosos representantes europeos y el presidente Tsipras no tuvo más remedio que someterse, golpear a su pueblo y quien sabe cuántas cosas más tuvo que hacer, ahora sí, “para salvar a Grecia”. Aquél gobierno que pudo ser un modelo para Europa tuvo que ceder ante el poder del imperio.
En Cuba, el imperialismo de los EE.UU., desde 1959 tuvo que amenazar, sabotear, invadir, imponer un cerco y bloquear durante más de 50 años, para buscar conquistarla usando muchos otros métodos. Pero si ese imperio no hubiese intervenido, Cuba se hubiera transformado en el “Faro Socialista” de América, y tras ella seguramente decenas de países. Fidel hizo hasta lo imposible y Raúl en estos años recientes -y a pesar de los muy notables avances- no pudo construir la sociedad socialista igualitaria porque el gobierno yanqui no lo permitió. Se pudieron haber cometido errores de gobierno, pero estos son insignificantes ante la realidad del dominio imperial.
La Venezuela de Hugo Chávez tampoco pudo hacer nada importante contra el imperio. Chávez fue electo y reelecto, sus propuestas apoyadas y votadas ampliamente, pero el imperio de los EE.UU. -representado en Venezuela por los grandes capitalistas-, bloqueó por todos lados al gobierno, llegando hasta el golpe de estado de 2002. Se profundizó la desaparición de artículos en el mercado, se impulsó la venta de dólares en el mercado negro y se promovieron huelgas petroleras con un objetivo desestabilizador. Esa política imperial se ha repetido contra el gobierno de Nicolás Maduro y no la pararán hasta que la derecha y el imperio logren derrotarlo.
¿Piensan acaso ilusamente que el problema del gobierno argentino provocado por los llamados “fondos buitres” y el “asesinato o suicidio del abogado de oposición” es un asunto interno? Nada de eso, porque el imperio y sus agentes internos desde hace ya muchos años -desde que en Argentina en 2004 la alianza Kirchner-Chávez-Lula provocaron el desplome del ALCA- profundizaron los golpes contra los Kirchner. No es que los gobernantes hayan buscado construir un gobierno anticapitalista, pero son tan poderosos los intereses que se mueven en Argentina que el imperio busca fortalecer a todas aquellas corrientes que defiendan abiertamente sus intereses.
Sin meterme a opinar sobre el derrocamiento de Gadafi en Libia y demás problemas del cercano y mediano oriente en los que tienen metidas las cuatro patas los gobiernos de EE.UU., Israel y Gran Bretaña, no he dejado de pensar que un gobierno de López Obrador no podrá hacer nada que toque en México los poderosos intereses de los EE.UU., y de los grandes capitalistas. Incluso un gobernante mucho más radical sería derrocado de la noche a la mañana por los grandes capitalistas dueños de los medios de información, de las grandes empresas y de los bancos. ¿O acaso alguien cree ingenuamente que el famoso “Bronco de Monterrey” va a levantar aunque sea un dedo contra los intereses de los ricos y del imperio?
Primero hay que enterrar vivo, si es necesario, al imperio de los EE.UU., o al Banco de la Reserva Mundial, que es el que mueve o manipula a todos los millonarios y prepara e instruye a todos los ejércitos imperialistas del mundo. El capitalismo mundial vive apuntalado por las empresas transnacionales, ahora totalmente globalizadas por los intereses imperiales. Parece que todo lo que hemos hecho, sin lograr avances serios en la lucha de clases, ha sido un simple divertimento para limpiar y engrasar al sistema de explotación capitalista. ¿O, aunque estemos contra ella, sólo será otra nueva gran guerra, provocada por los mercados entre los países más poderosos, la que traiga las revoluciones profundas que tanto necesitamos los pueblos oprimidos?