Reforma educativa
Luis Leija.
La corriente satanizadora contra las Escuelas Normales Rurales instauradas en el país durante el Gobierno Revolucionario de Lázaro Cárdenas, se ha desatado desde los medios de información, orientados por el neoliberalismo fundamentalista operado por nuestro servil gobierno, entregado a los poderes fácticos bajo la tutela de las instituciones financieras internacionales.
Dicen esas voces que lo que el país necesita en educación es que ésta se pliegue a las exigencias de la Inversión Extranjera, misma que está condicionada a la mansedumbre de las masas que deberán ser fieles servidoras de las empresas trasnacionales, para ser explotadas como lo dicta el sistema económico globalizador.
Lo que la Inversión Extranjera requiere son robots resignados a obedecer ciegamente los tiempos y movimientos de la gran industria de la economía capitalista en boga; nada de críticas al sistema ni desviaciones que atenten contra los intereses de los monopolios corporativos internacionales.
Piden las empresas trasnacionales un clima de absoluta sumisión para los educandos, formar esclavos dependientes y abnegados, por lo que las Normales Rurales deben desaparecer o ser transformadas para educar alumnos callados, obedientes y disciplinados, a fin de contribuir a hacer las empresas cada vez más productivas y así incrementar sus utilidades, fin último de la vida convertida en negocio.
Mano de obra eficiente, barata y pasiva, conforme con su estrato social y no ese foco de rebeldía que representan las Normales Rurales, ya que a su cargo tienen la educación de población indígena y rural que, vale agregar, además dicha clase ha sido marginada y despreciada desde la colonia.
Inglés, computación, desarrollo de habilidades manuales para operar maquinaria; para ocupar vacantes de vigilantes, meseros, cocineros, jardineros, cadis, obreros, supervisores, promotores y vendedores, choferes, cargadores, cobradores, repartidores, mensajeros, etc.
Historia, Filosofía, Sociología, Derecho, Psicología y Política son materias que fomentan e inducen a la reflexión, a la crítica y a la libertad de criterio; elementos que son enemigos peligrosos del capitalismo rampante en el que estamos encajonados, gracias a la traición histórica de nuestros corruptos y sumisos gobernantes.