La sucesión adelantada
En medio de escándalos de corrupción e ineptitud, el sexenio del presidente Enrique Peña Nieto parece estar llegando a su fin. Y es que a tres años de haber tomado posesión, el mandatario mexiquense no ha logrado (y al parecer no lo logrará) tomar el control político absoluto de la nación.
Así, bajo la batuta errática de este mandatario, los mexicanos hemos tenido que padecer las reformas constitucionales que día con día nos están empobreciendo más y más, así como los abusos y atropellos de una partidocracia que se ha convertido en un auténtico clan mafioso que solamente vela por sus intereses y jamás por los del pueblo de México.
La violencia del crimen organizado y sus operaciones impunes han alcanzado niveles superiores a los del sexenio anterior del sátrapa Felipe Calderón Hinojosa, sin que hasta la fecha veamos definida una verdadera política pública de Seguridad Nacional. Por el contrario, el tráfico y la venta de estupefacientes son negocios en boga que solamente benefician a los grupos delincuenciales y a los jefes policíacos y políticos del país, y dejan una estela de muertes y “daños colaterales” que impactan negativamente a la sociedad entera.
La economía está estancada y aumentan los “ninis”, mientras la clase política se sigue otorgando sueldos insultantes y continúa cometiendo robos disfrazados de “aguinaldos de fin de año”.
Y ante las presiones de la oligarquía nacional e internacional para imponer un modelo económico depredador que produzca esclavos y mano de obra baratísima, hemos tenido que presenciar el abominable espectáculo de ver a las fuerzas policíacas y armadas de nuestro país atacando a nuestros profesores durante las caóticas evaluaciones educativas que se han llevado a cabo en varios estados de la República. Evaluaciones que no tienen otro fin más que el de adelgazar a futuro la planta laboral magisterial para extinguir hasta donde más se pueda la Educación Pública, porque así lo han decidido los poderosos dueños de los capitales del planeta, y nuestros gobernantes, por ser apátridas, los tienen que obedecer ciegamente.
Ante este panorama, agudizado por la crisis que se vive en Medio Oriente, en donde en cualquier momento podría estallar la Tercera Guerra Mundial por la voracidad de las grandes potencias invasoras como E.U., Inglaterra y Francia que a toda costa pretenden apoderarse de las riquezas petroleras de Irán, aliado de Rusia y China, en México, con el proceso electoral que ya ha comenzado para elegir nuevos gobiernos en doce entidades federativas, también ha comenzado la carrera por la sucesión presidencial ante un Enrique Peña Nieto debilitado y totalmente desprestigiado.
En este contexto, las elecciones del próximo año son decisivas para quienes aspiran llegar al poder en el año 2018 y desde este momento ya se encuentran prácticamente en campaña, como el presidente del CEN del PRI, Manlio Fabio Beltrones Rivera, el también priísta secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, la panista Margarita Zavala, esposa del ex presidente Felipe Calderón, y el tabasqueño Andrés Manuel López Obrador. Todos ellos ocupan o han ocupado cargos de elección popular y sus desempeños han dejado mucho que desear, ya sea por sus actos de corrupción, por los delitos cometidos por sus colaboradores más cercanos o por sus ineptitudes u omisiones. El que no es soberbio es arrogante o indiferente a los problemas del pueblo.
Lo cierto es que a estas alturas la partidocracia en general ha sido rechazada por la ciudadanía en los últimos procesos electorales por el desaseo total de sus actuaciones y la carencia de sanciones por parte de las autoridades electorales. Todas estas instituciones: los partidos políticos, el Instituto Nacional Electoral, el Tribunal Federal Electoral del Poder Judicial de la Federación y la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales han dejado de ser confiables, y aunque ahora la FEPADE haya decidido castigar al líder del Partido Verde y ex subsecretario de Prevención y Participación Ciudadana de la Secretaría de Gobernación, Arturo Escobar, por los delitos electorales que cometió en las elecciones de junio pasado, no podemos olvidar que ha evadido aplicar la ley al presidente de la República, Enrique Peña Nieto, quien en el proceso electoral de 2012 violó más de 10 veces el tope de gastos de campaña, y por este hecho, desde hace mucho tiempo, debió de haber sido destituido y sancionado.
Así, con este Estado de Derecho ambiguo y con dedicatorias más que evidentes, no puede funcionar una nación, de ahí que cada día sectores más amplios de la sociedad estén tomando distancia considerable de la partidocracia (incluido el MORENA) para organizarse y buscar otras formas de lucha que lleven a la conformación de un auténtico gobierno democrático que revierta las reformas saqueadoras y explotadoras que nos han impuesto. Por eso la creación del Nuevo Constituyente, propuesto por el obispo Raúl Vera, es tan importante, como importantes son las candidaturas independientes y los candidatos no registrados, a pesar del papel decepcionante que está desempeñando el gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco”.
A los ciudadanos mexicanos que integramos los sectores campesino, obrero y popular nos queda este último camino, el de la conformación de un Nuevo Constituyente con candidaturas independientes y no registradas… o seguir en la desesperación de la pobreza, las violaciones de nuestros derechos humanos y los saqueos de nuestras riquezas nacionales que nos ofrece la partidocracia criminal que nos gobierna.