México estancado… el progreso de unos cuantos

Por donde quiera que se le vea no repunta la economía en nuestro país, y es que los datos aportados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía son devastadores. Según esta dependencia, la economía nacional cayó 0.44% durante el segundo trimestre del presente año y el desempleo en la Población Económicamente Activa aumentó, ya que del 4.47% que presentaba en diciembre de 2012 ahora registra un 5.1%.

Y por más que la secretaría de Hacienda, a cargo de Luis Videgaray, pregonó que el crecimiento del Producto Interno Bruto en 2013 seria del 1.2%, hacia el último trimestre del año la realidad hace trizas las declaraciones de esta dependencia. Hoy, la población en general no ve los cacareados beneficios de la leonina reforma laboral impuesta hacia el final del sexenio calderonista, con el visto bueno de la administración entrante de Enrique Peña Nieto, y a la par que el desempleo aumenta disminuye el poder adquisitivo de la clase trabajadora. Es la vergonzante esclavitud moderna legislada en nuestro país por quienes dicen ser nuestros representantes, pero únicamente favorecen a la oligarquía. Así, los dueños del dinero nunca pierden, por el contrario, en las últimas décadas han duplicado y triplicado sus fortunas.

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Recuperar lo que nos han robado, la tarea que debemos emprender ya todos los mexicanos.

A esta triste realidad ya puede sumarse la carga onerosa de la reforma fiscal, con la cual nuestros diputados nos han aumentado los impuestos en infinidad de artículos y operaciones financieras, sin considerar los incrementos en pagos de predial, refrendos vehiculares, operaciones notariales, infracciones de tránsito y otros más que en la mayoría de los estados se han elevado hasta en un ¡50%! de un año a la fecha.

Los “gasolinazos” siguen dándose mes tras mes, y esta agresión implica otras como aumentos a las tarifas de transporte foráneo y a los productos elementales de la canasta básica a nivel nacional.

La reforma educativa, por otro lado, nos está dejando entrever que seremos los ciudadanos quienes paguemos el mantenimiento de los planteles escolares, situación que ya desde hace mucho tiempo se da con la trampa o falacia del programa llamado “Escuelas de calidad”, en el que los padres de familia tienen que aportar fuertes cantidades de dinero “para que los municipios y la federación aporten otro tanto igual”, como si en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos no se estableciera que la educación en nuestro país debe ser laica, gratuita y obligatoria.

Y es que esta reforma “educativa”, que en los hechos no es más que una reforma laboral, tiene como objetivo principal deshacerse de más de la mitad de la planta laboral magisterial para privatizar la educación y desmantelar por completo la infraestructura educativa en México para darle entrada a los consorcios particulares, muchos de los cuales pertenecen a capitales ligados al clero y al crimen organizado.

Lo mismo sucede con la reforma energética, cuya aprobación ya fue pactada de antemano por las mafias priístas y panistas en contubernio con la aborrecible inacción cómplice de la “izquierda”, representada en el Congreso de la Unión por el PRD, y que representa la entrega de nuestro petróleo a empresas extranjeras verdaderamente saqueadoras.

La oligarquía voraz nacional e internacional y la partidocracia mexicana serán los únicos usufructuarios de nuestras riquezas petroleras mientras la mayoría de los mexicanos seremos meros espectadores o convidados de piedra…

Ahora, después de tres décadas y 5 sexenios depredadores del Estado ¿realmente nos ha servido al pueblo de México la privatización de mil quinientas empresas paraestatales? ¿Nos ha ayudado a salir de la pobreza la entrega de nuestros bienes a intereses particulares? No, por el contrario, cada día estamos peor, y desde hace tiempo dejó de ser un secreto a voces que muchos de nuestros ex gobernantes hoy trabajan y son socios de las empresas paraestatales privatizadas más rentables.

Pero nunca es tarde para revertir las cosas y dar marcha atrás a este carrusel de golpes bajos asestados de la manera más vil por nuestros “representantes populares”. ¿De qué manera?, demostrando nuestra inconformidad abiertamente y organizándonos para que en los próximos procesos electorales no volvamos a elegir a ningún integrante de la partidocracia infame que nos gobierna y pugnando porque quienes nos representen sean efectivamente los mejores hombres y las mejores mujeres de nuestra sociedad.