Ajustes de cuentas, balcanización y valemadrismo en el quehacer político mexicano

Los feminicidios en Cd. Juárez, un fracaso más del Estado mexicano..jpg

 

Seguramente, muchos de nuestros más reconocidos analistas políticos e intelectuales, algunos ya fallecidos, pensaron en sus años de juventud que la sociedad mexicana progresaría y alcanzaría estadios de bienestar más que decorosos, pero al pasar de los años han comprobado que esta visualización, lejos de concretarse, se ha distorsionado a grado tal que hoy vivimos en un estado fallido, en un país de alto riesgo en donde en cualquier momento podemos ser víctimas de asesinato, asalto, robo, lesiones, violación y daño en nuestro patrimonio sin que autoridad alguna se preocupe y ocupe de hacernos justicia ya que la mayoría de las veces que un ciudadano sufre un atropello son los mismos representantes de la ley y gobernantes los que se encargan de encubrir a los agresores a cambio de dinero y, en el peor de los casos, son ellos mismos los infractores, y se protegen entre sí para permanecer impunes.

Así las cosas, cuando se llega el caso de ver a un político encarcelado no es tanto porque se haya aplicado la ley al pie de la letra sino porque se trata de una venganza política o ajuste de cuentas entre grupos gangsteriles incrustados en los aparatos gubernamentales estatales y federal.
Por eso seguimos viendo sin sorpresa a la lideresa del magisterio nacional, Elba Esther Gordillo Morales, encarcelada y enferma en la prisión femenil de Santa Martha Acatitla, en medio de todas las comodidades, mientras su homólogo del sindicato petrolero, Carlos Romero Deschamps, goza de total salud, siempre sonriente y en plena libertad, a pesar de ser igual o mucho más corrupto que aquella.

Y estos ejemplos de impunidad se dan a lo largo y ancho del país, en donde la mayoría de los gobernadores hacen y deshacen las leyes a su antojo, impartiendo justicia al mejor postor o posponiendo la aplicación de esta cuando se trata de castigar a algún integrante de sus clanes mafiosos.
Esto, la impunidad total, es precisamente lo que está provocando el inicio de la balcanización de nuestro país en regiones en donde los habitantes ya están más que hartos de la falta de respuesta y abandono de sus gobiernos y del Estado mexicano.
Hoy, son ya miles de ciudadanos los que han optado por tomar las armas y darse protección en bastos territorios de la República, formando policías comunitarias para defenderse de los ataques de la delincuencia organizada que, para Ripley, de manera soterrada o directa está siendo financiada y tolerada por algunos gobiernos estatales e instituciones federales. Luego entonces ¿qué papel está desempeñando nuestro Jefe de Estado, el presidente de la República, Enrique Peña Nieto?

Incapaz de frenar la violencia desmedida que se vive en estados como Michoacán, Jalisco, Guerrero, Oaxaca, Chihuahua y Coahuila, por mencionar solamente los casos más extremos en los que la delincuencia organizada está agrediendo a la población civil, nuestro primer mandatario parece no saber qué hacer, ya no para erradicar la violencia sino para medianamente controlar la situación, por lo que los grupos de poder ligados a la delincuencia organizada parecen estar siendo más fuertes que la misma figura presidencial.
Y dentro de este panorama se arrastra la ignominia de los cientos de feminicidios que se siguen perpetrando en todo el territorio nacional, especialmente en Cd. Juárez, Chihuahua, en donde de manera vil son las mismas autoridades las que por acción u omisión cómplice facilitan a los enfermos psicópatas seguir cometiendo asesinatos de mujeres sin que nuestro presidente, Enrique Peña Nieto, exija a los funcionarios públicos correspondientes entregar cuentas eficaces para detener este genocidio o pedirles su renuncia y, en el mejor de los casos, fincarles responsabilidades administrativas y penales por no cumplir con sus funciones.

Pero nada de esto sucede, y cada día que pasa se empequeñece más la figura y la autoridad del presidente Enrique Peña Nieto, quien parece gobernar solamente para la pequeña élite a la que pertenece, y no para el pueblo de México.
Ahora Peña Nieto, para asegurar el voto panista en la consolidación de su reforma energética que pondrá en manos de intereses particulares nacionales y extranjeros nuestro petróleo, vuelve a optar por la vendetta política dando a conocer los saqueos criminales que altos funcionarios de PEMEX hicieron bajo la administración panista de Felipe Calderón Hinojosa. El chantaje en su máxima expresión para conseguir sus fines aviesos, ante una “izquierda” desprestigiada y ya autoextinguida por la corrupción extrema que ha practicado y el entreguismo servil que ha manifestado ante el poder y la oligarquía, que le han permitido cometer todo tipo de tropelías en el Distrito Federal, en donde las tribus o carteles perredistas se han enriquecido a manos llenas saqueando las arcas de las jefaturas delegacionales y extorsionando a miles de vendedores ambulantes, empresarios, tratantes de personas y narcomenudistas, sin que nadie los detenga.

Así vivimos el valemadrismo de nuestros gobernantes que solo ven por sus intereses, y el valemadrismo de nosotros mismos, como sociedad, ya que a pesar de que sabemos que la mayoría de nuestros representantes populares son corruptos y viven en medio de lujos gracias a lo que nos roban no hacemos absolutamente nada para cambiar las cosas y nos comportamos como manada, como autómatas, sumisos y cómplices del pillaje que padecemos ya que dócilmente, cada mes, pagamos los aumentos a la gasolina, a los alimentos y a casi todos los servicios públicos.
Ahora, buena parte de nuestras playas ya no son nuestras, ni las minas, ni la electricidad, y en breve tampoco nuestro petróleo seguirá siendo nuestro, como alguna vez lo fueron las más de mil quinientas empresas paraestatales que los gobiernos depredadores del PRI vendieron a sus amigos y a sí mismos.

¿Hasta cuándo vamos a despertar y a entender que el actual sistema político ya no nos sirve para nada a la mayoría de los mexicanos?
¿Por qué otras naciones han logrado cambiar su sistema de gobierno y revertir sus altos índices de pobreza y criminalidad? El cambio es posible, pero depende de quien gobierne… y en nuestro país el régimen de partidos políticos desde hace mucho tiempo ha dejado de ser funcional, por eso urge que los ciudadanos busquemos ya otra alternativa muy ajena a este esquema desgastado que ha degenerado en meros carteles delincuenciales.
Ya es preciso que los ciudadanos les quitemos a los “políticos” el monopolio de gobernar.