Racismo a lo mexicano
En México “indio” es insulto porque es sinónimo de pobreza.
En la época de La Colonia, existía un sistema social de castas que determinaba el destino de las personas acorde a su apariencia física y origen étnico. Las características físicas estaban asociadas a características morales y aunque nos gustaría pensar que ya no es así, todavía tenemos ejemplos diarios.
[quote_box_center]Los mexicanos insultan apelando no sólo a los rasgos físicos, también a la desigualdad
[/quote_box_center]La clase dominante era la de los españoles peninsulares, quienes estaban a cargo del gobierno, las empresas más prolíficas y los puestos eclesiásticos más altos. Debajo de ellos, los criollos, descendientes de españoles pero nacidos en las Américas que no gozaban los privilegios de los peninsulares y que a causa de ello, comenzaron las guerras de independencias que conformarían los países latinoamericanos.
En los últimos escalones de la sociedad, los indígenas y las mezclas con otros grupos, los cuales estaban en calidad de marginación y encomendados, es decir, su trabajo era servir para las haciendas.
Indio, el insulto
Ahora, a 200 años de la independencia, la creación de México como nación y la abolición de la esclavitud, la palabra “indio” sigue siendo utilizado como un insulto en el habla popular.
Carlitos, el entrañable protagonista de la novela mexicana Las batallas en el desierto, dice una de las grandes verdades del país después de haberse peleado a golpes con su compañero de colegio Rosales, el niño más pobre de la escuela:
Gracias a la pelea mi padre me enseñó a no despreciar. Me preguntó con quién me había enfrentado. Llamé “indio” a Rosales. Mi padre me dijo que en México todos éramos indios, aún sin saberlo ni quererlo. Si los indios no fueran al mismo tiempo los pobres, nadie usaría esa palabra como insulto.
Pese a que el libro tiene más de cincuenta años de haber sido publicado, todos los días los mexicanos insultan apelando no sólo a los rasgos físicos, también a la desigualdad que vive al país y montándose sobre el pedestal que le otorgan los pequeños privilegios que los distinguen (la riqueza, la complexión, el color de piel y otros).
En 2013 comenzó la moda las “ladies” y los “lords” – personajes que se viralizan rápidamente en redes sociales por su comportamiento prepotente y clasista-, cuando dos mujeres increparon a un policía que las detuvo en el exclusivo barrio de Polanco, mientras conducían en estado de ebriedad. Las señoras -una de ellas, ex estrella de un reality show– se ganaron el mote de #LadiesdePolanco por su comportamiento déspota y vulgar. De ahí surgieron cientos de historias de “ladies” y “lords” que evidencian la discriminación cotidiana en México.
Según una evaluación del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en México la segunda palabra con la que se asocia al término “discriminación” es “pobreza”. A su vez, no es casualidad que se le asocie a la pobreza con los indígenas (o los “indios”), el 76% de las personas que hablan alguna lengua indígena en México son pobres.
La consecuencia más importante de la discriminación es que margina de servicios y derechos básicos a las poblaciones, como el acceso a la seguridad social, los servicios de salud o una alimentación adecuada.