Los miedos del poder
Sócrates Campos Lemus.
En los últimos seis años aumentaron los pobres a 55.3 millones y aumentaron los super ricos, prófugos, saqueadores y corruptos ex gobernadores de los estados…. ¿Vamos bien? Cerca de 30 mil cibertarolas en la fiesta de Rubi, y el presidente “robé poquito”, de San Blas, que no paga a sus empleados, regala un carro a la quinceañera… son noticias buenas que no se cuentan pero cuentan mucho.
La UNAM ha recibido cerca de 600 premios por excelencia académica y no cobra como institución privada ni negocia los títulos como las empresas privadas y confesionales… Pero, por esa razón, quieren privatizar la educación en el país… para hacerla un enorme negocio. Nota: si buscan a la izquierda perdida, es sencillo encontrarla, solamente pongan un puesto con presupuesto cerca y aparecen solitos.
Pues bien, al parecer se acercan los tiempos donde se puede dejar a un lado la hipocresía del amor y la amistad, se terminan las fiestas decembrinas y los festejos de año nuevo. Anteriormente los mexicanos celebrábamos las fiestas en Guadalupe Reyes, hoy las cosas son tan complicadas que se reducen, como se reducen los recursos familiares y se aumentan los despojos, corruptelas y robos que realizan los políticos, empresarios, banqueros, policías y funcionarios en este país.
Desde el tiempo de los santos inocentes se comienzan a recrudecer las realidades y hace que los mexicanos, cuando menos, nos sorprendamos por los aumentos, los robos, las corruptelas, las declaraciones y los engaños que nos hacen los políticos en el país, incluyendo al presidente, que si bien puede señalar como JOLOPO que: “él es responsable del timón del barco, pero no lo es de la tormenta”, en verdad ya no se le puede hacer caso cuando nos llama a que hablemos bien del país, cuando solamente a un pequeño grupo le va bien y a los demás nos va del carajo.
Cuando un político no puede aclarar la realidad y hablar de ella con la crudeza que se necesita para encontrar las rutas del cambio, pierde credibilidad y confianza, y esto es lo que le ha sucedido al presidente que prometió mucho, se le brindaron las oportunidades para realizar esos cambios que resultaron un fiasco, se le ha dejado hacer y deshacer en el país a pesar de que nos ha puesto entre la espada y la pared, y las cosas, al final de cuentas, no van por el buen rumbo esperado. Nos habla de honestidad cuando él no ha podido aclarar que la perdió en el camino del poder, nos habla de pasión por el país cuando su política ha sido la de un entreguista barato, peor que Santana, y ha salido más mentiroso que Pinocho en las películas de Disney. Solamente falta que nos diga que hay cosas buenas que contar, cuando no las encontramos por ningún lado. La realidad desmiente los dichos desde la presidencia y hace que la indignación aflore en contra de políticos y de la casa presidencial, arrasando, con razón o sin ella, a toda la “familia real”.
Como en la fiesta de Rubí, mucho pedo para poca resolución. No sé si el pastel fue bueno, no sé si la fiesta la disfrutó, no sé si la misa fue de su agrado, no sé si los regalos le llenaron, pero al parecer, al final de cuentas, solamente quedó la sensación de vació y de mentira, la relación de un muerto en el combate por la chiva, el regalo del gobernador y del presidente “robé poquito”, de San Blas, que le regala un carro a pesar de que no paga a sus empleados. Seguramente Rubí fue la que menos gozó de la fiesta tan popular que al final dejó un enorme vacío existencial. Así parece se acerca el balance del poder con Enrique Peña Nieto, mucho bombo y platillo de inicio, salida de caballo fino para llegada de burro jodido… la desilusión para él, para su familia, para sus amigos, para el país… eso debe doler en realidad y no sabemos cuánto, pero vemos las huellas de la tragedia como cuando veíamos la desesperación de López Portillo cuando las cosas se le salían de control y comenzaba a llorar de rabia y desesperación… recuerdo que la clase política, al ver llorar al presidente, decía que era un hombre sensible a la tragedia que nos jodía a todos los mexicanos; en cambio, Javier García Paniagua, hombre recio, comentaba que no podía llorar un presidente, que si el presidente llora quiere decir que nos llevó la tiznada y no hay forma de componer nada.
La tragedia es real y así nos fue, se nombró al gris Miguel De la Madrid, forjado en los Estados Unidos, y este comenzó a cambiar al país para que se fuera vendiendo en pedazos al mejor postor… Miguel de la Madrid no lloró, pero se acobardó al no salir a dar la cara en la tragedia del 85 cuando el pueblo de México era arrasado por un terremoto que destruía la capital y dejaba una enorme cantidad de muertos… mientras todos salíamos a ayudar y apoyar, el presidente, acobardado y miedoso, protegido por su mozo de estoque que era el regente de la capital, se escondía en los muros de Los Pinos, ocultando su terror y temor de que al salir el ejército a las calles a ayudar a los mexicanos el pueblo se pudiera dar cuenta que no servían para nada los políticos y se diera un golpe de Estado… así era el terror y el horror de los desclasados y entreguistas políticos que olvidaron que el ejército mexicano es el más leal de los grupos que sostienen el poder; por ello, también, el mismo Peña Nieto tiene esa desconfianza, y los mexicanos sabemos que los políticos no valen lo que dicen valer, y a lo mejor no sería malo que se probaran otras ofertas para mantener el timón en una tormenta que no se puede controlar… el país está desgarrado y destrozado, es la única realidad.
Ningún buen marino se ha forjado en aguas calmadas, se forja en las tormentas… si resiste.