¡México adelante!
Una gran muestra de lo que es capaz de hacer la sociedad civil en medio de la tragedia es ayudar a otros sin distingos, algo que está sucediendo en el país luego de los sismos que se vivieron el pasado 7 y 19 de septiembre en la Ciudad de México y en algunos estados del sur, y que permitieron ver una cara de los mexicanos que no muchos recordaban: solidaridad, hermandad, movilización y cooperación sin intervención del gobierno y sin esperar nada a cambio, más que la satisfacción de cumplir con un deber moral. Igual a lo ocurrido en el terremoto del ‘85, en el que las autoridades quedaron rebasadas y repudiadas, tal como ahora.
En aquél entonces, algunos actores políticos pretendieron hacerse notar, figurar y protagonizar encima de la tragedia, consiguiendo hacer solo el ridículo.
Actualmente, la tecnología permite poner en evidencia inmediatamente a quienes tratan de aprovecharse de las circunstancias. En este panorama, ahora resulta que todos los partidos son almas caritativas que quieren “donar” dinero que, para empezar y concluir, no es de sus bolsillos.
Así las cosas, la pelea que se está dando en este momento es para saber quién da más o quién renuncia a mayor cantidad y qué partido será el más “generoso” con los damnificados, ¿pero es por eso o porque las campañas electorales ya iniciaron?
La contienda, en las circunstancias actuales, se presenta difícil, no solo para el PRI, sino para todos los partidos si recordamos que el terremoto de 1985 fue el parteaguas de la caída del PRI, que hasta ese momento se consideraba prácticamente invencible, pero por su papel mediocre en las actividades de rescate y reconstrucción de la capital del país buena parte de la sociedad, hasta ese momento apartidista o apática, comenzó a aglutinarse en organizaciones sociales inclinadas a los partidos de izquierda, que finalmente llegaron al poder en 1997 con Cuauhtémoc Cárdenas a la cabeza. Hoy, con el terremoto del pasado 19 de septiembre podría suceder algo similar considerando que esa izquierda de antaño se fue erosionando por la desmedida corrupción que ha practicado, y el gobierno federal priísta también degeneró hasta lo más bajo por su ejercicio de actividades abiertamente delincuenciales. Si luego del terremoto del ’85 comenzó el derrumbe del PRI, ahora con el sismo del 2017 podría venirse abajo la partidocracia corrupta en su conjunto luego de ver las reacciones de indignación y rechazo de la ciudadanía hacia la mayoría de los gobernantes, sean del partido que sean, porque no proyectan más que desconfianza e inseguridad.
En este contexto, la partidocracia corrupta, en medio de la tragedia, quiere renunciar a un porcentaje del presupuesto asignado para entregarlo a los damnificados, sabiendo de antemano que este financiamiento público es solo una mínima parte de lo que reciben en sus campañas pues los partidos tienen formas de “negociar” con el sector privado y público, así como con diferentes personajes para que apoyen su causa electoral y, como ya es sabido, hasta financiamiento ilícito les llega por parte del crimen organizado.
Se ha calculado que se necesitan cerca de 10 mil millones de dólares para la reconstrucción de las afectaciones del terremoto, pero lo cierto es que en un desastre de esta naturaleza no se tiene certeza de los daños materiales provocados, pero sí se puede hacer todo lo necesario para cuidar y resguardar la seguridad de las personas, y así poder salvar más vidas en el futuro. ¿O se volverá a caer en la misma vileza de construir infinidad de edificios violentando las normas establecidas por la ley, tan solo para enriquecer a unos cuantos empresarios coludidos con gobernantes corruptos?
Como se sabe, este sismo no solo dejó al descubierto la animadversión que la ciudadanía tiene hacia sus gobernantes sino también la enorme suciedad que existe en la relación entre las empresas inmobiliarias y los gobiernos deleznables, que derivó en construcciones irregulares de grandes edificios de oficinas, departamentos y escuelas en la Ciudad de México y en otras entidades, que se colapsaron causando la muerte de centenares de personas.
Así, en este tipo de siniestros emerge lo mejor y lo peor de una sociedad, desde los actos heroicos desinteresados y acciones altruistas de miles de paisanos hasta la podredumbre de querer conseguir a toda costa las grandes audiencias de televidentes inventando personajes inexistentes, como la “Frida Sofía” de Televisa, que a toda costa quería rescatar el secretario de Educación Aurelio Nuño del colegio Enrique Rébsamen, mientras el edificio ubicado en la calle Simón Bolívar y Chimalpopoca, donde se encontraba una fábrica de textiles, era demolido y arrasado en tiempo récord para evitar que se viera en qué estado se encontraba y en qué condiciones trabajaban ahí decenas de costureras que murieron entre los escombros.
En este momento, habitantes de todo el país y de otras partes del mundo siguen mostrando su solidaridad, desde los que menos tienen entregando víveres y apoyando como voluntarios, hasta los que pueden donar dinero, pero tampoco faltan los ruines que aun en esas circunstancias quieren sacar ventaja, como el gobernador de Morelos, Graco Ramírez, y su esposa Elena Cepeda, o los gobiernos del Estado de México y Puebla que se han dedicado a secuestrar camiones de víveres enviados por la ciudadanía de otros estados para adjudicarse ellos la entrega de esos apoyos a los damnificados.
Para concluir, el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, planea con el fondo “Fuerza México” administrar las donaciones en efectivo que la ciudadanía, empresarios y artistas han entregado para la reconstrucción de las zonas afectadas, ante el rechazo total de la ciudadanía que simplemente no confía para nada en ninguna instancia gubernamental, y mucho menos ahora que se enteró del gran escándalo que representa la llamada “Estafa Maestra”, en la que por lo menos una docena de secretarías de Estado y prestigiadas universidades desviaron del presupuesto federal más de 7 mil millones de pesos a través de empresas fantasmas, dinero que fue a dar a los bolsillos de unos cuantos estafadores.
Aún con todo esto, México y los mexicanos saldremos adelante porque somos mucho pueblo para tan poca clase política, y desde este momento hasta las elecciones de 2018 habrán de darse cambios sociales trascendentales en nuestro país, cambios sociales en los que la partidocracia no será tan bienvenida.