Incongruencias y “cuatismos” de López Obrador
Conforme transcurren los días y se acerca el momento histórico en que un presidente de la República de “izquierda” asuma el poder, el ungido por el pueblo de México, Andrés Manuel López Obrador, con los pocos nombramientos que ha venido anunciando está dando avisos muy preocupantes de lo que será su sexenio.
El primero de ellos fue el del cuestionado ex jefe de gobierno de la Ciudad de México, Marcelo Ebrard Casaubón, con notables antecedentes de corrupción cuando estuvo al frente de esa responsabilidad, desde haber utilizado sus influencias para introducir en la nómina a su novia y actual esposa como “aviadora” hasta ser partícipe en el desastre financiero que resultó la construcción defectuosa de la Línea 12 del Metro, en la que por acciones ilegales e ineptitudes se perdieron miles de millones de pesos de los contribuyentes.
Exiliado en Europa y llevando un ritmo de vida que a todas luces despertaba dudas sobre el origen de su ostentosa riqueza, Marcelo Ebrard regresó a México ante el inminente triunfo electoral del santón tabasqueño para posicionarse en su equipo de campaña y convertirse en el virtual secretario de Relaciones Exteriores del gabinete lopezobradorista.
Otro nombramiento que simplemente rompe las expectativas de cambio que la ciudadanía espera del ya inminente arribo de López Obrador a la presidencia es el del ex secretario de Gobernación en el sexenio de Miguel de la Madrid Hurtado, Manuel Bartlett Díaz, uno de los principales operadores del fraude electoral de 1988, el mismo a quien “se le cayó el sistema” para que el PRI y el Frente Democrático Nacional negociaran la presidencia de la República que el pueblo de México le había dado en las urnas a Cuauhtémoc Cárdenas, y finalmente impusieran a Carlos Salinas de Gortari en Los Pinos.
Converso a la “izquierda” desde 2012 como senador por el Partido del Trabajo, hoy Manuel Bartlett, tocado por el dedo flamígero de López Obrador, será el próximo director de la Comisión Federal de Electricidad, a pesar de tener un pasado más que impresentable.
Uno más que se suma a las incongruencias del santón “izquierdista” Andrés Manuel López Obrador, es su viejo amigo Octavio Romero Oropeza, ingeniero agrónomo tabasqueño que fungió como Oficial Mayor del D.F., cuando López Obrador fue jefe de gobierno de la capital del país del año 2000 al 2005. El también ganadero Octavio Romero Oropeza será ni más ni menos el próximo director de PEMEX, porque así lo decidió el máximo jerarca morenista.
Es innegable que algunos de los perfiles que López Obrador está proponiendo para ocupar altos cargos no son para nada compatibles con las delicadas encomiendas que tendrán, y sus designaciones obedecen a “cuatismos” y pagos de cuotas electoreras que López Obrador está saldando, con las futuras consecuencias de pronóstico reservado que este tipo de prácticas implican.
Estos anuncios del presidente electo, lejos de generar confianza en la ciudadanía que le dio el voto, exponen el grado de improvisación con el que iniciará su sexenio e irremediablemente nos transportan a los viejos tiempos de los gobiernos priístas en los que tal o cual político, por el solo hecho de ser amigo del presidente en turno, era nombrado secretario de Comunicaciones y, si no daba el ancho, de manera olímpica el mandatario, condescendiente y parsimonioso, inmediatamente le daba la titularidad de la secretaria de Educación o Hacienda, dejando a su paso el afortunado “cuate” del presidente una estela monstruosa de ineficacia y corrupción en cuanto puesto ocupaba.
Quizá López Obrador esté ignorando que recibió un mandato popular para gobernar a favor de las mayorías y no a favor de sus “cuates” y amigotes, por lo que debería poner al frente de las instituciones del Estado mexicano a verdaderos expertos en todas y cada una de las materias, independientemente de que sean sus incondicionales o no, pues el pueblo de México no está para experimentar si alguno de estos personajes pintorescos puede o no con la responsabilidad que está aceptando. Es por demás decir que en nuestro país sobran profesionistas altamente capacitados que garantizarían resultados positivos en todas las ramas de la administración pública federal, que se dedicarían de tiempo completo a sacar adelante a las instituciones que dirijan y no andarían, como ya se ve, ocupados en cuestiones políticas grupales y en “grillas” electoreras.
Este penoso chambismo que está exhibiendo ya el santón “izquierdista” López Obrador es al que tendrán que enfrentarse los ciudadanos en la mayoría de los estados en los que triunfó el partido Morena, con sus gobernadores y diputados que conformarán las mayorías legislativas en los congresos locales, como en el estado de Durango, en donde el conocido y detestado priísta Otniel García Navarro, habilitado como diputado plurinominal local electo de Morena, desde antes de tomar protesta ya se promueve en algunos medios de comunicación duranguenses para ser el próximo candidato de este partido para buscar la presidencia municipal de la capital de esta entidad norteña, dejando entrever que solo ocupará su curul unos cuantos meses y abandonará su cargo (chapulineando) para ir en pos de la preciada alcaldía, beneficiándose y beneficiando a su grupo de poder, demostrando una vez más, ahora como morenista, que los intereses de la ciudadanía le importan menos que un cacahuate.
En el pasado proceso electoral, la ciudadanía a nivel nacional demostró que puede cambiar las cosas de manera radical con la sola fuerza de su voto, y el darle poder a determinado partido político no significa que le otorgue una patente de corso o cheque en blanco para que sus integrantes, una vez ungidos como gobernantes y legisladores, hagan lo que se les pegue la gana.
El pueblo de México merece un futuro mejor y merece recuperar su antiguo liderazgo moral entre los países de América Latina, y seguramente lo logrará, ya sea con el santón “izquierdista” Andrés Manuel López Obrador a su lado, o a pesar de él.