Las auditorías fantasmas y la impunidad con fuero
Fernando Miranda Servín.
Finalmente, el tiempo le está jugando una mala pasada al alcalde de Durango, Dr. José Ramón Enríquez Herrera, pues a más de dos años de haber tomado posesión de su cargo, ninguno de los saqueadores de la pasada administración priísta, encabezados por el ex alcalde y ahora flamante diputado plurinominal Esteban Villegas Villarreal, ha sido puesto a disposición de las autoridades. Este hecho, por supuesto, solo revela la magnitud de los actos de corrupción que se dieron tras bambalinas tanto en el proceso de entrega-recepción de las instituciones municipales como en las posteriores auditorías que supuestamente realizó la titular de la Contraloría Municipal, C.P. María del Rocío Marrufo Ortiz, auditorías fantasmas cuyos resultados hasta la fecha desconoce la ciudadanía duranguense.
¿Qué se pactó para que el ex alcalde y ahora diputado local Esteban Villegas Villarreal y algunos de sus principales ex directivos fueran exonerados de los evidentes actos de depredación del erario que llevaron a cabo durante el trienio 2013-2016? Es algo que deben saber a la perfección el alcalde José Ramón Enríquez Herrera y su Contralora municipal, María del Rocío Marrufo Ortiz.
Ahora, ante el pueblo de Durango, la otrora buena apariencia inicial de este gobierno municipal que también llegó con el engaño “del cambio” cada día se deteriora más, pues a diferencia del gobierno estatal encabezado por José Aispuro Torres, que con todo y sus corruptelas e ineficiencias de menos hizo la pantomima de encarcelar a dos o tres protagonistas del sexenio pasado, la administración del Dr. Enríquez Herrera ni siquiera hizo el intento de presentar alguna denuncia penal ante la Fiscalía del estado, y si lo hizo, por motivos que desconocemos pero se intuyen, no sucedió nada.
Este hecho y el despotismo singular con el que la mayoría de los directivos del municipio de Durango llegaron a ejercer sus funciones pisoteando los derechos laborales de quienes fueron despedidos, abusando de los que conservaron su trabajo y protegiendo a buena parte de ex priístas con pésimos antecedentes, amén de la ineptitud que demostraron sobre la marcha para atender las necesidades de la ciudadanía duranguense, fue lo que provocó la debacle del alcalde Enríquez Herrera en el pasado proceso electoral, perdiendo ante el nefasto petista Alejandro González Yáñez (que ya es mucho decir) y obteniendo el segundo sitio para de manera penosa (por minoría) obtener la senaduría, una senaduría que delegó a su suplente, Juan Quiñones Ruiz, en un hecho que también fue sumamente criticado por los electores.
Hoy, es decepcionante ver a un gobernante que parecía tener mucho potencial en la campaña electoral de 2016 inventando cargos rimbombantes como el de “coordinador de relaciones exteriores” del municipio, para darle chamba a un político local, como es el caso del panista Víctor Hugo Castañeda Soto, ex secretario de Turismo estatal que fue destituido por los pésimos resultados que entregó a la ciudadanía.
También ha sido decepcionante ver al alcalde de Durango poner la primera piedra de su Ciudad Gobierno en el kilómetro 4 de la carretera a Parral sin tener la autorización del Cabildo municipal ni del Congreso local, en medio de un aparatoso acarreo de empleados municipales que fueron forzados a participar en dicho evento, cuyos fines fueron más proselitistas que sociales.
Es de todos sabido que el alcalde de Durango quiere ser el próximo gobernador de esta entidad pero, a reserva de que la ciudadanía quiera reelegirlo, le queda muy poco tiempo en el poder, por lo que algo tendrá que hacer para no seguir perdiendo adeptos tanto en la capital como en la totalidad del estado. Por lo pronto, la imagen que proyecta el Dr. José Ramón Enríquez Herrera es la de corrupción y encubrimiento por haberle dado impunidad al ex alcalde priísta Esteban Villegas y a sus principales ex colaboradores.