La Hacienda
La gente que ama comer,
siempre es la mejor gente.
Ahora me metí a comer a un lugar muy conocido en la ciudad y que en su momento perteneció a una cadena de hoteles nacionales conocida como “El Presidente”, que ahora es Hotel Gobernador, construido en el lugar que ocupó la Penitenciaría del estado de Durango. Es una hacienda estilo colonial americano, y está localizada sobre la Avenida 20 de Noviembre, principal arteria de la Ciudad; este hotel es reconocido por la experiencia y vanguardia que le respalda a través de un excelente servicio, sus completas instalaciones y elegantes salones para eventos y convenciones; dentro de la calificación de servicios, este hotel tiene cuatro estrellas, y dentro de los servicios con los que cuenta está el de cocina, contando con la Cafetería “Rincón de Analco” y el restaurante “La Hacienda”, que fue donde precisamente llegué. A este tipo de restaurante se le conoce como “de especialidad”, ya que ofrece una variedad limitada de estilos de cocina, su menú cuenta con diferentes platillos de acuerdo a su especialidad y ofrece los platillos más representativos, así como una carta de vinos y licores muy basta.
Al entrar cuenta con hostess que en caso de que el lugar esté repleto te anotan en una lista para llamarte cuando alguna mesa se desocupe.
El servicio de meseros es atento y conocen perfectamente su trabajo, ya que cuando alguna mesa se desocupa inmediatamente van y retiran los muertos, esta palabra es muy usada en el servicio de alimentos para indicar que la loza, cuchillería y cristalería están sucios.
Como entrada pedí una crema de tres quesos donde afortunadamente sí le incluyeron los profiteroles, te llevan un canasto con panecitos y mantequilla, pero no llevan el cuchillo para este producto, por lo tanto se utiliza el que está en el servicio.
Como segundo plato ordené unas enchiladas verdes con pollo… ¡¡gran error!! ya que la salsa y el pobre arroz blanco que va como guarnición es de una ínfima cantidad, ambos sin sabor y lo peor ¡¡fríos!! Y como es costumbre, la bebida que pedí fue mi café que no puede faltar, por lo que aprovecho para comentar que anteriormente ofrecían el servicio de “reffil”, pero ahora solo aplica si ordenas alimentos. Ahora entiendo por qué el lugar estaba prácticamente solo, ya que eran las dos de la tarde y cuando mucho éramos no más de veinte personas.
Los costos son elevados, tan solo por mencionarte algo: un café americano te cuesta treinta y cinco pesos, y como te comento, es por una sola taza de café.
Cuenta con enchufes para conectar tus herramientas tecnológicas del lado de una de las paredes, y por la clave no hay de qué preocuparse pues en recepción te la pueden proporcionar. También cuenta con servicio de estacionamiento por un módico costo. Es lamentable que este restaurante no tenga área de juegos para los niños, así que si tienes pensado ir a visitar ese lugar con tus hijos ya sabes que tendrán que estarse contigo en la mesa, aunque por lo general a este lugar acuden políticos y empresarios que van a hacer acto de presencia buscando reflectores, razón por la que muchos trabajadores de los medios de comunicación en vez de buscar a estos personajes en sus oficinas saben de antemano que ahí los encontrarán.